«Los dos grandes enemigos del agua son la luz y la temperatura»
ENRIC GAMELL | SECRETARIO DEL CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN DE AGUAS DE SOMIEDO ·
Un proyecto que tiende la mano a la sostenibilidad y la vida rural da como resultado agua mineral natural que no procede del suelo, sino de un manantial de altura
Aguas de Somiedo está cerca de cumplir un año en el mercado. Detrás de un proyecto «que no podría explicarse sin los principios de sostenibilidad, reciclabilidad y ecología», detalla uno de sus accionistas y actual secretario del consejo de administración, Enric Gamell, hay más de una década de trabajo. El resultado es un agua mineral natural que se vende en envases de un 91% de origen vegetal.
–¿Por qué Asturias y con agua?
–Se nos ocurrió invertir en el sector primario; se hizo un estudio y se vio que en Asturias, y concretamente en Somiedo, había mucha agua. Detrás de Aguas de Somiedo, empresa constituida en 2006, hay todo un proceso de análisis, inversión, catalogación del agua mineral natural, permisos y explotación tras el cual, al cabo de varios años, conseguimos la concesión administrativa para poder coger el agua. Todos los estudios se hicieron a través de la Universidad de Oviedo y los ingenieros de Minas que participaron también son de la región, igual que la empresa, cuyo domicilio fiscal está en Asturias.
–¿A quién se le ocurrió?
–A un grupo de pequeños emprendedores, un asturiano y varios catalanes con Asturias en el corazón. No venimos del sector de la alimentación, pero decidimos invertir en él porque nos salió la oportunidad y nos planteamos aquello de '¿por qué no?'.
–Invertir en el sector primario...
–Lo tuvimos claro desde el inicio: el agua es un bien necesario, insustituible y escaso.
–Pero la puesta a punto se les complicó más de lo previsto.
–Teníamos que haber empezado a vender en 2019 y acabó siendo en el 21 por culpa de la pandemia. La maquinaria no llegaba y los equipos de trabajo no podían coincidir en la planta. Y aún no tenemos wifi ni línea de teléfono, lo que lo dificulta todo, pero eso ya no está en nuestras manos.
–¿Cuál es su producción actual?
–No tenemos un sistema diario, sino que vamos produciendo en función de lo que va saliendo. Tenemos laboratorio propio y en la planta de Veigas hay dos trabajadores fijos a tiempo completo; la previsión es que en tres o cuatro meses haya entre 4 y 6 personas trabajando, todas del Valle de Somiedo.
–¿Cómo es el agua de Somiedo?
–Procede de un manantial de altura, es decir, no cogemos el agua del suelo, de un pozo o acuífero subterráneo, sino de arriba. Todo el agua del valle es un acuífero interior que, según dicen los expertos, cuando nosotros la envasamos, lleva ya ahí cinco años, y por eso tiene características minerales que no tiene ninguna otra.
–Y la envasan diferente...
–Es una cuestión técnica. El agua tiene dos enemigos: la luz y la temperatura. Con nuestro envase, fabricado en Finlandia, hemos conseguido dejar a cero la luz porque la protege por completo y, como llenamos a oscuras, podemos decir que nuestra agua nunca ha visto la luz. Este envase también la protege de la temperatura. Por eso mantiene su sabor exacto.
–¿La sostenibilidad fue buscada?
–Desde el principio. Por eso el envase es totalmente ecológico, sostenible y sin plástico, y el tapón viene del residuo de caña de azúcar. Este cartón se puede reutilizar seis veces y en él todo es reciclable.
–¿Cómo le llega este discurso a un consumidor acostumbrado a otras cosas?
–Está concienciado. Lo que no tiene sentido es que se produzcan 1.500 botellas de agua al año.
–¿A quiénes se la venden?
–Estamos en el lineal y en el canal Horeca, que está funcionando mejor de lo que esperábamos en plena pandemia. Y acabamos de firmar con la Federación Catalana de Tenis.
