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JESSICA M. PUGA
Viernes, 10 de noviembre 2017, 03:21
Iniciado noviembre es el momento de elegir entre decenas de marcas de champagnes, cavas y sidras para incluirlas en la cesta de la compra en cantidades superiores a lo habitual. El mes que este año ha traído el frío a Asturias es también la fecha de inicio de la temporada fuerte para productores y distribuidores de cuanta bebida burbujeante existe en el mercado. Burbujas, el salón de los espumosos que cada año por estas fechas organizan el diario EL COMERCIO y la empresa de eventos gastronómicos Gustatio, lleva ocho años siendo su mejor escaparate en la región.
La última edición hasta la fecha, la octava, se celebró ayer en A Feira La Llorea Golf, en Gijón, y congregó a un millar de personas entre profesionales y público general, que tomó el relevo y llenó de actividad el salón hasta bien entrada la noche. Todos bien atentos a las cualidades y particularidades de las bebidas que tenían delante. Había botellas que llevaban más de 30 meses a la sombra; cavas para cuya elaboración se requerían hasta cuatro tipos de uvas y botellas cuyo etiquetado avisaba de que el contenido estaba lo suficientemente frío para servirlo.
Proseccos, moscato d'Asti cavas, champagnes, sidras y albariños se descorcharon en Burbujas para gusto de productores y consumidores, que también pudieron disfrutar de gastronomía dispar, pensada para maridar con las burbujas. Los diferentes estands sirvieron a primera hora mortadela, vitello tonnato, pan y quesos italianos (Negrini), fabada y carrilleras (Del Llar), ostras (Daniel Sorlut), jamón ibérico (Señorío de Montanera), dulces y chocolate (Chokoreto) y conservas (La Brújula). Este último abrió hasta última hora de la noche.
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La principal diferencia entre las sidras brut y el resto de bebidas presentes en Burbujas es obvia: la materia prima. Mientras que la bebida patria se hace con manzanas, para las demás se emplean uvas. Más complicado es hacer distinción entre el cava y el champagne: «Ambas tienen una segunda fermentación en botella, así que la principal diferencia es la variedad de uva», explica Óscar Sobrino, importador del champán de la marca Drappier (además de fabricante de La Brújula y distribuidor de Hispano-Suizas, también presente en Burbujas). «La uva francesa es mucho más ácida que la catalana. Por eso los cavas necesitan un menor tiempo de crianza y a los nueve meses puedes tener el producto listo», apunta Rosa Moraleda, de Rovellats.
Las principales novedades burbujeantes de la cita las pusieron Negrini (que mostró proseccos, moscato d'Asti, lambruscos) y Mar de Frades, que trabaja uva albariño. «Este vino nació con la idea de plasmar la identidad de la zona», explica Lorena Salvanés, embajadora de la marca. Hubo muchas más firmas presentes en Burbujas, que cuenta con el patrocinio de Adarsa, concesionario oficial Mercedes Benz en Gijón y Divertia. Y con la colaboración de la plataforma Voy a Comer en... y Prendas Laborales San Antonio. Dumangin, Roger Goulart, Codorníu, Dominio de la Vega, Emilio Martínez, Grimau, Juvé & Camps, Monza, Murviedro, Piper-Heidsieck, Poma Áurea, Pomarina, Reventós i Blanc, Sumarroca y Vardon Kennett y Pumariega. La cena la pusieron los Manzano en La Salgar.
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