«La clave para que depusiera su intención de tirarse fue poder llamarla por su nombre»

A las 15.17 horas del pasado martes, los agentes Tino Francos y Alberto Fernández recibieron un aviso desde la Comisaría de la Policía Local que terminaría por convertirse en una de las intervenciones «más tensas y gratificantes» de su carrera. La sala les advirtió de que una mujer amenazaba con precipitarse desde la glorieta del final de la avenida del Llano. Los policías, que forman pareja de patrulla desde hace 18 años, se encontraban en El Llano, por lo que en menos de cinco minutos llegaron al lugar. Otra patrulla de Seguridad Ciudadana y dos de tráfico también acudieron a la llamada.

-¿Cómo sucedieron los hechos?

-Alberto Fernández: Fue un amigo de la chica quien dio el aviso de que la mujer le había llamado para advertirle de sus intenciones.

-Tino Francos: Por suerte, nosotros y otra patrulla estábamos cerca y tardamos muy poco en llegar, a pesar de la expectación que ya había generado. Cuando llegamos, la chica estaba por la parte externa de la barandilla con una actitud muy nerviosa. Se movía mucho, por lo que se añadía el peligro de que pudiera caerse a la carretera sin que esa fuera su intención real.

-A su llegada, ¿qué les manifestaba la mujer?

-T. F.: Nos decía que quería tirarse cuando pasara un coche. Minutos antes, el Cuerpo Nacional de Policía ya había cortado el tráfico.

-¿Y cómo actuaron?

-A. F.: Lo prioritario fue realizar una valoración rápida de la situación. Una vez lo hicimos, comenzamos a entablar conversación con ella para convencerla de que depusiera su actitud y avanzara hacia nosotros sin que pusiera en riesgo su vida. Nos pusimos cada uno a un lado de la barandilla e intentamos tranquilizarla.

-Entiendo que en casos así, lo primero es intentar empatizar con quien amenaza con quitarse la vida.

-A. F.: Lo importante es hacerle ver que entendemos el problema al que se enfrenta, pero que la vida es demasiado bonita como para que tenga un final precipitado. Y a partir de ahí intentar convencerla de que o se retire de la zona de peligro o se acerque a nosotros para poder neutralizarla.

-¿Y así fue como sucedió?

-T. F.: Llevábamos ya varios minutos hablando con ella y de pronto apareció la doctora de su centro de salud que la atendía en psiquiatría. Poder llamarla por su nombre fue la clave para que recapacitara. En cuanto lo hice, ya solo fijó su atención en mí y la doctora.

-A. F.: La intervención de la doctora fue determinante. Desde el momento que apareció ella, la mujer dejó de amenazar con tirarse y comenzó a pedir ayuda.

-T. F.: La mujer tenía el teléfono en la mano desde el que había avisado a algunos allegados de sus intenciones. Hubo un momento en que me pidió que se lo cogiera y fue cuando aproveché para graparla. Acto seguido, llegaron tres compañeros más que me ayudaron a sacarla de la zona de peligro.

-¿Hubo peligro también para ustedes?

-T. F.: En el primer momento que me agarré a ella llegué a estar suspendido en el aire. Si la mujer llega a pesar mucho, podría habernos puesto en peligro.

-A. F.: Éramos cuatro policías los que finalmente la sacamos de ahí. Es verdad que si la barandilla llega a ser un poco más baja, hubiéramos estado ante un peligro real de caer todos.

-¿Qué hicieron después?

-T. F.: La llevamos al Hospital de Jove para que valoraran la situación de la mujer, que se mostró eternamente agradecida por haber evitado que se quitara la vida.

-A. F.: Apareció su hija y, junto a la mujer, nos agradecieron la actuación. Minutos después ya nos dijeron que no era necesaria nuestra presencia.