Antonio Fernández-Escandón
«Hay inseguridad con los aranceles por los cambios de posición y eso afecta a las exportaciones y a las inversiones», explica Antonio Fernández-Escandón, presidente de Femetal
Antonio Fernández-Escandón (Gijón, 1953), presidente de la gijonesa Zitrón, suma ya más de tres años al frente de la Federación de Empresarios del Metal ... y Afines del Principado de Asturias (Femetal). Una etapa en la que el sector ha afrontado grandes desafíos que se han acentuado este año con la guerra arancelaria iniciada por Donald Trump tras su regreso a la Casa Blanca. Aun así, por el momento, el metal asturiano ha sabido capear el temporal.
–La semana que viene es la asamblea de Femetal. ¿Cómo se encuentra el sector?
–La situación del metal ahora mismo en Asturias, teniendo en cuenta que es un sector muy internacionalizado y teniendo en cuenta también la coyuntura que estamos viviendo, con los conflictos de Israel y Ucrania, es compleja. Luego está todo lo que tiene que ver con Trump en EE UU. Es preocupante. A pesar de ello, la actividad sigue funcionando bien, ha aumentado en el primer trimestre un 3,5% y en empleo nos estamos moviendo en unas cifras importantes, de 32.400 trabajadores.
–Los datos reflejan un incremento de la producción acompañado de un crecimiento de empleo ¿No choca esto con el mensaje de que la situación no es buena?
–El mensaje a veces es un poco confuso, porque hay muchos factores y distintos enfoques. Entonces, dependiendo del enfoque que hagas, la situación varía. O sea, que no es todo blanco ni todo negro. Hay términos medios.
–Sí es cierto que en 2025 el contexto ha empeorado, especialmente tras el regreso de Trump a la Casa Blanca. ¿Se está notando ya el impacto de los aranceles en las exportaciones?
–Lo que hay es inseguridad, porque hay muchísimos cambios de posición. Fíjate todos los cambios que ha tenido Trump. Esa inseguridad se transmite a la exportación y a la inversión, y ese es el problema fundamental. El no tener la certeza de saber si esto va a ser así durante unos años y si va a funcionar.
–¿Cómo puede protegerse el sector frente a la llegada masiva de productos de terceros países, como China, que no cumplen con los mismos estándares?
–Todo es una contradicción. Por un lado están los aranceles. En los últimos 15 años hemos estado hablando de un mundo globalizado y abierto donde cualquiera puede ir a cualquier parte del planeta a vender sus productos. Y ahora no, ahora empezamos con las protecciones. Ha cambiado completamente todo eso. Y por otro lado, tenemos todo el tema de la energía verde y el CO2, que cambia completamente las reglas de juego. Porque hay países como China o EE UU a los que esa protección del medioambiente no les preocupa. Así que, aunque quieras competir con ellos, es muy difícil.
–¿El Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM) es efectivo? Hace apenas un mes Eurofer señalaba que podría serlo, pero que es necesario corregir lagunas y deficiencias.
–Lo encuentro complicadísimo, porque puedes importar materia prima que sí tendría ajuste, pero si importas un producto ya terminado, ese ajuste ya no lo tiene. No lo veo fácil, pero realmente va a haber que hacer algo en esa línea, sobre todo con los ferríticos o los productos de zinc. Lógicamente, en Bruselas lo habrán estudiado bien para que las empresas europeas puedan competir.
–Hace menos de un mes, Fade fijaba como sus dos principales líneas de acción proteger y revitalizar la industria y reducir el absentismo laboral, que en el metal ronda el 11%. ¿Es lo que más urge?
–Es un problema importante que tenemos todas las empresas. Y ya no es solo para las empresas, sino también para la Seguridad Social, porque en su caso el costo es aún más importante. Aquí hay que distinguir al profesional del absentismo del que está enfermo de verdad. Eso hay que separarlo, porque de verdad hay profesionales del absentismo. Ahí, tantos los sindicatos como la administración y las empresas tenemos que trabajar conjuntamente para resolver ese problema. Tenemos que ver cómo se hace un seguimiento de esa gente, porque se sabe quién está enfermo de verdad. Estamos hablando de miles de millones. Y encima no es gente mayor, es gente joven.
–Esto enlaza también con la siniestralidad...
–Es otro de los problemas que tenemos. No puede ser que un trabajador vaya a trabajar y fallezca. Hay que buscar una solución. Para una empresa, especialmente en las pequeñas, es un disgusto tremendo. El empresario queda hecho polvo porque son compañeros. Tiene que haber un compromiso por todas las partes. La empresa debe cumplir los planes de seguridad y los trabajadores seguirlos a rajatabla. Porque muchos problemas de mortalidad se deben a que el trabajador no cumple las normas que le han sido trasladadas. Y eso es un problema también.
–¿Y la productividad? ¿Qué medidas se pueden tomar para mejorarla?
–La única forma de aumentar la productividad es la inversión. No queda más remedio que invertir más y automatizar más para reducir el sobrecosto que se genera con la reducción de la jornada laboral, que en nuestro sector lo estimamos en el 2%. Eso es fundamental.
–Los elevados precios de la energía son un hándicap para la industria. ¿Hay una solución sencilla?
