Eduardo Carreño
El especialista dirigirá la unidad que el Hospital Ribera Covadonga abre este lunes, 2 de junio
Cierra Eduardo Carreño (Gijón, 1960) su consulta de la calle Asturias, en Gijón, y la traslada al Hospital Ribera Covadonga, donde ya a finales de ... 2014 empezó a funcionar la primera Unidad de desintoxicación hospitalaria de ámbito privado de Asturias. Desde este lunes, 2 de junio, pasa a ser la Unidad para el Tratamiento Integral de Conductas Adictivas. Él seguirá al frente.
–¿Cuántos años son ya los que lleva atendiendo a personas con adicciones?
–Cuarenta. Desde febrero del 86. Más de cuatro mil pacientes.
–¿Y cómo ha cambiado la realidad de las adicciones en estas cuatro décadas?
–Ha cambiado la visión de las adicciones. Antes de los años 80, lo que se consideraba de quien tenía una adicción era que era un vicioso. Lo que se hacía con ellos era encerrarlos. Los metían en prisión o en una comunidad terapéutica y ahí los dejaban. Luego se empezó a considerar un problema social; empezaron a utilizarse terapias psicológicas o psicosociales, los centros de voluntariado, de reeducación, las comunidades terapéuticas... Cuando yo empecé a trabajar, en el 86, se empezaba a hablar de pluripatología. Se buscaba el modelo médico de la adicción. Después, evolucionó el estudio del sistema nervioso central. Entre el 90 y el 2000 se invirtió mucho en investigación del cerebro, en el control de las conductas.
–¿Y a qué conclusiones se llegó?
–A que las adicciones tenían mucho que ver con cambios no solo funcionales sino orgánicos, anatómicos en el sistema nervioso central. Así, se encontraron dianas, tanto farmacológicas como métodos psicoterapéuticos eficaces, que permitían manejarlas. Cuando yo empecé hacíamos con los pacientes lo que podíamos. Ahora en cambio hay medicina basada en la evidencia científica. Y, además, hay técnicas de neuroimagen que te permiten evaluar cómo estaba el cerebro antes, durante y después de la adicción. El abordaje de las adicciones no tiene nada que ver con el de los años 80.
–En ese sentido, al menos, hemos mejorado.
–Sí, pero el problema es que las conductas adictivas se tratan en dispositivos no muy adecuados. Las conductas adictivas son una enfermedad orgánica cerebral, son un trastorno mental y del comportamiento, y por tanto tienen que ser tratadas en un dispositivo sanitario, con personal facultativo formado para trabajar en este campo, aplicando tratamientos contrastados y que se puedan evaluar.
–Las adicciones también han cambiado, aunque el alcohol y los porros siguen a la cabeza de los consumos adictivos, ¿no?
–Sí, las adicciones más importantes son el alcohol y los 'petas'. Y el tabaco, que ha disminuido mucho pero que todavía es un problema. Es la causa de muerte evitable más importante. Pero aquí en Asturias hay mucho problema también con las benzodiacepinas, con los tranquilizantes porque hay mucho tratamiento desviado. A veces se recetan con mucha alegría. Hay gente que se sobredosifica y acaba generando una adicción o gente que deriva parte de esa medicación al mercado ilegal.
–¿Lo de las sustancias con más adicción también va por modas?
–Sí, cada tiempo tiene su adicción.
–¿Y qué cree? ¿Ahora se les ha perdido un poco el miedo?
–En los años 80 y 90, las adicciones eran muy visuales y había mucha alarma social, Eso fue disminuyendo y los consumos que hay ahora están mucho más institucionalizados. Eso ha disminuido mucho la presión social. Hay menos prevención y la gente no está tan preparada. La juventud de hoy cree que todas las drogas son iguales o que no pasa nada por tomarse dos pastillas en una discoteca. Y sí que pasa. El MDMA, la ketamina... provocan un daño cerebral muy importante, te dejan el cerebro como una esponja. Pero los chavales no tienen ese concepto de peligrosidad.
–¿Y están viendo que vuelven consumos como los de la heroína?
–Sí, derivado del consumo previo de cocaína. O porque ya se vende la cocaína mezclada con heroína.
–¿De momento, del problema del fentanilo nos libramos?
–Sí, aquí las recetas están muchísimo más controladas. Pero ese problema puede haberlo en un momento determinado porque las sustancias se pueden comprar por internet. He tenido pacientes que recibían la heroína de Holanda por correo postal...
–¿Como profesional qué es lo que más le preocupa?
–El control en el consumo de alcohol y cannabis en adolescentes. El botellón es un problema muy gordo y está sin solucionar. Ingerir grandes cantidades de alcohol los fines de semana es muy problemático. El efecto en el cerebro de un proceso de abstinencia-intoxicación, abstinencia-intoxicación es incluso más dañino que la bebida prolongada en el tiempo. Y el cannabis es una droga muy peligrosa. La gente se piensa que es una droga banal y sin embargo es capaz de producir problemas psiquiátricos graves y además es la puerta de entrada a otras drogas.
–¿Qué diferenciará a la nueva Unidad Integral para las Conductas adictivas de la Unidad de desintoxicación hospitalaria que ya existía en el Hospital Covadonga desde hace diez años?
–Además de la ventaja de tener las consultas en la segunda planta, la misma en la que están las habitaciones para los pacientes en proceso de desintoxicación hospitalaria, la ventaja es que, al ser un hospital general, hay la posibilidad de interconsulta. Es fácil que los pacientes con adiciones tengan comorbilidad, tanto física como psiquiátrica. En ese entorno el tratamiento es mucho más integrador porque abarca todos los campos que tienen que ver con la adicción.
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