Los empresarios estiman en más de 200 millones las pérdidas por la protesta del transporte en Asturias
La patronal asturiana incluye solo los daños causados por la inactividad en diversos sectores, que rondan el 1% del PIB regional
JOSÉ L. GONZÁLEZ
GIJÓN.
Domingo, 27 de marzo 2022, 01:16
El pasado día 14 se ponían en marcha los paros en el transporte por carretera. La Plataforma en Defensa del Transporte estaba detrás de una iniciativa que en Asturias secunda UITA y que apoya Cesintra. Pocos pensaban entonces que la repercusión de estas protestas por el alza de los combustibles y los problemas estructurales del sector, que ahogan a los transportistas hasta el punto de tener que «trabajar a pérdidas», iba a tener una repercusión como la que se ha visto con el paso de los días: empresas que han tenido que parar su actividad, otras muchas que han reducido de manera drástica la producción, riesgo cierto de desabastecimiento de alimentos... El seguimiento de los paros en la región, muy superior al de otras comunidades autónomas, ha supuesto un frenazo a la economía asturiana al que la Federación Asturiana de Empresarios (Fade) ya ha puesto cifras. La patronal regional estima que las pérdidas causadas por estos paros oscilan entre los 200 y los 220 millones de euros, cerca de un 1% del PIB, hasta el cierre de la jornada del viernes. Doce jornadas (hoy se cumple la decimocuarta) desde que los transportistas decidieron no trabajar.
El cálculo realizado por la patronal asturiana incluye únicamente las pérdidas causadas por la inactividad de diversos sectores, dejando fuera otras variables como la pérdida de clientes y de oportunidades de negocio. «Lo más grave de la evolución es que el coste de pérdidas avanza en progresión geométrica a medida que la falta de suministros afecta progresivamente a otras actividades del sector terciario, obligando a paralizaciones o disminuciones de actividad en cadena», alertan desde Fade.
Afectación
Lo que se ha visto durante las casi dos semanas de paro en Asturias es que la afectación ha ido creciendo de forma progresiva. La imposibilidad de hacerse con suministros por el bloqueo del transporte se unía a la incapacidad de dar salida a la producción, llevando a muchas empresas a una situación de colapso. El gran motor industrial de la región, ArcelorMittal, fue una de las primeras compañías que tomó decisiones drásticas debido a esta situación, deteniendo la producción de parte de las instalaciones de laminación en frío y de la línea de hojalata. A ello se unió el adelanto de la parada de alambrón. Las causas: falta de materia prima en el primer caso e imposibilidad de dar salida al producto almacenado en el segundo.
Otras muchas empresas se han visto en la misma situación a lo largo de estos días. En algunos casos, como el de Asturquimia, decidieron paralizar por completo la producción, mientras que en otros, como Ence, esta se redujo a niveles muy bajos respecto a los habituales. Orovalle, por su parte, presentó un ERTE por fuerza mayor para el 40% de su plantilla, unos 190 trabajadores, que el comité de empresa rechaza. Los representantes de los trabajadores consideran que no se dan las circunstancias para plantear esta medida y critican además «la actitud de la empresa, que de manera autoritaria», sin contar con ellos y sin «dar garantías del cumplimiento del derecho a la información» de la plantilla, inició el procedimiento administrativo.
El cálculo realizado por Fade incluye una comparación. Las pérdidas que estiman para la economía asturiana «superan» los ingresos de Asturias por el impuesto de hidrocarburos, que en 2021 «fue de 151,3 millones de euros». «Este impuesto, que se cede en un 58% a las comunidades autónomas, se obtiene principalmente sometiendo a un gravamen de 47,3 céntimos de euro por litro de gasolina y de 37,9 céntimos por litro de diésel durante todo el año».
Las cifras que presenta el estudio, sostienen desde la patronal, reflejan «dos realidades». Por un lado, «que el daño ocasionado por paros extremos es varias veces superior a cualquier hipotético beneficio que se obtenga». Por otro, «que el retraso en tomar las decisiones multiplica el daño causado».