Borrar
Despliegue especial en la web de EL COMERCIO con motivo del Sporting -Mirandés
Elio Fernández, en la barra de su restaurante. PALOMA UCHA
«Me sugieren que me mude a una ciudad, no entienden que quiera seguir en Coaña»

«Me sugieren que me mude a una ciudad, no entienden que quiera seguir en Coaña»

Las ideas que este chef trajo de Europa para aplicar en el negocio familiar tuvieron que esperar por la crisis, pero ahora ofrece en Ortiguera menú gastronómico con cocina abierta

POR JESSICA M. PUGA

Jueves, 24 de octubre 2019, 22:13

Ferpel es un restaurante fuera de lo corriente. Conseguirlo ha sido obra del empeño de su actual responsable, Elio Fernández Peláez (Ortiguera, Coaña, 1983). El pequeño de los cuatro hijos que tuvo el matrimonio fundador del negocio es el único que mantuvo la tradición hostelera. Cursó cocina en la Escuela de Hostelería de Foz, porque en Gijón se quedó sin plaza, y empezó a trabajar en Villalba. De ahí probó fortuna en Suiza, Madrid, Valencia, Alicante y Pastrana (Guadalajara), antes de regresar a casa, al bar de pueblo que sus padres abrieron hace ahora tres décadas. A su regreso no tenía claro qué le depararía el futuro, pero ahora, doce años después, lo tiene claro como el agua. Dirige un restaurante gastronómico enfocado al producto local y con cocina abierta.

-Criarse en un bar de pueblo imprime carácter, ¿no?

-Mis padres abrieron el local cuando yo tenía cinco años. Para ellos era una forma de ganarse la vida más que un negocio y para mí era mi casa. Cuando era pequeño estaba siempre en la cocina, y a los 12 años servía los menús cuando volvía del colegio. Con 14 empecé a implicarme más.

-¿Cuál era la oferta entonces?

-Era una parrilla. Hacían churrasco y menú del día con un primero, un segundo y un postre. No había para elegir ni tampoco una carta.

-Decide que quiere ser cocinero, se prepara para ello y regresa a casa.

-Sí, pero regresé con la idea de dejar la hostelería porque estaba muy quemado de horarios y jefes... Sin embargo, ayudé a mi madre una Semana Santa. Empezamos a hacer jornadas en las que preparábamos platos que yo había aprendido viajando. La gente empezó a hablar de ello, así que lo mantuvimos e hicimos el nuevo restaurante. Esto fue hace doce años.

-Decide quedarse, pero ¿mantuvo las ideas de sus padres?

-Empecé a hacer la cocina que más o menos tenemos ahora, pero entonces el cliente no estaba tan educado en lo gastronómico. Quitamos la parrilla y empezamos a hacer pescados a la sal, al horno, arroces, mariscos... Recuerdo la cara de mi padre cuando le dije que íbamos a tener una carta de vino para la que necesitábamos gastar 14.000 euros en materia prima. Nos fue bien, porque aprovechamos los últimos años de bonanza antes de la crisis, pero después llegaron tiempos difíciles, así que tuve que dar un paso atrás. Llegué con la intención de comerme el mundo, pero el mundo me estaba comiendo a mí. Por eso empezamos a hacer eventos.

-¿Cuál ha sido la evolución final?

-Cuando mi madre su jubiló hace cuatro años me decidí a montar mi sueño, el restaurante gastronómico con una barra en la que dar de comer.

-Los restaurantes empiezan a abrir su cocina al cliente de forma literal. ¿Qué ofrece Ferpel?

-Tenemos la cocina a la vista y el cliente puede entrar todas las veces que quiera. No escondemos nada. Según entra, ve una barra para comer que solo usamos para cenas de viernes y sábado. Ahí damos un aperitivo y enseñamos la cocina donde hacemos las elaboraciones frías y al vapor. Luego pasamos a donde hacemos pan y dulce y les damos otro aperitivo y llegamos a la cocina caliente, donde hay otra barra y damos otro aperitivo. Ahí explicamos que hay dos tipos de menú y les cogemos la comanda. Finalmente van a la sala donde comen.

-¿Es una idea viable?

-Ahora estamos bien, pero no seríamos rentables sin los eventos.

-¿El occidente está olvidado?

-Lo estaba por las comunicaciones, pero con la autovía la gente ya viene.

-¿Se ha planteado trasladar el negocio a una gran ciudad?

-¿Por qué? La vida de pueblo me gusta. Quiero conseguir esto aquí, petarlo en Gijón o Madrid es fácil, el problema es mantenerse porque eres uno más. Muchos me sugieren que me traslade, no entienden que quiera seguir en Coaña.

-¿Tenemos, en Asturias, productos infravalorados?

-Hay muchos que despreciamos porque los consideramos de poco valor. Nosotros preparamos bacalao con grelos en los eventos, cocinamos gallina vieja y presentamos maridados y ahumados los muiles.

-¿No sigue las modas?

-Sigo a cocineros y gastrónomos, pero no a 'influencers' porque me parecen poco sensatos a veces. Atiendo a técnicas nuevas y cosas así, pero intento que no me influya en exceso.

-¿Qué espera del futuro?

-No tengo retos, quiero disfrutar de lo que me gusta logrando que el trabajo no me mate. Tengo tres hijos y quiero dedicarles tiempo. Por eso no abrimos por las tardes. La conversión de horarios es parte del presente del oficio, ¿cómo va a haber camareros si les obligamos a trabajar todo el día?

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio «Me sugieren que me mude a una ciudad, no entienden que quiera seguir en Coaña»