El PSOE se siente fuerte para gobernar Asturias en solitario y con pactos concretos
No contempla a priori un ejecutivo de coalición y buscará acuerdos a partir de su programa, dando prioridad a la izquierda pero sin cerrarse puertas
ANDRÉS SUÁREZ
OVIEDO.
Martes, 28 de mayo 2019, 02:24
Ni en los cálculos más favorables del PSOE asturiano entraba la posibilidad de llegar a la cifra simbólica de 20 diputados. Las estimaciones más optimistas, a partir de la información recogida por su engrasada maquinaria electoral, llegaban hasta 19 escaños pero no pasaban de ahí. No extraña pues que el recuento definitivo inyectase un chute de adrenalina en las venas de un partido que ha pasado por momentos internos muy complicados en la etapa reciente. Los socialistas encaran la nueva legislatura desde una posición de fortaleza, la que otorga que el más directo rival se haya quedado diez parlamentarios por debajo y que los competidores en el mismo espectro ideológico, Podemos e IU, hayan sufrido un retroceso más que notable. A partir de este análisis, el primer esbozo de la situación que se hace en las filas del partido pasa, a priori y a expensas de una multitud de variables que operan en este complejo juego que es la política, por tratar de gobernar en solitario, sin ejecutivos de coalición de por medio. Y buscando pactos puntuales, siempre a partir del programa propio y preferentemente por la izquierda pero sin cerrarse puertas.
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Solo una circunstancia impide que la irrefrenable alegría socialista se torne en euforia incontenible. Durante buena parte del recuento IU se mantuvo en la frontera de los tres diputados, cifra que además de asegurar a la coalición un grupo parlamentario propio, permitía llegar, añadiendo los 20 del PSOE, a la cifra mágica de 23 escaños que otorgan la mayoría absoluta en la Junta General. Las relaciones entre ambas formaciones son históricamente buenas, hay experiencias de gestión compartida en el pasado y en la última legislatura ya se alcanzaron distintos acuerdos. Pero el equipo que lideraba Ángela Vallina acabó perdiendo uno de esos escaños hasta quedarse en dos y con ello se difuminó la hipótesis teóricamente más accesible para garantizar la estabilidad del gabinete que presida Adrián Barbón.
¿Qué sucederá ahora? De momento, tiempo, cautela y prudencia. Tal y como ayer mismo precisó el propio Barbón, la prioridad ahora es asegurar mayorías para retener bajo el color socialista el mayor número posible de ayuntamientos, algo que requerirá de pactos y alianzas. Habrá que ver en qué medida esas negociaciones pueden influir en el escenario regional que vendrá después. Y también comprobar cómo evolucionan los contactos en Madrid, donde Podemos, a través de Pablo Iglesias y a pesar del batacazo de la noche del 26-M, presiona para tener presencia en el próximo ejecutivo que encabece Pedro Sánchez.
A la espera de ver cómo avanzan los acontecimientos, la posición apriorística del PSOE pasa por, desde la fuerza que representan esos 20 escaños, gobernar en solitario. Un gabinete compartido con IU podría haber tenido sentido pero las cifras no encajan, y con Podemos, partido con el que los socialistas se las han tenido tiesas estos últimos años dado el discurso beligerante que los morados han mantenido en todos los frentes, no parece que la relación esté lo suficientemente madura para llegar a tal tipo de alianza. Mucho menos, por otras circunstancias, con Ciudadanos.
Es verdad que Barbón juega con el terreno a su favor. Sus 20 escaños superan a la suma de todas las formaciones del espectro del centro-derecha -PP, Ciudadanos, Foro y Vox se quedan en 19- y eso le garantiza la investidura como presidente sin consensos previos. A partir de ahí, queda la hipótesis de algún acuerdo estable de legislatura que no contemple la entrada de otro partido -caso de Podemos- en el gobierno, pero en las filas socialistas son muchos los que piensan que es improbable que nadie, y en este caso el partido morado, aporte esa estabilidad prácticamente gratis, a cambio de nada. Claro que la otrora formación emergente no está ahora, después de perder cinco diputados el 26-M y quedarse en solo cuatro, en posición de exigir demasiado.
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Esos 20 escaños y el reparto de fuerzas tan fragmentado del resto de los grupos deja pues al PSOE en una posición muy favorable a la hora de buscar pactos puntuales que le permitan gobernar y aprobar leyes fundamentales como los presupuestos, así como el día a día de la vida parlamentaria. Escenario de exploración de acuerdos que los socialistas quieren abordar a partir de una palabra clave: programa. El documento programático con el que se presentaron a los comicios será el eje de todo diálogo. Prioritariamente, por sintonía política e ideológica, con la izquierda, con Podemos e IU, pero teniendo en cuenta que si esas puertas se cerrasen, al menos aritméticamente hay otras en las que tocar si procede. Aunque en frontal discrepancia en los últimos meses, nadie olvida que Ciudadanos llegó a firmar un pacto estatal con Pedro Sánchez y son muchos en el ambiente político estatal y regional los que piensan que, fuera ya de la contienda electoral, la relación entre los dos partidos irá poco a poco dulcificándose. El escenario está muy, muy abierto.
Ayer, Barbón prometió diálogo y humildad pero dejó claro al resto de partidos del arco parlamentario, sobre todo a aquellos más belicosos en la pasada legislatura y en la campaña, un saco en el que entran desde el PP hasta Podemos pasando por Ciudadanos, que es hora de cambiar: «La gente ha dicho basta a la confrontación y la bronca».
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