Javier Sáenz de Jubera, presidente de TotalEnergies Electricidad y Gas: «La minería te enseña a valorar las cosas importantes de la vida»
«Yo ya era consciente de que, en un momento determinado, tenía que irme y de que había que buscar el momento más adecuado»
El asturiano Javier Sáenz de Jubera (Mieres, 1957) anunció ayer que el próximo 31 de diciembre se jubilará y dejará de ser presidente de ... TotalEnergies Electricidad y Gas. Afronta esta nueva etapa consciente de que ha tenido «mucha suerte» en la vida y con la convicción de que, después de 46 años de trayectoria laboral, «existen más cosas que el trabajo».
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–¿Cómo afronta su inminente jubilación?
–Primero con ganas, porque siempre he pensado que hay mucha vida después de la vida profesional. Cuando tenía 50 años, como había trabajado diez en Hunosa y podía jubilarme antes, siempre pensaba que me iba a jubilar a los 61 años y ni un día más, y fíjate dónde estoy. En cualquier caso, tengo muchos 'hobbies' fuera de aquí. Tengo una familia estupenda, un nieto en Londres… muchas cosas que llenan mi vida. Y además, soy de los que creen que hay que hacer cosas; igual que pienso que las empresas deben retornar parte de sus beneficios a su entorno, creo que las personas también.
–¿Va a presidir la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD) en Asturias?
–Sí, si el consejo rector aprueba mi candidatura mañana (por hoy). Creo que solo está la mía, pero no sé más. Es prematuro hasta que no se apruebe.
–¿Tendrá más tiempo para el deporte, una de sus aficiones?
–Sí, habrá más tiempo para el deporte, lo que pasa es que el cuerpo se queja porque llevo mucho deporte encima. Aun así, sí, habrá más tiempo para ir sobre todo al gimnasio; ya no tanto para correr, sino para nadar, caminar y hacer actividades más propias de esta etapa de la vida y menos de las que hacía antes.
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–Ha trabajado en la Universidad, en Hunosa y en el sector energético. ¿Qué etapa le ha llenado más, o de cuál se lleva un mayor aprendizaje?
–Todas son muy diferentes. La Universidad me cogió muy joven, porque fue lo primero que hice nada más empezar a trabajar; de hecho, era más joven que algunos de los alumnos a los que daba clase. Me gustaba mucho la Universidad, pero me surgió la oportunidad de entrar en Hunosa después de dos años allí y, como había estudiado Ingeniería de Minas, era de Mieres y tenía cierta relación con la minería —mi abuelo había trabajado en la minería de exterior—, me apeteció bastante incorporarme. Fueron años muy importantes. En aquel momento la minería del carbón tenía casi 25.000 empleados y su actividad es completamente distinta. Es otro mundo, muy duro y muy exigente para todos; para los mineros, que pasan allí muchas horas, y también para los ingenieros. Yo me quedo con que te enseña a valorar las cosas importantes de la vida.
–¿En qué sentido?
–La vida industrial es mucho más exigente que la vida administrativa, y la minera lo es aún más. Eso fue lo que más aprendí en Hunosa. Después, tuve la suerte de entrar, a través de Gas de Asturias, en el Grupo Hidroeléctrico del Cantábrico y vivir todo el proceso de liberalización del sector y la llegada de una multinacional como EDP. Y luego, la suerte también de estar en el proceso de compra de activos de TotalEnergies y recibir una buena propuesta para trabajar con ellos. Estos cinco últimos años en la compañía han sido un regalo para mí. Ver cómo una marca que quiere entrar en España apuesta por hacerlo bien, cómo avanza en el tránsito de los combustibles fósiles hacia las renovables y poder apoyarla, trabajando además con un equipazo. En general, he tenido mucha suerte en la vida.
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–¿Qué balance hace de este año, tanto en el plano personal como de la compañía?
–Yo ya sabía que, en un momento determinado, tenía que irme y que había que buscar el momento adecuado. Dentro de la empresa hubo un cambio de consejero delegado y me pareció razonable y prudente quedarme los primeros meses, compartiendo experiencias con él y ayudándole en lo que pudiera, del mismo modo que él sabe que estoy dispuesto a seguir haciéndolo. Ha sido un año de consolidación de la marca y de situarnos bien entre el cuarto o el quinto puesto en comercialización de energía en España. Y, desde el punto de vista personal, ha sido un año en el que uno empieza a ser consciente de que nadie sabe qué vida le queda por delante. No sé si viviré veinte años ni con qué calidad, o si me moriré la semana que viene de un infarto. Hay que pensar que, después de 46 años, existen más cosas que el trabajo.
–¿Y de estos últimos cinco años?
–Creo que es un balance muy positivo. Desde mayo de 2021 se hizo un trabajo muy bueno para posicionar la marca, porque es muy conocida en Francia y en Europa, pero en España era conocida en el mundo de los lubricantes y no en el de las renovables ni en el del cliente final. Creo que el equipo ha hecho un trabajo excelente en estos cinco últimos años. Yo estoy muy contento.
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–Su trayectoria profesional ha ido paralela al proceso de transición energética. Asturias ha pasado de ser una región exportadora de energía a importadora. ¿Qué supone este cambio para la región y cómo está posicionada en este escenario?
–Asturias está en una encrucijada. Hemos cerrado los grupos de carbón de Lada, de Soto de Ribera y de Soto de la Barca, y hemos transformado el carbón a gas en Aboño. En renovables, creo que hemos hecho prácticamente todas las inversiones en eólica; poco más se puede hacer. Y, claro, quienes estamos invirtiendo en solar, como nosotros, que tenemos autorizaciones para instalar 3 GW fotovoltaicos en España, con algunos proyectos ya en operación y más de 2.500 millones comprometidos, sabemos que, por razones obvias, estas inversiones no se hacen en Asturias, sino del Negrón para abajo. Desafortunadamente, Asturias pierde esa parte. Creo que, aun así, está muy bien posicionada en la construcción de equipos para el viento, con toda la actividad de Windar. Y luego nos queda, a medio plazo, lograr un posicionamiento adecuado en el hidrógeno, que todavía no es una energía de referencia hoy, pero lo será en pocos años. Y para la década de 2030 llegará también la eólica marina.
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–¿Qué es lo primero que quiere hacer cuando llegue la jubilación?
–Mi primer plan, que no sé si cumpliré, es escribir un libro. Es un propósito que llevo arrastrando no sé cuántos años y del que habré escrito, como mucho, 30 páginas. Espero ahora tener más tiempo. Pero no tengo intención de publicarlo, sino que será para mi familia, para que no le pase lo que me pasó a mí con mi padre, que tuvo una vida muy interesante y muy intensa, pero hay muchas partes de su historia que para mí siguen siendo una laguna.
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