Los clásicos se leen en clase
La lectura vertebra el aprendizaje en el Santa Olaya, donde títulos como 'Romeo y Julieta' y 'La Celestina' se analizan en tertulias literarias
«Calisto, que es un chico joven, se enamora de Melibea, pero resulta que ella no está enamorada. Así que él conoce a Celestina, una ... mujer que, si le pagan, enamora a la gente y los junta...». Esta sinopsis de 'La Celestina' es de Imelda Eloise Blanco, de once años y alumna de sexto de Primaria del colegio Santa Olaya. En este centro de La Calzada multicultural, pequeño y familiar -cuenta apenas con 122 alumnos, su clase más numerosa tiene 16 niños y los 20 profesores forman una plantilla muy estable- creen que «para viajar lejos no hay mejor nave que un libro» y están convencidos del poder de los clásicos. La cita, de Emily Dickinson, preside una biblioteca diáfana, colorida y sobre todo cómoda, escenario perfecto para las tertulias dialógicas en las que los niños van leyendo y comentando en grupo una obra literaria cada trimestre, saboreando página a página la riqueza de los esos libros que, lo dijo Italo Calvino, «no se deben leer por deber o por respeto, sino solo por amor».
«La lectura es básica para todo: para mejorar la ortografía, pero también para comprender los problemas de Matemáticas, para Naturales... -explica la directora del centro, Rocío Paz-. Y veíamos que faltaba comprensión lectora, así que hace unos años empezamos con las tertulias en algunos ciclos». Ahora tratan de encender esa chispa en sus alumnos desde bien pequeños, contándoles primero cuentos como 'Ricitos de Oro 'y, curso a curso, ayudándoles a descubrir 'Viaje al centro de la Tierra', 'El lazarillo de Tormes', '20.000 leguas de viaje submarino' y, entre otros, 'La Regenta'. «La lectura clásica aporta muchos más beneficios a los niños de lo que pensábamos», defiende Ana Marta Castaño, tutora de quinto de Primaria. «Cuando llegan a sexto, han leído 12 clásicos -adaptados y que adquiere el propio colegio- de la literatura y a través de las tertulias conseguimos acercar más las obras a los niños, es como meterlos en la obra para que disfruten de ella». Además, cada mes cogen un libro de la biblioteca que se llevan a casa y al terminarlo entregan un trabajo escrito que presentan en clase «e incluso hacen sus propios vídeos», con lo que «aprenden a hablar en público y a participar en un debate y ganan capacidad de palabra», algo que también demuestran en las visitas de autores contemporáneos.
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¿Les cuesta leer? «No les oigo protestar, ¡y eso ya es un síntoma!», bromea la profesora. «En mi clase estábamos terminando 'La vuelta al mundo en 80 días' y ya me preguntaban cuál tocaba después», relata la directora, que da Lengua y Literatura en sexto y asegura que gracias a las tertulias compartidas «interiorizan el libro, y al ser clásicos también pueden comentarlos con sus padres». «Leer me gusta, aunque hay días que me encanta y otros que no me apetece tanto», reconoce Nadaya García, de diez años. Para propiciar esos momentos, el centro, inmerso en un proyecto de transformación de los espacios, está lleno de rincones agradables para coger un libro y viajar lejos.
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