Dificultad añadida
El escrutinio del 26-J podría dar lugar a un panorama más complicado que el del 20-D, forzando al PSOE a jugarse su integridad
editorial
Viernes, 10 de junio 2016, 17:32
La encuesta realizada por el CIS entre el 4 y el 22 de mayo avanza un panorama partidario levemente distinto al que ofreció el 20-D, y todavía más complejo o comprometido para la gobernabilidad. Los encuestados confirman la fragmentación de las Cortes, con un reparto de votos y escaños que hace inimaginable la vuelta a la mayoría absoluta de un único partido y dificulta los acuerdos parlamentarios.
Esta imagen demoscópica condiciona sin duda la campaña que comienza hoy. La hace sobre todo relevante que haya un tercio de indecisos, obligando a los partidos a no escatimar esfuerzos en busca de votantes que consideren propios y de otros ajenos. Anuncia el sorpasso de Unidos Podemos respecto al PSOE, lo que sitúa al partido de Pedro Sánchez en una recta final cuesta arriba, dado que la previsión del CIS podría desmovilizar a sus bases, como ya ha ido adelantando su candidato en declaraciones previas.
El pronóstico de un Parlamento tan fragmentado emplaza a las distintas formaciones a modular el encono electoral y el contraste de proyectos de forma que la confrontación no imposibilite el entendimiento después del 26 de junio. Es el temple político exigible a quienes se mostraron incapaces de administrar los votos ciudadanos del 20-D para dotar al país de una mayoría de gobierno. Parece improbable que esta vez los votantes se dispongan a facilitarles su labor, otorgando mayorías claras de un signo u otro.
Del mismo modo que resulta lógico que los contendientes realcen sus diferencias en la campaña, es imprescindible que no acaben sepultando las coincidencias actuales o las que pudieran sostener un futuro gobierno mediante la negociación. Aunque también en este punto es el PSOE quien peor parado sale de la encuesta del CIS. Porque si bien el cómputo final de votos y escaños inclina la balanza del 20-D hacia la izquierda, de confirmarse el sorpasso a favor de Iglesias y Garzón en esta segunda vuelta el socialismo se encontraría ante la encrucijada de explorar un acuerdo con Unidos Podemos o de orillarse voluntariamente favoreciendo la continuidad del PP al frente del gobierno.
Una disyuntiva que pondría en entredicho la precaria unidad interna en que se mueven los dirigentes del PSOE desde que comenzó a desmoronarse el bipartidismo, y que ya está pesando peligrosamente en el ánimo de los socialistas de cara al 26 de junio.