David Uclés
«El realismo mágico europeo narra historias con pelos y señales. Pensé que si España leía las de fuera también querría leer la suya, ¿no?»
Una novela sobre la guerra civil en clave de realismo mágico. David Uclés (Jaén, 1990) se ha convertido en un éxito de ventas con su ... tercera novela 'La península de las casas vacías' (Siruela, 2024). Estará en la Feria del Libro de Gijón este viernes a las ocho y media de la tarde en el patio del Antiguo Instituto.
– 'La península de las casas vacías' le ha convertido en el autor más vendido en la feria del libro de Madrid. ¿Cómo afronta el éxito?
–Estoy muy feliz y es todo un orgullo. El libro está traduciéndose ya en siete idiomas y la adaptación cinematográfica está ya en producción.
–Ha tardado quince años en escribirlo. ¿Ha merecido la pena?
–Sí, pero si a mis 19 años me dicen que voy a tardar tanto probablemente no lo hubiera hecho, porque ha sido duro. Han sido muchos años sintiendo que tiraba mi vida por la borda y que malgastaba mi tiempo. Pero ahora, echando la vista atrás, ha merecido la pena.
–¿Ha habido momentos en los que pensara en dejarlo?
–De hecho, lo hice. Cada año y medio terminaba el libro, lo registraba, lo enviaba a editoriales y no obtenía respuesta. Lo dejaba y hacía otras cosas. De ahí que esta sea mi tercera novela.
–En este proceso literario, ¿el libro ha evolucionado?
–Sí. Cambió muchísimo y eso es lo bonito. Por un lado, coge la imaginación bruta de la adolescencia sin reparos y sin complejos y luego el equilibrio en la prosa que te aporta la madurez. Al principio era un Macondo íbero con mucho surrealismo. Ese arrojo imaginativo fundó el realismo mágico que ahora tiene el libro.
–¿Qué le atrajo a sus diecinueve años para hablar de la guerra civil?
–No fue hasta los 26 cuando empecé a hablar de la guerra. Hasta entonces hablaba de lo que ocurría en el pueblo. Ya que las historias que me contaba mi abuelo ocurrían en los años treinta fue cuando comencé a indagar. Al leer sobre ella me propuse escribir una historia sobre toda la guerra, porque no la encontraba en ficción y creo que esa es su mayor virtud.
–Ha escrito un libro sobre la guerra civil pero en clave de realismo mágico. ¿Ha sido García Márquez un referente?
–Es un estilo que es una necesidad que se manifiesta en muchísimos países y épocas. No es solamente algo iberoamericano. El realismo mágico es la necesidad humana de plasmar algo que reconocemos pero con cierta fantasía. Me influyó al querer crear un Macondo. Quería hacer una ciudad mágica con nuestras propias costumbres, pero mis referentes son europeos, como el alemán Gunter Gräss, la polaca Olga Tokarczuk o el asturiano Fulgencio Argüelles.
–¿Por qué ellos?
–Porque narran una herida con pelos y señales, cosa que en el realismo iberoamericano es más metafórico. Yo veía que este era un estilo que podía tener su público y me animaba porque si en España leemos obras sobre heridas extranjeras, también querrán leer la suya ¿no?
–¿Era necesario exponer esta herida?
–Sí. Porque lo que es necesario es no olvidar lo que pasó y que se tenga el conflicto presente. Que en los colegios, concretamente Bachillerato, se dé la guerra civil sin prisa y no porque es un temario que entra en Selectividad. Es bueno que el lector, mediante la literatura, pueda recorrer todo lo que sucedió durante la guerra y aprender lo sucedido.
–¿Pensó en algún momento que su libro pudiera servir como elemento para que los jóvenes conocieran lo ocurrido durante la guerra civil?
–No. ¡Ni siquiera sabía si me iban a publicar! (ríe). Los profesores me están comentando que están usando el libro y me alegro mucho.Es verdad que es un material que se presta muy bien a que se utilice en los institutos porque como recorre toda la península divididas en mini historias, cada región puede coger las pertenecientes a la suya o las cercanas.
–Para poder escribir de todas esas regiones, hizo un viaje por toda la península. ¿qué aportó a la historia?
–Fue el barniz. Si ves una pintura sin el barniz no se tridimensionaliza. Esto lo que hace es que coja perspectiva. Yo ya tenía el texto escrito antes del viaje, pero claro, tuve que modificarlo todo luego porque descubres el habla, la comida, las costumbres, las supersticiones... todo eso se descubre viajando y enriqueció el texto mucho.
–No estamos en Macondo. Aquí la novela se desarrolla en Jándula, trasunto del pueblo real de Quesada, en Jaén, su pueblo natal. ¿Cómo ha influido su familia y entorno en la creación literaria?
–Todos los personajes se basan en alguien: son sus nombres, sus formas de ser...las primeras 200 páginas ocurren solamente en el pueblo. Todos los topónimos, las costumbres, la gente, todo eso es real y pertenece a mi intrahistria. Me ayudaron a fortalecer el árbol genealógico del libro de tantos miembros y darle a todos un rostro y una personalidad.
–¿Qué aportan las referencias históricas y culturales reales en la historia?
–Son los personajes donde más puede empatizar el lector con la historia porque los conocen, conectan más rápido con los lectores y, así mismo, con el contextos histórico y político.
–En su novela aparece un personaje abiertamente homosexual, algo impensable para el contexto histórico de la época. ¿Es un elemento reivindicativo?
–Es una licencia que me tomo. No quiero blanquear la República con ello. Ahí está mi libertad como autor. En mi historias los gays nunca tienen problemas. Demasiados tenemos en la vida real.
–¿Este éxito le condiciona en el proceso creativo? O al revés, ¿es una ayuda?
–Me ha cambiado la vida de raíz. Estoy adaptándome a la nueva situación. En cuanto a escribir no he podido escribir casi nada con la promoción. Pero, en septiembre voy a pasar el mes en una residencia de escritores en Gijón. Estaré también en la Semana Negra y el Celsius.
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