El amigo del bable
Desde Madrid, el laureado periodista José León Delestal defendía el uso y preservación de la lengua asturiana
Viernes, 4 de diciembre 2020, 01:18
La entrevista se hizo en Madrid. Allí residía José León Delestal, periodista y escritor de Ciaño que triunfaba en las ondas nacionales. Pero sin olvidar su origen. «Puede encontrársele en esa sidrería del barrio de Sevilla a la que muchos de los asturianos, de esos que por la capital andamos, recurrimos cuando necesitamos de un culín de sidra», leemos en EL COMERCIO de hace hoy medio siglo.
«Allí, en el Bar Garabatu, con una mano metida en el bolsillo y la otra empinando el vaso de sidra, se le puede encontrar; o también en su lugar de trabajo: en el edificio de Prensa y Radio del Movimiento». León Delestal era, a la sazón, jefe de programación de la REM, pero también el presidente de la asociación Amigos del bable. Un tema candente, ayer como hoy. En el idioma, en conservarlo y fomentar su cultivo y preservación, andaba León Delestal entonces, un trabajo que, a su entender, «no está reñido con el desarrollo industrial de Asturias. Conservar aquello que nos diferencia de los demás es un rasgo característico de todos los hombres. La juventud asturiana ha retornado a las fuentes, a lo auténtico, a lo folklórico entendido en el buen sentido. De vosotros depende que no se pierdan nuestros valores».
En aquello también se había ufanado, tiempo ha, el más famoso de los ilustrados asturianos. «El hacer el diccionario del bable fue uno de los grandes deseos de Jovellanos, que tampoco era ningún retrógrado, porque fue una de las mentes más avanzadas del país en aquella época».
«Solamente por la existencia de 'L'alborá de los malvises'», obra de Constantino Cabal, «merecería la pena seguir luchando», dejó dicho hace cincuenta años León Delestal, garante del asturiano como una gota más de entre todas las que definían un país. Así: «Asturias, que precisamente tiene un nombre plural, no se define solo ni con el bable, ni con la sidra, ni con los paisajes verdes, ni con las chimeneas de Ensidesa, ni con su fanfarronería, ni tampoco con su folklore. No es tan solo una cosa, son muchos los factores que la caracterizan. Asturias, para mí, son, desde luego, los hombres asturianos; los que llenan mi corazón»