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La playa de San Lorenzo, a mediados de los años 40.
El final del verano
1947. Hace 75 años.

El final del verano

La temporada estival en Gijón había tenido errores y aciertos; encuentros y desencuentros que Adeflor quiso desgranar

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Jueves, 15 de septiembre 2022, 09:09

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Los gijoneses y gijonesas, sí, querían divertirse. Todo lo que les permitiera la situación. Decía Adeflor hace 75 años, en última plana de EL COMERCIO, que la fiesta había sido mayor en Candás «por la mayor facilidad de comunicaciones, pues el ferrocarril de Carreño funcionó todo el día y toda la noche con cortos intervalos. Los que se quedaron aquí, se expandieron por La Guía, Somió y Veriña, y a medianoche todavía hubo humor para la tradicional verbena de los Remedios en Cimadevilla y de la Prensa en el Parque Gijonés». Allí se encontraban, además, «los cineastas que están rodando la película 'Las aguas vienen negras', trasunto de la inmortal novela de Palacio Valdés 'La aldea perdida'».

Digno remate para unas fiestas que, sin embargo, habían tenido momentos de flaqueza. En opinión de Adeflor, el primero: los toros. Las dos últimas corridas habían sido un desastre que no cabía mencionar «porque la tragedia de Linares» -ese año se había muerto allí Manolete- «imprime silencio a nuestra pluma». No se celebraron las tiradas de pichón -fueron sustituidas por las de plato- y muchos servicios fueron deficientes, «sobre todo en la playa, y aunque ha circulado un autobús por la avenida de Rufo Rendueles hasta Somió, se ha visto que resulta poco para unir el mar con el campo». Lo mejor, por dar una de cal -¿o era de arena?-, en opinión de nuestro director: las fiestas del Club de Regatas, que «aportó una muy estimable cooperación al veraneo». Ahora, de cualquier forma, a recogerse tocaban.

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