«Hemos ido a mayores niveles de inseguridad jurídica y con un sesgo anti-empresa»
«Si el mercado laboral y el educativo tuviesen menor intervención, el problema de falta de profesionales se arreglaría más fácil»
'Leyendo las hojas de té de la economía post covid'. Así se titula la conferencia sobre mercados que ofrecerá este lunes en Gijón el ... presidente ejecutivo de Renta 4 Banco. Juan Carlos Ureta (Bilbao, 1956), abogado del Estado, Agente de Cambio y Bolsa, asistirá también el martes a su primer consejo de administración con Izertis, tras ser anunciado en abril como miembro independiente.
- Mitad de año. Época de hacer balance y hacer previsiones. A día de hoy, ¿qué balance general hace de la situación económica?
- Mi balance es que estamos en las primeras etapas de una gran transformación y, a la vez, corrigiendo algunos desequilibrios. Creo que la economía y los mercados financieros iniciaron en el 2022 un cambio muy profundo, que no se limita a la subida de los tipos de interés para combatir la inflación. Tras casi dos décadas de dinero gratis los Bancos Centrales han decidido normalizar las condiciones monetarias y financieras, y la consecuencia es que vamos a un modelo de crecimiento menos basado en la deuda y más basado en la productividad. A todo esto, se une el cambio de 'status quo' geopolítico con una tensión creciente entre EEUU y China tras la invasión de Ucrania. Vamos a un mundo fragmentado y a un modelo de crecimiento más 'realista'. Si ponemos todo eso en la coctelera lo que nos sale es que estamos ante un ajuste que, a cambio de no ser traumático, va a ser profundo y duradero, de años y no de meses, porque la transformación es profunda y los desequilibrios acumulados son grandes.
- Por tanto, ni mensaje triunfalista ni mensaje negativo.
- Es importante entender bien esto para no ser ni triunfalistas, pensando que si baja la inflación ya todo está solucionado, ni negativos, pensando que el mundo va a entrar en una Gran Depresión. El reto para España es prepararse para ese escenario de una economía global muy competitiva, en la que se necesita innovación y, por tanto, inversión de capital. En España a veces celebramos mucho que el PIB vaya a crecer unas décimas más, pero eso no es lo relevante, lo relevante es transformar nuestra economía y hacerla más productiva, y para eso se necesita innovación e inversión de capital. Hay que fomentar el ahorro y crear los canales para que ese ahorro se dedique a mejorar la productividad. Lamentablemente no es lo que se ha hecho en los últimos años, y eso es ir en la dirección equivocada, aunque a corto plazo crezcamos unas décimas más.
- ¿Y mirar al otoño/invierno implicará volver a poner en mayúscula la palabra incertidumbre que 'triunfó' tras la guerra de Ucrania? Porque el sector turístico mantendrá el listón alto durante el verano. Pero esa época pasa pronto.
- Vamos a tener que aprender a convivir con mayores niveles de incertidumbre. España tiene muchas ventajas y una de ellas es su sector turístico, que es impresionante y tira mucho del resto de la economía. Pero la economía española es mucho más que el turismo. Tenemos empresas excelentes en todos los sectores. A corto plazo el turismo va a ayudar, pero, insisto, estamos ante una transformación profunda y el reto es ganar la partida en el medio y largo plazo. Y la economía española tiene buenas empresas, que es el elemento clave para conseguirlo.
- ¿A qué se teme más a la situación económica o a la inestabilidad política? ¿Hace falta un cambio en España?
- La estabilidad política es siempre deseable y aún más en periodos de transformación profunda como el actual, en los que se necesita un liderazgo claro. En cuanto al ámbito económico no veo una situación traumática sino más bien un proceso largo de ajuste y transformación, y en ese tipo de escenarios lo que hay que hacer es tener bien orientada la brújula y tomar medidas en la dirección adecuada. Hacen falta cambios para hacer nuestra economía más productiva y más fuerte, porque el mundo ha cambiado y va a cambiar más.
- Las decisiones políticas, financiera y empresarialmente, han sido muy contestadas. ¿Cómo las valora? ¿Cree que han tenido o están teniendo el resultado esperado?
- La percepción es que hemos ido a mayores niveles de inseguridad jurídica, y además con un sesgo anti-empresa. Los impuestos extraordinarios al patrimonio o a determinados sectores, la intervención en sectores o empresas concretas, y los cambios de regulación generan mucha desconfianza. Una de las tareas del nuevo Gobierno es restaurar la seguridad jurídica.
- ¿Cree, por tanto, que hay demasiada injerencia política en el sector financiero?
