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Adrián Arias, en el paseo de Begoña. ARNALDO GARCÍA

«Asumo que en ocasiones nos ha faltado humildad, pero era necesario»

Adrián Arias. Presidente de la Federación de Asociaciones Vecinales ·

«El colectivo no trabaja solo para sus asociados, sino para toda la ciudad. Recomendaría a la alcaldesa que también tuviera esa perspectiva»

PABLO SUÁREZ

GIJÓN.

Miércoles, 6 de noviembre 2019, 01:41

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Después de tres intensos años como presidente de la Federación de Asociaciones Vecinales (FAV), Adrián Arias (Gijón, 1989), presentará en diciembre su renuncia. El motivo, una plaza como asesor en el Europarlamento.

-¿Qué balance hace de sus tres años al frente de la FAV?

-Muy positivo. La federación es un actor fundamental en la ciudad. Hemos asumido el liderazgo en temas como el plan de vías, la contaminación, la movilidad sostenible... No obstante, esto no va de valorar lo que ha hecho Adrián Arias, sino que es algo mucho más colectivo. En ese sentido, todos en la federación creemos que estamos en muy buena forma.

-Hay gente que ha interpretado su marcha como una derrota.

-En el movimiento vecinal nadie asume un campo de juego de victorias y derrotas. Hemos tratado de aportar soluciones para la ciudad, nada más. Creo que dejo el pabellón alto y que tengo el apoyo de mis compañeros y compañeras. En los últimos años se han aprobado por unanimidad mis informes de gestión. Eso hasta ahora era algo inaudito.

-Decía recientemente la alcaldesa que ni usted ni la federación representaban ya el sentir general de los vecinos. ¿Ha sido su gestión demasiado personalista?

-Creo que las palabras de la alcaldesa son fruto de no conocer la realidad vecinal. Alguien que esté al día de lo que pasa en las asociaciones de vecinos no entiende ese tipo de declaraciones. A mí se me puede achacar que sea impulsivo, por mi juventud, pero creo que nunca he sido imprudente en temas de calado. Hemos sido muy serios. Históricamente, la federación no ha trabajado solo para sus asociados, sino para toda la ciudad. Le recomendaría a la alcaldesa que también tuviera esa perspectiva.

-¿De verdad cree que nunca ha pecado de cierto afán de protagonismo?

-Es verdad que he tenido una exposición pública mayor que la de otros presidentes. Respeto a quien lo vea como afán de protagonismo y asumo que en ocasiones nos ha faltado un poco de humildad. Pero también es verdad que todos mis compañeros y compañeras han asumido que esa tarea era necesaria. Necesaria para recuperar un espacio que la federación había perdido. Hoy tenemos un papel de liderazgo colectivo preponderante.

-Ha tratado con dos gobiernos distintos y, contra todo pronóstico, ha tenido más sintonía con Foro que con el PSOE. ¿Por qué?

-Sobre todo por dos cuestiones. Lo primero por el modo de relacionarse de las personas y su predisposición a escuchar opiniones contrarias. También, no tiene sentido negarlo, por la correlación de fuerzas que se han dado en cada momento. El equipo de gobierno anterior no gozaba de una amplia mayoría en el Pleno y permitió que la participación se ensanchara. Además, Carmen Moriyón supo escuchar, que no oír. Es una capacidad que, de momento, no he visto en Ana González.

-Ha mantenido sonados encontronazos con su compañero de partido y edil, Aurelio Martín. ¿Por qué?

-Yo no hablaría de encontronazos, sino de discrepancias. En el caso de Aurelio, hago mío el análisis de buena parte del movimiento vecinal. ¿Cómo puede cambiar alguien tanto en apenas cinco meses? Creo que las personas tenemos que ser coherentes. Aurelio no defendía como oposición lo que ahora defiende como concejal. Hay cuestiones programáticas históricas de Izquierda Unida que se le han olvidado. Hay que ser marxista, pero marxista del bueno, de Carlos, no de Groucho.

-Se pasa, aunque no de forma directa, a la política, 'el lado oscuro de la fuerza'. Dicen que le han colocado.

-(Risas). Yo me he presentado a un proceso selectivo en el que se han analizado hasta 350 perfiles distintos y he pasado tres entrevistas. A mí nadie me ha regalado nada. Ni ahora ni nunca.

-De estar a pie de calle a Bruselas.

-Sí, pero sé de donde vengo. Y si en algún momento se me olvida, tendré a gente que me recordará de dónde vinieron mis abuelos, mis padres o mi compañera.

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