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Bobinas de acero, almacenadas en un puerto de Chile. Reuters

El 40% de las nuevas capacidades siderúrgicas mundiales emplean hornos altos contaminantes

La OCDE asegura que crecerán un 6,7% hasta 2027 y que este exceso frenará planes de descarbonización como el asturiano

Domingo, 24 de agosto 2025, 20:29

Todo apunta a que el horno alto 'A' de Gijón apura sus últimos meses activo, ahogado por la crisis del acero derivada de la ... sobrecapacidad mundial y por las inversiones que requiere su actualización para alargar su vida útil y la imposibilidad de amortizarlas. Las cada vez más restrictivas normativas ambientales de la Unión Europea dispararán sus costes de operación y, de momento, Arcelor no prevé que sea rentable sufragar su remodelación.

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Sin embargo, mientras esto sucede, ese exceso de capacidad global sigue creciendo y lo hace, además, apoyado en buena medida en métodos tradicionales de producción altamente contaminantes, basados en los hornos altos como el que puede pararse definitivamente en Asturias, empujado, en parte, por la política de reducción de emisiones comunitaria que se plantea para frenar el cambio climático.

Esta paradoja ha vuelto a ser puesta sobre la mesa en el último informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sobre la siderurgia. Esta organización internacional con sede en París agrupa a 38 países miembros, con gran parte de los europeos, incluida España, pero también americanos, como Estados Unidos, Canadá, Chile o México; además de Australia, Corea del Sur, Japón y Nueva Zelanda. En su análisis 'Perspectivas del acero de la OCDE 2025' advierte de que el exceso de capacidad global amenaza el empleo, la competencia y la descarbonización y avisa de que este va a crecer en los próximos años.

Según sus cálculos hay proyectos para incrementar un 6,7% las capacidades mundiales entre este año y 2027. Se trataría de sumar 165 millones de toneladas más, hasta 721 millones, el 58% en Asia, pero también en Oriente Próximo y en África. De ellas, el 40% se basará en procedimientos «relativamente intensivos en emisiones, basados en hornos altos y hornos básicos de oxígeno (BOF)», la siderurgia integral presente en Asturias y que peligra en toda Europa. Mientras, compañías como la propia Arcelor la promueven en otros territorios, como India, donde prevé más beneficios y facilidades.

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Esto supondrá que «las tasas de utilización de las capacidades podrían de nuevo disminuir hacia el 70%», subraya también el análisis, lo que conllevaría «una enorme presión» para las factorías siderúrgicas, incluso las más competitivas. «Ya los precios del acero se han reducido desde su pico de 2021 hasta niveles históricamente bajos, aunque ahora parecen haber tocado fondo. La rentabilidad ha llevado una trayectoria similar, cayendo fuertemente en relación al nivel relativamente alto de 2021», señala el documento. Con este nuevo incremento, el total superará en 290 millones de toneladas la producción combinada de los países de la OCDE en 2024.

Como sector cíclico, la siderurgia suele tener altos y bajos. Vivió, por ejemplo, momentos muy duros tras la Gran Recesión, a los que siguió cierta recuperación hasta una nueva etapa de crisis agravada en 2018 por los aranceles al acero de Donald Trump en su primera etapa en la Casa Blanca. Se tocó suelo con la pandemia y los precios y la rentabilidad se elevaron fuertemente en 2021 al no dar abasto la producción ante la demanda disparada tras el parón del covid. Sin embargo, ahora, sobre todo en Europa, sufre un problema más estructural, en el que se suma al débil consumo la necesidad de milmillonarias inversiones para cumplir con la descarbonización y, un exceso aún mayor de capacidad mundial que satura los mercados y distorsiona los precios.

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En este sentido, la OCDE advierte de «la falta de igualdad» en las condiciones de producción. Más allá de las laborales o medioambientales, subraya cómo muchos gobiernos, principalmente asiáticos, con el objetivo de promover su industrialización y reducir la dependencia de las importaciones de acero sostienen directamente la producción de sus factorías, incluso a pérdidas, con subvenciones directas, tratamientos fiscales preferenciales o incitaciones a realizar inversiones «comercialmente injustificadas».

Mayor autonomía

Hay que tener en cuenta que en buena parte de estos países es donde se está produciendo un aumento de la demanda de acero, que se concentra en Asia y África, y el objetivo de los gobernantes con estas medidas es ganar autonomía frente a otros países. Es lo que sucede en India y por lo que Arcelor lo considera un mercado estratégico para invertir y crecer y concentra allí sus inversiones mientras cierra capacidades en Europa. Además de ser el país más poblado del mundo y estar en pleno desarrollo, lo que dispara el consumo, intenta incrementar la producción local para no depender del acero chino, pero todo ello tiene un impacto que no se queda en su territorio. La parte que ya no absorba acabará en el mercado mundial, lo que reducirá los precios globales y la competitividad de factorías como las europeas, con costes mucho más altos. Esto, explica la OCDE, «reduce la rentabilidad de la industria siderúrgica y el capital disponible para invertir en nuevas tecnologías, dificultando los esfuerzos de la industria para descarbonizarse».

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En esta situación se encuentran, precisamente, las plantas asturianas de Arcelor, que a pesar de haberse convertido en las más rentables del grupo en Europa no logran atraer inversiones claves para su supervivencia, como el segundo horno eléctrico para la acería de Avilés o la planta de reducción directa del mineral de hierro (DRI) que se había previsto. De hecho, de todos los anuncios de proyectos milmillonarios de descarbonización realizados por la multinacional en Europa –los hubo también en Francia, Alemania y Bélgica–, solo el horno eléctrico de la acería de Gijón se está ejecutando, con una inversión de alrededor de 213 millones, y este no puede garantizar las capacidades industriales de las factorías asturianas.

De hecho, la OCDE avisa también de que, aunque se desarrollen las tecnologías basadas en el hidrógeno para producir DRI, estas se asientan sobre minerales de hierro de alta calidad y una disponibilidad sustancial de energía renovable, «dos elementos que están desigualmente distribuidos a escala mundial y, en consecuencia, los lugares de producción de acero y los flujos comerciales internacionales de hierro y acero son susceptibles de sufrir cambios significativos en el futuro».

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Para afrontar todos estos retos, la OCDE llama también a la colaboración internacional reforzada entre los gobiernos y la industria para atenuar las tensiones comerciales y afrontar las causas profundas y los desequilibrios estructurales entre las capacidades excedentarias y la demanda. No obstante, esto es complicado, sobre todo, en un contexto marcado por la guerra comercial y en el que cada país mira por sus intereses.

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