- Los impuestos extraordinarios tanto de la banca como de las eléctricas son una muy mala idea. Lo mejor que puede ocurrir es que cuando llegue otro Gobierno los derogue el día 0. Son malas políticas tributarias, malas políticas fiscales, no ya por el efecto recaudatorio y discriminatorio frente a este sector que, no hay que olvidar, la banca ya pagamos un 30% de impuesto de sociedades, cinco puntos mayor que en el resto de la economía. Ya está penalizada. Pero, además, hay que saber que un impuesto discriminatorio contra sectores tan importantes como la electricidad o la banca tienen un impacto económico muy negativo. Por otro lado, está el tema de la seguridad jurídica. No podemos vivir en un país en el que, de repente, se ponen impuestos sectoriales con el argumento de que ahora la banca va a ganar más porque han subido los tipos de interés. No. Es que no habías bajado los impuestos cuando la banca ganaba menos porque el tipo de interés estaba negativo y han sido ocho largos años. Son malas políticas tributarias con impacto negativo en la economía, no solo en el sector.
- Esta misma semana la vicepresidenta económica instaba a los bancos a remunerar mejor los depósitos.
- Lo que hemos visto esta semana, intentar determinar políticas comerciales de entidades privadas, no es propio de un Gobierno que respete a la economía privada.
- ¿Cree que se revertirá al situación tras las próximas elecciones generales del 23J?
- El Gobierno que salga de las próximas elecciones, sea del color que sea, aunque sea del mismo partido que ahora gobierna, debería darse cuenta de que estamos ante malas leyes tributarias y debería cambiarlas. Lo mismo digo del impuesto llamado de solidaridad o de grandes fortunas. Sencillamente es una mala idea tributaria. Aparte de que en este caso va a ser muy poca recaudación a cambio de destrozar la seguridad jurídica, cosa que es lo peor que le puede ocurrir a una economía.
- ¿Tendremos más 'fugas' empresariales a otros mercados?
- No creo que vaya a haber una salida masiva de empresas a otras jurisdicciones. Son casos aislados y que, además, se han justificado debidamente en razones de estrategia empresarial muy claras. España es un buen país para emprender, sobre todo, si se restaura la seguridad jurídica.
- Hablemos de crecimiento empresarial. Estamos en un país en pymes y micropymes y hace falta que las empresas ganen tamaño para favorecer el crecimiento del PIB. La teoría la sabemos. Pero pasa como con casi todo, falla la práctica. ¿Por qué?
- España tiene demasiadas empresas de menos de diez trabajadores y demasiadas pocas de más de mil. La competencia es global y en el escenario global se necesita tamaño. Uno de los problemas es que muchas empresas, que son buenas y lo hacen muy bien, no quieren abrirse ni en el capital ni en la gestión, quieren seguir con un modelo muy cerrado porque piensan que nadie les va a aportar nada y que van a tener todos los recursos que necesiten. El problema es que con ese modelo cerrado no atraes talento y, además, cuando llega una crisis financiera de pronto te encuentras sin acceso a los recursos. En Renta 4 hacemos mucha pedagogía sobre este tema y, poco a poco, va calando.
- En el caso de las empresas familiares están los reconocidos problemas sucesorios.
- Es importante que la empresa familiar entienda que se pueden preservar los valores de la empresa familiar aunque se abra el capital a terceros. Y que entienda que abrir el capital o cotizar en Bolsa le facilita ordenar la sucesión. Ahí están los casos de Inditex, de las grandes constructoras españolas, o de empresas como Prosegur, Rovi, Melia o, fuera de España, de BMW, LVMH y una larga lista de empresas, que han abierto su capital y que mantienen los valores de la familia y, a la vez, han podido ordenar la sucesión y crecer de forma extraordinaria. Hay un falso mito de que la empresa deja de tener la impronta familiar si abre su capital.
- Una de las grandes problemáticas actuales es la falta de la profesionales, que afecta a un número importante de sectores. ¿Qué está pasando? Unos culpan a la formación, incluso a las ayudas sociales, otros a los sueldos...
- Es un problema, en parte, vinculado a la profunda transformación de la economía de la que hablaba al principio. En una economía diferente se necesitan perfiles laborales diferentes y el sistema educativo no se ha adaptado debidamente. Está también el problema de los subsidios y de la llamada 'renta básica' o 'renta universal', que, lógicamente, desincentiva a aceptar determinados trabajos de baja remuneración. Es curioso porque hace años se hablaba del fin del trabajo (Jeremy Rifkin, incluso, publicó un libro con este título) y, sin embargo, lo que vemos es que hay más demanda de trabajo que trabajadores disponibles.
- ¿Ve alguna fórmula para atajar el problema?
- No hay fórmulas milagrosas, y es un tema delicado porque hablamos de personas y de problemas humanos, pero creo que si el mercado laboral y el mercado educativo tuviesen menores niveles de intervención el problema se arreglaría más fácilmente, porque al final el mercado siempre busca soluciones. Por supuesto sin renunciar a los logros sociales que forman ya parte de los derechos de las personas.
