Los barones temen que Casado se enroque en su discurso tras el 26-M
Los líderes territoriales le reclaman no errar en la lectura de los resultados y sospechan que su demanda de cambios en la cúpula está aparcada
NURIA VEGA
MADRID.
Miércoles, 29 de mayo 2019, 01:00
En las organizaciones territoriales del PP se ha despertado en las últimas 48 horas el temor a que Pablo Casado se encastille. Algunos de los barones que asistieron el lunes al Comité Ejecutivo Nacional creen que la dirección ha leído los resultados de Madrid, donde los populares podrían retener la Comunidad y recuperar el Ayuntamiento, más en clave de «éxito» que de nueva «oportunidad». Y ahora el «riesgo», advierten, es que el presidente, salvado su liderazgo el 26-M, se reafirme en un discurso «derechizado» en lugar de introducir rectificaciones en el rumbo.
El PP se ha mostrado estos días mucho más plural que en los últimos años. Es un partido acostumbrado a la jerarquía y a comportarse de manera monolítica, pero las diferencias de criterio se expusieron con sinceridad el lunes en el almuerzo privado con Casado en la sede de Génova. Lo hizo con «contundencia» el presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, uno de los principales defensores de no abandonar la centralidad política, preocupado ahora por la percepción que puede tener el electorado de una formación que se escora.
Pero la suya no es, ni mucho menos, una opinión aislada. Su inquietud recorre las principales organizaciones territoriales del PP, donde son muchos los cargos que no se sienten «cómodos» en el terreno ideológico que, señalan, linda con Vox y advierten sobre mensajes que han ido extremándose hasta el hundimiento electoral del 28-A. «Ahora que hemos detectado los errores cometidos, no podemos volver a repetirlos», defiende un dirigente del partido.
La mayoría reconoce que el discurso de Casado, en lo nuclear, no ha variado desde las primarias y el congreso de sucesión de julio. Entonces, muchos atribuyeron la vehemencia de algunos planteamientos a la intensidad de la batalla interna por el liderazgo y confiaron en que el nuevo presidente acabara «moderándose». Los acontecimientos de los últimos meses, dicen, han despertado recelos.
Fuentes populares apuntan a la «influencia de FAES» y del entorno de José María Aznar, y lamentan que en las listas electorales no se aprovechara el «capital de gestión» que tenía el partido. Tampoco les tranquilizan ahora los rumores de que Casado piensa en la diputada por Barcelona, Cayetana Álvarez de Toledo, que abandonó el proyecto de Mariano Rajoy por estar en desacuerdo, para la portavocía del Congreso.
La herencia recibida
En ninguno de los escenarios que barajaron las direcciones territoriales antes del 26-M cabía que el equipo de Casado se reafirmara en su estrategia. Quienes contemplaron la posibilidad de que, vía pactos, se conservara el poder autonómico, también pronosticaron que el día después de los comicios la cúpula aceptaría introducir cambios, virar a la centralidad, escuchar a las estructuras del PP y sumar nuevas voces en Génova. Hoy, ya no lo ven probable, al menos en el corto plazo. Ni tan siquiera comparten el diagnóstico de lo que ha pasado.