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Rambal, vestido con un delantal y empujando un carrito, con vecinos de Cimadevilla, a principios de los 70.
«Esto ha sido un golpe bajo»

«Esto ha sido un golpe bajo»

Cimadevilla, sorprendida al saber que los asesinos de Rambal podrían ser dos vecinos

OLAYA SUÁREZ

Jueves, 21 de abril 2016, 03:05

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El guion de la historia reposaba sobre los sólidos pilares de las creencias playas. Y lo que se decía en el campu Les Monjes no tenía discrepancia posible. Los vecinos de Cimadevilla llevaban cuarenta años autoconvencidos de que a Rambal lo había asesinado un «pexón», o sea, una persona influyente que había conseguido que la Policía nunca desvelase su identidad. Por eso, enterarse ayer a través de las páginas de EL COMERCIO de que los investigadores habían dado en su día por esclarecido el caso con la incriminación de dos hermanos del barrio alto -uno de los cuales aún está vivo- ha sido «un golpe bajo, difícil de asimilar».

La sorpresa inicial dio paso a las dudas y a los interrogantes que surgen cuando los que conocían al popular transformista echaban la vista atrás y conseguían visualizar a la víctima y a los dos hermanos sospechosos, quienes residían a escasos metros de la casa de Rambal. «De ser así, ¿por qué no lo dijeron entonces y han dejado pasar tantos años? Si lo tenían tan claro, hubiese sido tan fácil como que los detuviesen, si eran unos probetones... y por aquella época faltaba el cantu de un duru para que te llevasen al cuartelillo y te encalomasen algo», dice Ángeles, la 'Tarabica'. La mujer, una de las pocas vecinas 'históricas' que aún vive en el barrio, mantiene la convicción de que «el responsable del crimen no es de Cimadevilla».

Pero para el Cuerpo Nacional de Policía la investigación está resuelta. Ni hijos de alcaldes, ni empresarios relevantes ni políticos. Los agentes de la Brigada de Investigación Criminal señalaron -después de intensos trabajos que se prolongaron durante años- que los autores materiales del asesinato que conmovió al barrio estaban hombro con hombro con los muchos que lloraban por Alberto Alonso Blanco. Pero no lo pudieron demostrar. «Teníamos la certeza, y todavía la tenemos a día de hoy, de que eran ellos, pero en ocasiones, como ha ocurrido en otros crímenes más recientes en la ciudad, no hay pruebas directas, aunque sí un convencimiento total», dice uno de los mandos policiales. El cadáver de Rambal presentaba dos tipos de lesiones diferentes: unas cometidas con un pequeño destornillador y otras con un cuchillo. Las dos armas se encontraron en la vivienda, en la que los asesinos prendieron fuego para intentar borrar las huellas que los incriminasen. Fue precisamente la existencia de dos tipos de heridas y la ausencia de signos de defensa de la víctima lo que refrendó la teoría policial.

Uno de los dos sospechosos -el que era menor de edad en la fecha del crimen- sigue vivo y frecuenta el barrio de Cimadevilla. «Han pasado muchos años y nunca se le escuchó hablar nada de Rambal. Un secreto así no se puede mantener durante mucho tiempo, siempre le quedaría algo de conciencia», razonan sus antiguos vecinos.

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