Miles de personas siguen el Festival Aéreo de Gijón. Damián Arienza

Espectáculo en el cielo de Gijón

Miles de personas han seguido el XIII Festival Aéreo, en el que los pilotos han dado muestras de sus habilidades

ANA SOLÍS / iván villar

Domingo, 22 de julio 2018, 11:36 | Actualizado 19:04h.

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Se promocionó, por mera superstición, como el festival 12+1, pero no hubo gafe alguno y la única incidencia fue una avería mecánica que impidió salir a uno de los cuatro FlyLatino del equipo acrobático italiano Blu Circe. Por lo demás, el programa pudo desarrollarse según lo previsto, y además con un cielo completamente despejado al que acompañó una temperatura próxima a los 30 grados que hizo que buena parte de los más de 20.000 espectadores concentrados en el Muro buscaran el resguardo de la sombra para seguir el espectáculo (hubo algunas lipotimias, pero ningún incidente grave entre la veintena de asistencias médicas que hubo que prestar).

Los primeros en cruzar el cielo fueron cinco ultraligeros con base en La Morgal, a los que sucedió después el paso de un helicóptero Dauphin y un gran avión de carga, ambos del servicio aéreo de la Guardia Civil, que participaba por primera vez del espectáculo. El Helimer Cantábrico, ya habitual de esta cita, dio una muestra de sus capacidades, que incluyó la simulación de un rescate en el mar. Tras él llegaron los apagafuegos: un Eccureil de Bomberos de Asturias que realizó varias cargas y descargas de agua cargando con un 'bambi' (depósito colgante con capacidad para 900 litros) y un hidroavión Canadair de la Fuerza Aérea Española, que hizo lo propio llegando a posarse para ello sobre el mismo mar, muy tranquilo durante las tres horas de exhibición.

Tras estas muestras de pericia técnica en operaciones de rescate y extinción de incendios, llegó el turno de las acrobacias. Las primeras, con dos aviones históricos mantenidos por la Fundación Infante de Orleans (Zlin Trener-Master y DHC-1 Chipmunk) que volaron bajo el ritmo de varias músicas de los años 40 y 50, «la edad dorada de la aviación», según destacaba el encargado de narrar el programa por megafonía. El excampeón de España, y también habitual en Gijón, Jorge Macías elevó el nivel de potencia estrenando en la ciudad una avioneta Láser Z300, capaz de alcanzar los 400 kilómetros por hora y con la que realizó varios giros sobre su eje horizontal y vuelos en invertido, entre otras maniobras.

El dúo AeroSparx, que ayer llenó el cielo de fuegos artificiales, demostraron las capacidades que pueden alcanzar también ligeros motoveleros de baja potencia, enlazando loopings y dibujando sobre la bahía de San Lorenzo un torbellino con los colores rojo y blanco de Gijón. Les siguieron tres componentes de Blu Circe, que pese a la ausencia de su compañero ofrecieron un atractivo programa que alternaba vuelos en formación con arriesgados cruces, antes de despedirse dejando una estela tricolor que homenajeaba a la bandera de Italia. El programa acrobático lo cerró un piloto del Equipe de Voltige del Ejército del Aire francés, que dejó boquiabiertos a los espectadores con sus caídas en barrena, vuelos en un perfecto plano inclinado de 90 grados y maniobras en las que parecía perder por completo el control a gran altura y quedar a merced de la gravedad. Fue una de las actuaciones más aplaudidas, y lo agradeció dibujando en el cielo un corazón, figura para la que habitualmente son necesarios dos aviones.

En la fase final del programa hubo una doble exhibición de fuerza. Primero, de un Harrier de la Armada Española que atronó a los espectadores con su potente rugido y que a su velocidad sumó una muestra de su capacidad de vuelo estacionario, girando en redondo sobre un punto fijo, parado a escasos metros por encima del mar. Tras él dos F18 realizaron varias pasadas a gran velocidad. Uno de ellos completó después un programa de trepadas, picados y vuelos con el morro alzado, también muy aplaudidas.

El broche final lo pusieron los pequeños helicópteros Colibrí de la patrulla acrobática ASPA del Ejército del Aire, con varios vuelos en formación, roturas y cruces entre helicópteros dejando mínimos espacios entre sus hélices.