El Cantábrico se calienta en Gijón por encima de la media mundial
«2023 fue el año más cálido de los últimos 44 y 2025 está siendo de extremo calor», señala el oceanógrafo Fernando González Taboada
El baño estival en el Cantábrico ya no es lo que era. Solo hay que tener años y memoria para advertir que darse un chapuzón ... en San Lorenzo en el verano de 2025 no resulta tan 'refrescante' como hace tres o cuatro décadas, por no ir más atrás. La megafonía lo corrobora en los partes informativos horarios del equipo de salvamento gijonés. Ya es más habitual que anuncie temperaturas del agua en torno a los 20 o 21 grados, que aquellos 17,5 o 18 que hacía la experiencia mucho más 'revitalizante' para playos y foriatos, en aquellos tiempos en los que todavía las avionetas de publicidad sobrevolaban el arenal lanzando hinchables y otros materiales promocionales, para algarabía de los más pequeños.
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Hasta aquí lo que podría ser una conversación de chigre, pero ¿qué dice la ciencia? La respuesta no puede ser más clara. El mar Cantábrico en Asturias se está calentando por encima de la media mundial. Así lo corrobora el oceanógrafo Fernando González Taboada, científico titular en el Centro Oceanográfico de Gijón del IEO-CSIC, a la vista de las mediciones de la temperatura en la superficie del mar tomadas por los satélites de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA).
La observación de la tendencia de la temperatura media anual del Cantábrico en Asturias estima que la temperatura está aumentando a un ritmo de 0.30 grados centígrados por década. «Eso quiere decir que en 30 años aproximadamente ha subido un grado centígrado», señala González Taboada. «A partir de ahí hay extremos, pero este es un valor que ya está por encima del aumento de la temperatura media mundial», añade. Este valor se sitúa en una media de 0,42 grados centígrados, según el Servicio de Vigilancia Marina Copernicus del Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea.
«Hay otras partes de Europa, sobre todo al norte y el Mediterráneo, donde la temperatura está subiendo más rápido, pero estos datos nos indican que estamos en un área en la que el mar se está calentando a un ritmo más rápido que en otras zonas del mundo», explica el científico del Instituto Oceanográfico de Gijón.
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Otra de las variables objeto de observación por Fernández Taboada es el de la temperatura de la superficie promedio entre 1982 y 2020 como período de referencia, al que ya se han añadido los datos de 2023 y 2024, que además resultan ser los más cálidos de toda la serie, a la espera de que se sume el 2025, «que está volviendo a ser una año extremo de calor».
«Es un ciclo estacional promedio, que te permite ver cómo es el invierno promedio y el verano promedio», explica sobre un gráfico que señala que «los últimos años, pero sobre todo 2023, se ve que prácticamente estamos todo el verano en lo que se llama una ola de calor, que en el mar se define como un periodo de anomalías por encima de una media».
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«2023 fue el año más cálido de los últimos 44, luego 2024 fue muy cálido también, pero algo menos, pero 2025 está volviendo a ser un año de extremo calor», comenta Fernando González Taboada, en cuanto a los registros que marca la superficie del Cantábrico en el Principado. «Todo esto encaja en un contexto en el que ahora mismo el planeta ya está asomándose al escenario de aumento de 1,5 grados de la temperatura global que se fijaba en el Acuerdo de París», apunta.
Al margen de los efectos que está teniendo el calentamiento a nivel global, el aumento de las temperaturas del mar Cantábrico puede tener lecturas positivas para este 'refugio climático' en el que, guste o no, se está convirtiendo el Principado. «La temporada de baños es más agradable, los veranos se alargan y el tiempo es cada vez más cálido, que también hay estudios en tierra que lo corroboran», comenta el oceanógrafo.
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Y todo contribuye a que los ecosistemas estén cambiando. «Hay muchos estudios en marcha ahora mismo de compañeros observando el plancton, los peces y mires por donde lo mires, se ve que está cambiando», dice. En este contexto, sitúa la cada vez más común llegada de las carabelas portuguesas a las playas gijonesas y asturianas. «Es un indicador más de un cambio del sistema», afirma. «Son cambios a un sistema que tiene reminiscencias de sistemas templados cálidos, más que de sistemas templados fríos, que era el que teníamos aquí en Asturias», añade.
Boya de El Musel
La subida de la temperatura del mar en Gijón también queda de manifiesto en las mediciones que realiza la boya que Puertos del Estado tiene instalada en el exterior de El Musel. Su máximo histórico desde su instalación en 2004 está en los 24,83 grados del 6 de agosto de 2024, registro con el que batió la marca anterior del 31 de julio del mismo año, de 24,75 años. Este año la máxima se registró el 26 de agosto, con 24,33 grados, pero también llama la atención que ya en mayo el mar superó los 20 grados en El Musel. Lo hizo el día 29.
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