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La candidata de la coalición, Sofía Castañón, ayer por la noche.

«Estos no son los resultados que nosotros queríamos»

«Hay más responsabilidad que desánimo», dice Castañón, mientras Orviz emplaza a «analizar las causas» que impidieron a Unidos Podemos dejar atrás al PSOE

SUSANA BAQUEDANO

Lunes, 27 de junio 2016, 03:16

Cuando todo el pescado estaba vendido y el voto, en su mayor parte, escrutado, Unidos Podemos no cayó en la tentación de subirse al atril para suavizar unos resultados que, tal y como reconocieron desde el principio, no fueron los deseados. Tampoco en Asturias. La cabeza de lista al Congreso, Sofía Castañón, lo decía bien claro al principio de su intervención: «Estos no son los resultados que queríamos ni los que nos van a permitir un gobierno que responda a las necesidades de la mayoría social». Cuando el recuento llegó a su fin, la coalición solo sumó 140.058 votos (a falta del voto inmigrante), frente a los 132.984 y los 52.584 que Podemos e IU consiguieron por separado en los pasados comicios de diciembre.

Castañón asumió la necesidad de «escuchar a la ciudadanía» y de hacer autocrítica, pero aclaró que tras estas elecciones, siente «más responsabilidad que desánimo». Desánimo, completó, «no puede haber cuando ha habido tanta gente que nos ha apoyado».

Unidos Podemos ha mantenido los dos escaños obtenidos hace seis meses. Pero no es menos cierto que no ha conseguido rentabilizar la coalición con IU para arañar el tercer diputado. Los resultados, insistía la número uno a la Cámara Baja, «han sido fruto del trabajo colectivo». Dicho lo cual, tranquilizó, «escuchamos el recado y lo tenemos en consideración». Porque, a partir de mañana «toca trabajar» para «dar una respuesta a la mayoría social de este país. Aunque no va a ser tan pronto como queríamos».

El secretario general y diputado regional de Podemos, Daniel Ripa, había sido el primero en saltar al ruedo en una noche complicada. «Seguiremos trabajando para ganar Asturias, para ganar el país. No hemos logrado el cambio, pero llegará», prometió. El análisis de Ripa fue más allá de las fronteras moradas: «Lamentablemente, Areces seguirá siendo senador». Nombró el 'caso Renedo' y los sobrecostes de El Musel, para advertir que «ni la historia ni la memoria se paran por mucho que quieran algunos». Tiró de sentimiento, del «hilo rojo y morado» de la historia que lleva «a las huelgonas del 62 y al 15-M» y, desde ahí, al cambio «que llegará a Asturias». Mañana, sostuvo haciendo un guiño a la campaña, «tendremos motivos para seguir sonriendo y seremos capaces de recuperar Asturias para su gente, para las personas que se esfuerzan día a día». Somos, insistió una vez más, «la Asturias que sonríe, pero no tanto como nos gustaría».

Efectivamente, con pocas sonrisas, el coordinador general de Izquierda Unida en la región y número tres de la lista al Congreso, Manuel González Orviz, reconoció también que no se había alcanzado «el objetivo que buscábamos». Ese objetivo, fue el único que lo dijo, «era el 'sorpasso' y sigue siéndolo». Y, como Unidos Podemos no ha sido capaz de adelantar a los socialistas en Asturias -ni en diputados ni en número de votos-, «tendremos que analizar cuáles son las causas que han dado este resultado».

El único representante de IU que se dirigió a los votantes tras el escrutinio, quiso trasladar «a ese sector importante de la izquierda y del progreso que se ha quedado en casa, al que no hemos sido capaces de movilizar estas elecciones, que sabremos escuchar su mensaje, porque es nuestra razón de ser».

Orviz aseguró compartir una parte del mensaje de Ripa: «Se trata de avanzar en la unidad de la izquierda progresista y alternativa del cambio». En este sentido, zanjó sin profundizar demasiado, «seguiremos luchando por este proyecto, por esta apuesta y por mejorar las vidas de la gente». Un proyecto que aunque no ha salido como ambas fuerzas deseaban, sí ha «mantenido el mapa político» de diciembre en Asturias.

Los tres dirigentes hablaron después de que el recuento hiciese saltar por los aires todas sus previsiones. Cuando las encuestas a pie de urna todavía apuntaban a un adelantamiento por la izquierda, Sofía Castañón compartía conversación con los primeros simpatizantes de Unidos Podemos, que poco después de que cerrasen los colegios y aún sin noticias del escrutinio ya comenzaron a llenar el bar La Nueva Calleja La Ciega para acompañar a sus partidos en la noche electoral. Poco después llegaban, juntos, Orviz, y el diputado regional Gaspar Llamazares.

El ambiente, como en todas las sedes, no carecía de cierto nerviosismo y dejaba meridianamente claro que una coalición junta, pero no revuelve. La vieja guardia de Izquierda Unida consultaba sus móviles en la terraza de la planta baja. Castañón y los suyos seguían los resultados a una buena distancia y con escaleras de por medio, en la terraza del piso de arriba. A medida que avanzaba la noche y se conocían más datos, el hasta la saciedad mentado 'sorpasso' se alejaba de la mano del ambiente festivo. Aumentaban a la vez los rostros de preocupación en el que, por unas horas, fue el cuartel general de la izquierda en Oviedo. Caras largas de las que ya pocos fueron capaces de desprenderse, después de que el secretario de Política de Podemos, Iñigo Errejón, anunciase desde las pantallas que los obtenidos «no son unos buenos resultados para España, porque retrasan el cambio». Después de eso, nadie conservaba ganas de fiesta.

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