«Al festival le faltaba su público. Juntos, ha sido una explosión»

Organizador técnico y segundo director del Festival Aéreo de Gijón desde su primera edición, Pablo González (Orense, 1966) se estrenó este año como director de la cita, relevando al gijonés Carlos Manso. Es periodista e informático de formación y piloto desde hace más de tres décadas.

-¿Qué balance hace de la cita?

-Tanto yo como el equipo estamos muy contentos porque vemos que ha sido un reencuentro emocionante entre el festival y los asturianos, con más de 250.000 personas y otras 100.000 en el 'Sunset Air Show'. Es como un gran abrazo. Al Festival Aéreo le faltaba su público y al juntarse ha sido una explosión.

-Ha habido problemas de última hora...

-Sí, un avión no pudo volar por problemas burocráticos. También tuvimos problemas técnicos con el F-18 y finalmente voló otro avión exactamente igual, con la misma configuración y el mismo piloto. Los bomberos también tuvieron un problema con los seguros que impidió su participación en la demostración. Es algo que no volverá a pasar. A veces la burocracia nos hace estas jugadas; es una pena pero es así, hay que hacerlo todo legalmente. Se ha hablado con los implicados y no volverá a pasar.

-Hubo quien echó de menos algo más de ritmo y, en la parrilla, a participantes como la Patrulla Águila. ¿Qué opina?

-Que nadie se preocupe porque todo eso es cíclico: el año que viene vendrá Águila y habrá más cazas. No se puede estar siempre en el mismo nivel.

-Por primera vez hubo un 'Sunset Air Show' que concentró a unos 150.000 espectadores. ¿Qué balance hace?

-Magnífico. A la gente le encantó, se enamoró. ¡Y además había un ambiente! Con esa luz de atardecer, los aviones volando, la gente muy relajada en la playa y el paseo... Creo que podemos valorar hacer una edición todavía más grande.

-También se estrenaba la Fiesta del Cielo, con diez días de actividades como la Noche de los Drones. ¿Es un acierto?

-Por supuesto. Todas las actividades en torno al mundo aeronáutico refuerzan ese ambiente. La gente ya está a punto de ebullición y cuando llega el Festival Aéreo es una explosión.

-¿No desdibuja la cita?

-Para nada, son actividades culturales que tienen que ver con el mundo aeronáutico y sirven de aperitivo al plato fuerte que está por llegar. Se puede desarrollar con más intensidad, hacer más actividades y hacer crecer la afición.

-Sigue habiendo oposición a la participación de aeronaves militares.

-Un festival aéreo es una cita aeronáutica de altísimo nivel donde se recoge toda la aviación. Aquí se pueden ver ultraligeros, por primera vez en España un helicóptero ULM; aviación deportiva; aviación acrobática de altísimo nivel... ¿Cómo no se van a ver diseños hechos por el hombre, máquinas que vuelan a velocidades intensísimas? Los usos no tienen nada que ver aquí: esto es la Fiesta del Cielo. Los aviones son desarrollos tecnológicos y tener un caza aquí es la máxima expresión de la capacidad aeronáutica que puede desarrollar el hombre. No tiene sentido mezclarlo con guerras; claro que tiene que estar aquí.

-Hay a quien le preocupa la seguridad.

-Los ángulos, velocidades, alturas, maniobras... Todo está súper estudiado, aquí no hay nada que se haga de improviso. Es algo seguro.

«Una fiesta absoluta»

-¿Qué cree que supone este festival para la ciudad?

-Es como los Fuegos: los gijoneses lo sienten como su festival y además invitan a gente de otras ciudades a compartirlo. Es una fiesta absoluta.

-¿Cómo es el público de Gijón?

-Orgulloso de la cita y entendido. Cada año se percibe más cómo la gente sabe de los aviones, sus partes, los programas y maniobras. Y al conocer mucho más, es crítico también.

-¿Qué es lo más difícil para un director?

-La parte logística, la aérea y la de seguridad son las más complejas. Pesa la responsabilidad de que todo salga bien y de ofrecer un espectáculo del que todo el mundo salga contento. Cuando aterriza la última participación y están todos en tierra, respiro tranquilo.

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