Potencial del Principado
- Asturias ha perdido peso industrial, pero no deja de ser industrial, y busca nuevas áreas sobre las que cimentar su crecimiento, como la cadena de valor del hidrógeno. ¿Está el Principado en el camino correcto?
- Hace unas décadas, en la época de la reconversión industrial, se hablaba de Asturias como una economía de jubilados y subsidiados, pero resulta que ha sido todo lo contrario, ha florecido un emprendimiento muy dinámico y hoy Asturias es una economía con empresas fuertes y con iniciativas muy atractivas. Creo que este es el camino correcto. En Renta 4 acabamos de hacer una inversión en hidrógeno con ALSA, y seguiremos apostando por la inversión en Asturias para favorecer nuevas áreas de crecimiento.
- Hay, por tanto, desde su punto de vista, un buen empresariado en el Principado.
- El dinamismo, la fortaleza de una economía, el largo plazo lo da tener iniciativa empresarial, empresas que sean el motor del crecimiento. Y en Asturias lo tiene. Es una economía vibrante. La propia ALSA, que es un pedazo de compañía y grupo inversor. GAM o Izertis. Todo el mundo pensaría que una compañía tecnológica como esa nace en Madrid, Barcelona, Bilbao o Málaga. Pero ha nacido en Asturias, mantiene su sede social y es una compañía que está a la vanguardia de la tecnología.
- Precisamente ha entrado en el consejo de administración de Izertis. ¿Qué perspectivas ve a la empresa? ¿Para cuándo el salto al continuo?
- Izertis tiene proyecto, ambición y capacidad, y además está en un sector de claro crecimiento y tiene un liderazgo claro en la persona de su fundador, Pablo Martín. Ha multiplicado su facturación de forma extraordinaria, en un sector muy competitivo, y no veo ningún motivo para que no lo siga haciendo. El salto al continuo no debe ser una prioridad, en mi opinión. Llegará cuando tenga que llegar, pero no creo que el equipo directivo deba distraerse con el salto al continuo.
- Mantiene su sede social en el Principado porque Pablo Martín es un enamorado y defensor de su tierra. Pero cuando iba a dar el salto a Bolsa se le instaba a cambiar su sede a Madrid. ¿Lastra estar en una región periférica a la hora de salir a Bolsa?
- Creo que mantener las raíces nunca lastra. De hecho, empresas muy globales y enormes en su tamaño, como Iberdrola o como WalMart mantienen la sede en su ciudad de origen, Bilbao y Bentonvlille, respectivamente. Obviamente, la presencia de Izertis en Madrid será cada vez mayor, pero no creo que sea una buena idea mover la sede fuera del Principado.
- En todo caso, ¿por qué hay tan pocas empresas que se animan a dar el salto a los mercados?
- En parte, la culpa es del sector financiero. No hemos sabido convencer a las empresas de la bondad de hacerlo. Otro culpable, muy importante, es la sobrecarga regulatoria y supervisora. Es un problema global y europeo, pero en España se agrava todavía más. Hay un tercer factor, que es la reticencia de las empresas familiares a abrir su capital y su modelo de gestión.
«Me preocupa que no se le dé la debida importancia a la deuda pública»
-¿Le preocupa la elevada deuda pública que acumula España? ¿Teme que pueda llevar a algún tipo de ajustes o recortes?
-Sí, claro que me preocupa, y me preocupa que no se le dé la debida importancia. Vamos, como antes decía, a un mundo con condiciones monetarias menos expansivas, y en ese mundo quienes tengan una deuda excesiva van a ser perdedores. Lamentablemente, en España partimos de una situación mala. Es importante ser conscientes de esto y rectificar.
-¿Seguirán subiendo los tipos de interés?
-Si hacemos caso a lo que nos dicen los Bancos Centrales, los tipos van a permanecer altos durante un periodo largo. Existe una serie de factores determinantes que hacen que la última milla de la inflación vaya a costar mucho. Es fácil bajar la inflación, pero a partir de esa última milla será difícil porque hay una serie de factores estructurales que realmente serán muy complejos de cambiar: la desglobalización, la transición energética, los elementos vinculados a la ASG (ambientales, sociales y de gobierno corporativo) que suponen, sin duda, más coste, el mercado laboral que está muy tensionado…. Al final los tipos de interés van a permanecer altos durante un periodo largo de tiempo. ¿Tan altos como ahora? Probablemente a corto plazo un poquito más en la zona euro y, a medio splazo, es decir, en un periodo de un año o dos, un poquito menos que ahora. Pero un poquito únicamente, no demasiado menos.
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