«A la empanada no le damos la importancia que debiera tener»
La filosofía de esta tienda que cumple 30 años con su segunda generación al frente siempre ha sido «trabajar con producto y recetas de Asturias»
Aldea cumplió 30 años el pasado 1 de abril. La tienda y panadería-confitería de Posada de Llanera que abrieron Carmen Martínez y Raúl Vázquez y ahora dirige su hija, Rocío, es un acrónimo de Alimentos de Asturias porque «abrimos queriendo potenciar el producto regional». Su éxito con las empanadas llegó después, y tal es así que acaban de despachar la número 500.000, «aunque en realidad llevamos muchas más porque no contamos las del catering», recalca el fundador, que fue el chófer del presidente de Hunosa y aprovechó un día que esperaba para dibujar el logotipo de la marca.
–¿Por qué deciden abrir una tienda enfocada al producto asturiano?
–Raúl: Me gustaban los productos asturianos. Ya estaba Crivencar y César Suárez y su socio, Marino González [los fundadores], eran mi referente. Así que Carmen y yo decidimos abrir una tienda que tuviera productos de la tierra y fuera también panadería-confitería.
–Apostar por el producto regional ahora es habitual, pero no en 1994...
–Raúl: ¡Qué bah! Entonces me daba pena ir a un restaurante, de cualquier tipo y categoría, porque si tenían queso solo había manchego y de Cabrales. Y nada de sidra ni vino de Cangas, que por entonces no tenía nada que ver con el que se elabora ahora.
–¿Qué productos empezaron a vender?
–Raúl: Desde el principio tenemos conservas. Y apostamos mucho por los dulces asturianos, los cuales elaboramos siguiendo recetas caseras. Por ejemplo, para les casadielles seguimos la de mi abuela Leonor; el arroz con leche, con la de la bisabuela de Rocío y los suspiros de Payares, con los trucos de una amiga del pueblo. El 95% de lo que vendemos es asturiano.
–¿Qué pasó con las empanadas?
–Raúl: No lo sabemos, tampoco tenían especial fama entonces... Pero un domingo vendimos 20 y nos pareció la leche. Ahora, cualquier sábado o domingo rondamos las 200 y el martes de campo llegamos a 500.
–Es que la empanada siempre está ahí, pero no se reconoce...
–Raúl: Exacto. No le damos importancia. Una vez, aparecieron por la tienda el alcalde de Llanera y el presidente del Principado, entonces Javier Fernández. Cuando empezamos a hablar de ellas le dije: '¿Sabe qué nos falta, presidente? Saber venderlas, saber vender el producto asturiano en general. Venderlo fuera'. Es que hay una cosa que se llama pizza, que es una empanada a la que le falta la tapa, que se conoce en todo el mundo (Ríe). Pero nos funciona mucho la tienda online.
–¿Se venden bien a domicilio cuando es un producto que se encuentra fácilmente?
–Rocío: Vendemos muchísimas. Empezamos a hacerlo muy pronto, en 1999.
–¿Su secreto está en la masa?
–Raúl: Lleva siendo la misma desde el inicio, una receta que Carmen recuperó de su abuela. No es hojaldre ni pan, sino una especie de masa quebrada, una cosa intermedia que triunfó y ahora es nuestra seña de identidad. El secreto, para mí, es que están recién hechas, como vendemos tantas...
–¿Y el relleno?
–Rocío: Tenemos 20 diferentes, resultado de probar y repetir mucho antes. Está la indiana (carne picada, cheddar y salsa barbacoa casera con jalapeños), de cachopo, de berberechos y gambas, la de la cuenca minera (chorizo, panceta, huevo y pimientos), de manzana o la exconxurada (criollo, bacón, cebolla confitada y salsa de mostaza y miel), pero la que más se vende es la de cecina con queso de cabra.
–Raúl: Las que menos salen las sustituimos. Hay algunas que no se venden y es un misterio, por ejemplo la de compango o la de parrochinas con jamón.
–¿Por qué la segunda generación, odontóloga, decide coger el relevo?
–Me crié aquí. Cuando mis padres se iban a jubilar, decidí quedarme con el negocio. Llevo aquí toda la vida, pero oficialmente acabo de cumplir 16 años.
–¿Cómo es el día a día?
–Siempre hubo dos turnos, mañana y tarde, y van rotando, pero este verano tuvimos que meter un tercero que se dedica solo a hacer empanadas. Todo el personal hace de todo: atiende en tienda y elabora; es la forma para que no se trastoquen los turnos por vacaciones o cosas que puedan surgir. Y nunca fue un requisito que supieran hacer, casi nos gusta más que empiecen de cero con nosotros. Somos 23 en verano, que para nosotros empieza el martes de campo y acaba con San Mateo, y 18 el resto del año.
–¿Les han tentado con abrir una segunda tienda fuera?
–Rocío: Todas las semanas (Ríe). Y también de otras tiendas para vender nuestro producto, pero la respuesta es siempre la misma, que no damos abasto con lo nuestro, como para ir a más.
–Raúl: Hubo un momento en que me lo pensé y hasta lo miramos con una empresa madrileña que ayuda a sacar adelante franquicias. Pero es que dar el salto te complica mucho la vida. Éxito iba a tener seguro, no tengo duda, pero tendríamos que mudarnos a una nave industrial más grande, y eso solo para empezar.