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REPRODUCCIÓN. Las tropas francesas resultaron vencedoras en el enfrentamiento con españoles y asturianos, como así lo refleja este cuadro de origen francés.
Cuando Asturias perdió la batalla contra Napoleón
Sociedad

Cuando Asturias perdió la batalla contra Napoleón

Se cumplen 200 años de los días en que unos 3.000 asturianos desaparecieron en Espinosa de Monteros (Burgos) y se sentaron las bases para que España sucumbiera ante Francia

JORGE RODRÍGUEZ

Sábado, 16 de febrero 2008, 14:31

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Al norte de la provincia de Burgos, en la comarca de las Merindades de Castilla, se ubica Espinosa de los Monteros. Allí, hace dos siglos, franceses y españoles fueron enemigos y combatieron sin tregua durante el gélido mes de noviembre en este paraje burgalés de perfil escarpado. La batalla no fue la decisiva, pero sí contribuyó de forma relevante a que Napoleón y sus tropas consolidaran su dominio durante la Guerra de la Independencia. Seis años más tarde, el ejército galo tendría que devolver todas las plazas ocupadas, viendo así Napoleón cómo se reprimían los deseos de extender su imperio, aunque esa es otra historia.

La batalla de Espinosa aconteció los días 10 y el 11 de noviembre de 1808. El ejército español -inferior de por sí en número (21.000 ante 25.000)- llegaba en unas condiciones lamentables. Las crónicas de la época así lo atestiguan, reconociendo que los españoles debían de enfrentarse, además de a sus enemigos, a la lluvia, el frío y el hambre.

«Acosado el ejército por tantos males, pensábase que el general Blake no se aventuraría a combatir contra un enemigo más numeroso, aguerrido y bien provisto. Esperanzado sin embargo en que le asistiese favorable estrella, determinó probar la suerte de una batalla delante de Espinosa de los Monteros», cuenta el político e historiador ovetense José María Queipo de Llano y Ruiz de Sarabia, VII Conde de Toreno, en su obra 'Historia del levantamiento, guerra y revolución de España' (1848). En el ejército español, la presencia asturiana era amplia, con una división con 7.848 soldados capitaneados por Acevedo, Quirós y Valdés, según informan los partes de la época. Los Regimientos de Infantería de Candás y Luanco, Cangas de Tineo, Castropol, Grado, Lena, Luarca, Salas, Siero y Villaviciosa, además de la Milicia Provincial de Oviedo, participaron en la contienda, que se saldó con 1.348 bajas contabilizadas y más de 2.000 desaparecidos en combate.

En Espinosa, los franceses superaron también en estrategia y en organización a los españoles. El ejercito galo, mejor organizado, aniquiló primero a los generales, dejando descabezadas a los tropas. Sin embargo, los españoles opusieron resistencia, sobre todo el primer día. En el segundo, la contienda acabó por desnivelarse para el ejército invasor, como describe el Conde de Toreno en su obra: «Después de aquella victoria, el ejército napoleónico reforzaría su poder con otros triunfos hasta que capitula Madrid. Napoleón consigue 'instalar' a su hermano José y se marcha convencido de que la situación está más o menos controlada. Años después, los franceses acabarán retirándose de España.

El papel de Asturias

Sin embargo, el papel de Asturias no se limita a su representación en aquella batalla ni en posteriores enfrentamientos y así lo certifican los libros, que aluden a una curiosa y osada declaración de guerra que la Junta del Principado pronunció contra el Imperio de Napoleón. Siete días después de los levantamientos en la capital, un 9 de mayo, los ecos de la insurgencia acontecida en Madrid llegan a Oviedo y Gijón.

En 'La Guerra de la Independencia en Asturias', una obra de 1984 escrita por Francisco Carantoña, la historia se relata del siguiente modo: «Se deduce que no fue la Junta General quien provocó el motín del día 9; que ésta, una vez que estallaron los incidentes, se limitó a plegarse a las peticiones populares, procurando ante todo restablecer el orden público y evitar una radicalización del movimiento».

La orden de no oponer resistencia a los franceses no se respetó, apoderándose el pueblo en Oviedo de los fusiles de la Fábrica de Armas. En un capítulo dedicado a los levantamientos, el Conde de Toreno habla así de la situación que aconteció aquellos días en Asturias: «Al día siguiente, 25, se declaró solemnemente la guerra a Napoleón, y no hubo sino un grito de indecible entusiasmo. Cosa maravillosa que desde un rincón de España hubiera habido quien osase retar al desmedido poder ante el cual se postraban los mayores potentados del continente europeo». Como reflejo de la historia quedará aquella declaración, que reflejaba el atrevimiento astur en las siguientes palabras: «Asturias, en nombre de la España invadida y de su Rey cautivo, declara la guerra al emperador de los franceses».

Aunque los asturianos no estuvieron solos en su determinación en aquellos tiempos, pues consiguieron el apoyo del Imperio Británico, que envía armas, víveres y uniformes que son recibidos en Gijón con los brazos abiertos. «Jamás hubo cosa tan valiente, tan generosa, tan noble, como la conducta de los asturianos», manifestó el orador y literato Mr. Sheridan en la Cámara de los Comunes el 15 de junio de 1808. Palabras de elogio recordadas también en el libro 'Historia del levantamiento, guerra y revolución de España': «A ambos lados de la cámara aplaudieron aquellas elocuentes palabras que expresaban el sentir común de los individuos».

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