«La plaza de los Juegos Olímpicos es de Álvarez Aznar y solo iré si él renuncia»

A sus 35 años, el avilesino Sergio Álvarez Moya es una de las figuras más relevantes del deporte asturiano gracias a su brillante trayectoria en el mundo de la hípica. Olímpico en Río 2016, tiene difícil, sin embargo, repetir en Tokio, pese a que, tras el circuito americano, atraviesa por un gran momento de forma. Ahora, con el mundo confinado por la crisis de coronavirus, pide «responsabilidad» y espera una pronta resolución que «nos permita a todos volver a la normalidad».

-Tras varios meses compitiendo en el circuito americano, las cosas se le han dado bastante bien...

-Sí. Logré la primera posición en un internacional de cinco estrellas con 'Charmeur' y también una prueba del Winter Eqestrian Festival de Wellington. Faltaban dos semanas de competición, pero las cancelaron, así que ya estoy de vuelta en Madrid. En lo deportivo, las cosas fueron bien y además pude vender un caballo en la primera quincena de enero, 'Jet Run'.

-La venta de caballos parece un recurso obligado para poder competir.

-En mi caso, sí. Si por mí fuese jamás vendería un caballo, pero si no lo hiciese no podría dedicarme a los saltos. Es un deporte caro cuando estás en la élite y no te queda más remedio que formarlos y luego venderlos. Hay quienes tienen un patrocinador que les cubre los desplazamientos y viven de los premios. Si yo lo tuviese, no tendría que vender.

-También compitió su alumno, el chileno Jorge Matte.

-Sí y con buenos resultados en Wellington y una mejora constante. Estoy muy orgulloso de su trabajo. La idea es clasificarlo para los Juegos de Tokio, cuya disputa habrá que ver si tiene lugar en tiempo y forma. Es un poco pronto todavía para asegurar nada, pero viendo que, todavía faltan por disputar las clasificatorias para muchas disciplinas, la cosa no tiene buena pinta.

-¿Tuvo problemas para regresar a España?

-La verdad es que no. Llegué el pasado sábado, antes del comunicado del presidente del Gobierno, y percibí bastante normalidad en España. En Estados Unidos, tras las primeras noticias, la gente se empezó a quedar en casa. La cultura latina es diferente.

-Imagino que usted podrá entrenarse aquí.

-Sí. Tenemos autorización para ir a montar y podré seguir con el entrenamiento, aunque a nivel de pruebas está todo parado, como es lógico. Debemos ser responsables y seguir las recomendaciones de las autoridades, sobre todo aquí en Madrid.

-¿Ve posible todavía acudir a los Juegos Olímpicos?

-España solo ha conseguido una plaza individual para Tokio y lo hizo por medio de Álvarez Aznar. En mi opinión, él debe ser el que compita, aunque el puesto todavía no está adjudicado y pertenece a la Federación Hípica Española. Si Eduardo está en buena forma con su caballo no debería haber ninguna duda. Mi objetivo no es competir en Tokio. Lo haría si él renuncia o si la Federación considera que su caballo no está en forma. Yo no voy a pelear por ella.

-¿Cómo afronta estas próximas semanas?

-Intentando no alarmarme más de lo aconsejable y siguiendo las recomendaciones en un ejercicio de responsabilidad con el objetivo de que la pandemia remita cuanto antes. Aunque se diga que las personas jóvenes no tienen riesgo de muerte, todo es relativo y todos debemos ser solidarios y hacer todo lo posible para no propagar el virus. En lo deportivo, la idea es estar preparado para cuando vuelva la competición y también centrado en la cría y el entrenamiento de caballos.

-De ello depende su sustento económico...

-Así es. Cuando la gente habla por ejemplo de que vendes un caballo por un millón de euros, lo que no sabe es cuánta inversión hay detrás. Porque lo compras con cinco años y lo vendes con diez, pongamos. Lo has trabajado cinco años. Además de todos los que se te han muerto o se han quedado por el camino.

-¿Qué comenta con su familia avilesina?

-Mantenemos una comunicación constante y, bueno, están preocupados por la situación, como todos. Intento transmitirles tranquilidad. Dentro de lo que cabe estoy bien, intentando llevar el día a día con normalidad a la espera de que todo pase. Pero para que ocurra rápido necesitamos la colaboración de todos. La cultura latina debería aprender en este sentido de otras.