Un coro marinero y de premio

«Somos un centro muy plural y abierto. Intentamos potenciar la creatividad, sacar lo mejor de cada uno para que sumen», indica la maestra. Por ejemplo, Julia Saiz es «muy creativa» con el piano, y así lo demuestra. La niña asegura que «formar parte de un coro implica que todos colaboremos y hagamos trabajo en equipo». Dice su tutora que «el secreto es que lo hacen porque les gusta». Solo hace falta verlos para creerlo. «Son experiencias nuevas que nos van a seguir siempre», asegura, convencida, Mayca Prado». Y Pelayo Sanmartín añade que «el coro nos aporta mucho: aquí todos participamos y nos divertimos, y ayuda a la gente más tímida a impulsarse».

Mientras los mayores explotan su voz, los más pequeños del cole -los tres cursos de Infantil- aprenden a soltarse en un escenario. Porque tras dedicar el segundo trimestre a los dinosaurios, durante el tercero sus profesoras han reconvertido en un teatro sus aulas y la zona común entre ellas: en el camerino se prueban y eligen disfraces que luego lucirán una vez se abra el telón «y en las clases les enseñamos obras de teatro como Romeo y Julieta o los elementos del escenario'», cuenta Sara Cañete, maestra de la clase de 5 años. Todo ello se refuerza con talleres, que culminarán con una representación a finales de curso. La lección se la sabe bien Lucía Barriuso: «En el teatro actúan los actores y las actrices, hay un escenario y un telón y para tener suerte decían '¡mucha mierda!».

Con ese desparpajo llegan los alumnos a quinto, donde siguen trabajando su capacidad de expresión oral incluso en inglés. «Estamos haciendo un proyecto digital con un croma, grabándonos como si fuéramos los portavoces de los distintos países de Eurovisión e insertándonos en una página de EL COMERCIO», describe Leo Grande Velasco. «Hello, I'm Inés, I'm in Gijón and these are my votes», ejemplifica Inés Santiago, mientras su compañero Biser Biserov la graba con una tablet. «Llevamos seis años en el contratro programa y optamos por trabajar de forma cooperativa y con iPads. A ellos les aporta mucha autonomía, porque practicamos la autorregulación: cuando empieza la unidad les explico qué hay que hacer y cada uno va a su ritmo», describe su tutora, Katia González. «Me resulta mucho más fácil trabajar el inglés así y también reforzamos el aprendizaje digital», asegura Leo.