«No puedo estar jugando con el pie dormido, pero seguiré luchando»

Fueron sus últimas palabras sobre la pista central. Se hizo el silencio en la Philippe Chatrier cuando empezó la frase... «No sé lo que me deparará el futuro...» ¿Era el final? No. «Continuaré luchando para seguir el mayor tiempo posible». El balear descarta de esta manera una inminente retirada de las pistas, una sospecha que merodeó durante toda la mañana por la capital francesa -incluso su equipo tuvo que desmentirlo de forma oficial-. Todo dependerá de la evolución de la lesión crónica que sufre en su pie izquierdo. Se trata del síndrome de Müller-Weiss, una dolencia para la que no existe cura que le fue diagnosticada en 2005. «Soy un jugador que vive con una lesión constante. Eso es mi día a día», dijo recientemente para explicar su estado de ánimo.

Luego, en la rueda de prensa, Nadal desveló que ha jugado infiltrado sus siete compromisos en el Bois de Boulogne. «El peor momento lo pasé tras el partido con (Corentin) Moutet, no podía andar. Por suerte, mi doctor estaba aquí y eso me ha permitido jugar infiltrado», detalló. «Lo único que se podía hacer para que pudiese competir era dormir el pie». ¿Cómo? «Se ha hecho un bloqueo a distancia con inyecciones de anestesia que repercuten en los nervios sensitivos del pie. He jugado sin dolor pero con ninguna sensibilidad, como cuando estás en el dentista o en una operación», precisó. Y lanzó su deseo de seguir en activo, pero «no puedo seguir compitiendo con el pie dormido, hay que encontrar una solución. Me encantaría seguir compitiendo, así que la próxima semana voy a hablar con varios médicos y contemplar diversas opciones. Recibiré un tratamiento y espero que me ayude», anunció.

El tenista manacorí se sinceró ante los medios sobre su último año, tortuoso de salud pero de lo más exitoso en lo deportivo. «A nivel mental son golpes que te va dando la vida. Después de cinco meses sin competir empecé el año fenomenal y me llega la fractura en la costilla. Me aparta de buena parte de la temporada de tierra y la preparación que conlleva. Como era de esperar, vuelvo con problemas en el pie. En Madrid iba cojo después de los partidos, pero en Roma jugaba cojo. Expliqué todo, fui claro. A estas alturas no estoy para juegos y explico las cosas como son», se sinceró.

Nadal se ha sobrepuesto una vez más a las dificultades. «He disfrutado todo lo que he podido sabiendo que era una situación límite. Estoy muy satisfecho a nivel mental porque he conseguido aislarme de todos los problemas y jugar a buen nivel. Tenía un cuadro realmente difícil y he ganado a cuatro top-10». Es la tercera vez que un jugador lo consigue en Grand Slam. Djokovic, Zverev, Ruud y Auger-Aliassime han caído por el camino ante el balear.

Antes, en la pista, agradeció el trabajo y apoyo que le brindan su equipo y familiares. «Es increíble todo lo que me ha pasado este año. Me hubiera retirado hace mucho tiempo si no llega a ser por vosotros», dijo el manacorí, que aseguró que «no imaginaba volver a ser competitivo con 36 años». «Me da energía para continuar. Es muy difícil describir los sentimientos que tengo ahora mismo», explicó.

Después de llorar sobre la arcilla parisina, el ganador de 22 grandes demostró su comunión con un público francés que, por fin, le ha encumbrado al olimpo. Atrás quedan los años en los que incluso la ministra francesa de Deportes le llegó a acusar de dopaje. «Es el mejor torneo del mundo, es mi pista favorita. He recibido mucho apoyo durante estos días», dijo antes de levantar la enésima ovación de la grada. Incluso se animó a decir unas palabras en francés. «Quiero agradecer a la organización y a todos los trabajadores del torneo».

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