La cuestión del pan
Semanas después de que EL COMERCIO levantara la liebre con respecto a ello, seguía dando que hablar el precio de las harinas
Domingo, 5 de febrero 2023, 01:03
No aprendíamos. Semanas, si no meses, llevaba el pueblo con carestía de pan en Gijón y el Gobierno aún no había hecho nada por enmendarlo. ... Los precios de las harinas seguían subiendo hace hoy 125 años, volviendo a ser objeto de polémica. «Hoy se cotizan las harinas marca Zarracina a 24 reales y medio la arroba la clase primera, y a 24 la segunda, y estos precios tienden a subir más, siendo de todo punto imposible sostener el precio del pan elaborado al que hoy se vende», decíamos desde EL COMERCIO. Y lo hacíamos de forma tan vehemente y repetida en el tiempo, como recordarán los lectores del 'Viejo Gijón', porque considerábamos, entonces y ahora, que «la misión de la prensa en estos casos es llamar la atención de las autoridades para que vean el medio de arreglar el conflicto que se presenta». Decían algunos que estaba preparándose hasta una manifestación popular para pedir la rebaja del pan, con todo lo que ello podría suponer.
Y que el pan estuviera más barato era a todo punto imposible por la carestía de los trigos. «Los obreros, al ver que sus salarios no les alcanzan para poder llevar pan a sus casas, tendrán que acudir en son de protesta ante las corporaciones, como al parecer lo tienen ya proyectado». ¿Nuestra propuesta para frenar el mal que tanto preocupaba a los más humildes? Tocaba repetirla: suprimir el impuesto transitorio de Aduanas que gravaba sobre los trigos extranjeros, «pues conseguido esto podrían recibirse trigos en nuestra nación traídos de los grandes mercados a más bajo precio». «Es (...) bien triste que al abandonar el trabajo el obrero para ir a alimentarse a su hogar encuentre como recompensa a sus virtudes el que la esposa le indique que no le alcanza el jornal que le entrega para pagar el pan que se consume; en estas circunstancias pudiera ocurrir, además, que nuestros temores se confirmasen; por eso damos, como es nuestro deber, la voz de alerta». El pueblo, cuando se cabrea, ya se sabe. Y más si es ante la «usura de los acaparadores de granos, causantes de que se sacrifique a los pueblos a sufrir los rigores del hambre». Alguien tenía que decirlo. Y se dijo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión