Choque de trenes en Veriña
La colisión en un túnel de un tren de pasajeros y otro de mercancías se saldó con la muerte de una mujer y 29 heridos, ninguno grave
La tragedia llegó a las once de la mañana, recién salido de la estación de Veriña uno de los convoyes del Ferrocarril de Carreño que ... hace ahora medio siglo supusieron la nota de actualidad más negra de la ciudad. Y la más importante también, por eso EL COMERCIO la sacó en portada y, en páginas centrales, la acompañó de un profuso reportaje gráfico de Vegafer. Ocurrió que el tren 19, de pasajeros, que cubría el trayecto Gijón-Avilés, chocó en el túnel de salida de Veriña con el 20 de mercancías, procedente, a la contra, de Avilés, «de donde había salido a las 9.35».
«Parece ser que estas dos unidades debían realizar el cruce en la estación de Veriña», informamos. «En principio, se desconocen las causas por las que esto no se hizo como es habitual, lo cual motivó esta violenta colisión». Ambos conductores habían visto la luz encendida del tren contrario, «y quizá ello haya sido un factor que contribuyó a que el encontronazo fuese menos violento, toda vez que -cuando menos uno de los motoristas- accionó el dispositivo para aminorar la marcha». Una feliz casualidad que salvó muchas vidas, aunque nada pudo hacerse por evitar que perdiera la suya Emilia Prendes, marisquera candasina de 77 años y muy conocida en Gijón. Prendes viajaba en la última unidad del tren, precisamente «la que sufrió menos desperfectos», pero habría sido un golpe en la cabeza, previsiblemente, lo que le causase la muerte.
No hubo incendio
Un suceso tan triste como impresionante. La colisión pudo haber provocado un incendio que no llegó a producirse, quizás por haber procedido a tiempo «a cortar el fluido eléctrico y a efectuar las operaciones de salvamento». Reinaba la oscuridad en el túnel y ni siquiera los más avezados expertos pudieron evitar el verse obligados a sobreponerse al miedo. «Cuando llegué aquello impresionaba», dijo el conductor de una de las ambulancias que transportaron a los heridos. «Se escuchaban muchos gritos (...). Con ayuda de una linterna entré (...). Con un soplete que trajo un señor que tiene un taller allí cerca se pudo sacar a una persona que estaba aprisionada entre los hierros». La solidaridad vecinal, siempre presente.
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