–Pagamos un 141% más que Francia y un 37% más que Alemania. Es un factor muy importante. Sobre todo para Asturiana de Zinc o Arcelor, que son grandes consumidores de energía. En España está creciendo muchísimo la energía renovable, tanto en eólica como solar, pero hay que prepararse con baterías para poder utilizarla en las horas valle. Por otro lado, el coste del hidrógeno verde aún es muy elevado, por eso se están aplazando algunas inversiones.
–Otra reivindicación desde hace años en Femetal es una mayor protección fiscal. ¿Qué es lo que habría que corregir?
–Yo no soy experto en fiscalidad, pero todo el mundo dice que tenemos una fiscalidad más fuerte aquí en Asturias que en el resto de comunidades autónomas. Somos la región que más pagamos, así que algo estamos haciendo mal. Lo que queremos es competir en igualdad de condiciones con el resto. Que no puedas competir con una empresa de Madrid porque las condiciones fiscales son diferentes no me parece justo. Igual que desde el punto de vista personal tampoco me parece justo pagar más que en León, Galicia o Cantabria. Pero un problema que tenemos en Asturias es que el gasto es muy grande porque la población está muy envejecida y eso tiene un coste enorme.
–También hay un problema de escasez de talento.
–Es insostenible la inversión que se hace en los jóvenes para prepararlos para el futuro y que luego se tengan que ir a producir fuera. La formación profesional también es muy importante. Llevamos años trabajando en formación a la carta con compromiso de contratación para cubrir necesidades particulares de las empresas. Todas esas personas formadas, en el medio plazo son contratadas en su gran mayoría por la necesidad que hay de profesionales formados y cualificados.
–¿Qué papel debe jugar la mujer en el futuro de un sector históricamente masculinizado?
–Hay mucha confusión. No es lo mismo el metal de hoy día que desde hace 40 años. ¿Por qué una mujer no puede estar en un torno, o soldando? Se podría atraer a muchas mujeres al sector y ellas trabajar y cumplir. Estamos dando pasos lentos, pero en la formación con compromiso de contratación estamos incrementando el número de mujeres. Si antes en un grupo de 15 personas no había ninguna mujer, ahora hay entre un 10% y un 20%, y eso es extraordinario. En taller, en las empresas, ahora mismo solo hay un 5%, pero hay un cambio de mentalidad.
–El metal no se entiende sin la innovación. ¿Cuáles son las últimas acciones que está llevando a cabo el clúster industrial del metal, FemetalIndustry?
–Estamos tratando de crear proyectos en los que las empresas puedan cooperar y al mismo tiempo crecer. Tenemos muchas empresas pequeñas y necesitamos que ganen tamaño. Y la única forma de que lo hagan es que se asocien. Desde FemetalIndustry les damos esa oportunidad sobre unos ejes estratégicos muy orientados hacia las necesidades de I+D+i de las empresas. Tratamos de atraer financiación europea para ellos para proyectos en cascada. Esto es muy importante, porque en España hace falta mejorar el valor añadido de los productos, como ocurre en otros países. Al final, todo se resume en qué producimos, qué costes tenemos y qué margen nos queda. Un producto con un alto valor añadido nos va a generar unos márgenes mayores y eso, a día de hoy, no ocurre.
–¿Qué opina de la deslocalización de Arcelor a la India? Ahora mismo, la inversión de la planta de DRI está paralizada, como el resto de planes de descarbonización de la multinacional en Europa. ¿Qué hace falta para que se concrete?
–El precio de la energía y, luego, la tecnología para lograr un coste competitivo. Eso es lo que realmente falta, porque aún no existe una tecnología que permita producir hidrógeno verde a bajo coste. Una vez que tengamos esa energía suficientemente barata, sí podremos competir con otros que contaminan más, pero de momento ese es el problema real.
–¿El Pacto Industrial Verde de la UE está bien planteado?
–Está todo el tema de la descarbonización y la reducción de las trabas burocráticas, que es uno de los problemas fundamentales que tenemos. Hay que solucionar eso para que esa industria verde pueda invertir para automatizarse y poder competir. Hay que buscar un equilibrio entre avanzar hacia una industria cada vez más verde sin perder de vista la economía, de forma que podamos competir en el mundo. España no debería apresurarse excesivamente en la transición energética. Debe favorecerse un suministro de energía estable y seguro, pero contando con la energía tradicional también. Y que de alguna manera no seamos los primeros de la clase en descarbonización, porque lo estamos pagando.
–En el último año se han producido varias bajadas de los tipos de interés. ¿Supone un alivio de cara a la financiación? ¿Cómo impacta a la empresa asturiana la prohibición del Gobierno a BBVA de hacerse con Banco Sabadell hasta dentro de tres años?
–Todo lo que sea reducir los tipos de interés para la empresa es fantástico, porque se necesita financiación. Respecto a la opa, a pesar de la decisión política que ha tomado el Gobierno, los que tendrían que decidir son los accionistas. Desde el punto de vista de las empresas es otro problema distinto. No sé cómo se contemplaría la reducción del crédito si hubiese esa fusión, porque, con la fusión, una sola entidad asumiría la carga financiera que antes compartían dos. Si ese crédito se reduce, para las empresas va a ser malo.
–¿Cuáles son las perspectivas del sector para el futuro más próximo en Asturias?
–En general creo que tenemos que pensar en positivo, en que las cosas irán mejorando y que Asturias y el sector del metal seguirán funcionando y creciendo. Pero eso es un deseo. Sobre todo, espero que el entorno mejore para que las empresas puedan desarrollarse con seguridad jurídica y continuar generando riqueza y empleo.
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