FORTUNAE BALNEARI T. POMPEIUS PEREGRINIANUS PRO SALUTE SUA ET SUORUM DICAVIT'. El texto que Tito Pompeyo Peregriniano ordenó grabar hace casi dos mil años en un ara dedicada a la diosa Fortuna, probablemente en el entorno de una instalación termal ubicada en terrenos de Tremañes, y que desde su descubrimiento hace dos siglos constituye una de las piezas con más valor arqueológico del pasado romano de Gijón, puede visitarse en el Museo de las Termas Romanas del Campo Valdés. De momento, gracias a un préstamo temporal, hasta diciembre, por parte del Principado de Asturias. Pero el Ayuntamiento y la Consejería de Cultura ya trabajan mano a mano para convertirlo en un «depósito estable», con ánimo de permanencia, con el que se comprometió el presidente autonómico, Adrián Barbón, durante la presentación del ara.
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«Esta pieza debe estar aquí, en Gijón, en su casa. Ha vuelto para quedarse», aseguró tras resumir las acciones desarrolladas estos últimos años para lograr que dejara de estar en manos privadas. «En enero de 2020, cuando se supo que iba a ser subastada en Madrid al margen de lo previsto en la Ley del Patrimonio Cultural del Principado, comenzamos a trabajar en colaboración con el Ayuntamiento y el Ministerio de Cultura. Iniciamos los trámites para declararla Bien de Interés Cultural (BIC) de modo que no pudiese salir de España, tuvimos que ejercer el derecho de tanteo en otro intento de venta y por fin el año pasado la Consejería de Cultura adquirió la pieza», detalló. Su adquisición se logró por 35.000 euros, más otros 7.000 de comisión a la casa de subastas. Y Barbón remarcó que «quien ha devuelto la pieza a su ciudad no han sido el azar ni el destino, sino la convicción, el trabajo y la constancia. Aquí las fortunas se han llamado Ana González y Berta Piñán», alcaldesa de Gijón y consejera de Cultura, respectivamente, durante el pasado mandato.
Visita gratuita
La primera de ellas estaba presente en el acto institucional celebrado en las termas romanas, junto a la también exalcaldesa Paz Fernández Felgueroso. La actual regidora, Carmen Moriyón, agradeció a ambas «haber estado siempre muy pendientes, preocupadas y haciendo todo tipo de gestiones para que esto pudiera ser hoy una realidad». Un agradecimiento que también hizo extensivo «a la Consejería de Cultura, a todos los profesionales involucrados en la recuperación de esta pieza y al personal de los museos arqueológicos de Gijón». Varios integrantes de este último grupo, de hecho, no ocultaban su emoción en una jornada largamente esperada: «Costó, pero menuda pasada. Cambia mucho de verla en el escaparate de la farmacia a tenerla aquí», comentaban entre ellos en referencia a un periodo en el que estuvo expuesta en la farmacia Castillo de la calle Corrida, propiedad de los anteriores dueños del ara.
«Sería muy ambicioso expresar con palabras lo que supone para Gijón recibir de vuelta una pieza como esta. Que la Fortuna Balnearia esté expuesta en las termas es una buena noticia para Asturias, un motivo de orgullo para la ciudad y un auténtico lujo para la ciudadanía. No hay duda de que este es un rotundo éxito colectivo», destacó Moriyón, quien añadió que «una ciudad que viva de espaldas a su historia sería una ciudad perdida y hoy recibimos una pieza de ese puzzle infinito que es el tiempo».
Para la directora de los museos arqueológicos de Gijón, Paloma García, «este documento histórico-arqueológico, declarado BIC y en un estado de conservación inmejorable, constituye un testimonio extraordinario de la historia antigua de Gijón, puesto que aporta datos muy interesantes sobre aspectos sociales, ideológicos y vinculados al proceso de romanización». Consideró que además su exhibición en las termas romanas «contextualiza su hallazgo», toda vez que fue localizada en una zona de Tremañes donde probablemente hubo algún tipo de instalación termal, y «explica lo que significaron en la antigüedad la devoción y el culto a las aguas, así como los procesos de integración en la sociedad romana». Y aseguró que «es el mejor lugar donde podría ubicarse, puesto que es un espacio donde se investiga la historia antigua de Gijón, se conservan sus piezas y se difunden a la ciudadanía, que puede visitarlo de manera libre y gratuita». En el apartado de agradecimientos García tuvo un recuerdo especial para quien fuera conservadora jefa del departamento de Mundo Clásico del Museo Arqueológico Nacional, Paloma Cabrera, por su papel en la redacción de los informes «que hicieron posible la compra de la pieza», pero que falleció «sin haber podido ver finalizado el proceso de adquisición».
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En la presentación de la pieza también estuvieron presentes la consejera de Cultura, Vanessa Gutiérrez; la concejala de Cultura, Montserrat López; y, en representación del club rotario, la abogada y diputada autonómica Ana Puerto –esta entidad sufragó e instaló una réplica de la Fortuna Balnearia al pie de la fuente del Mortero, en Santa Bárbara.
77 kilos de piedra arenisca sometidos dos meses a restauración
Los siete renglones de texto dedicados a la Fortuna Balnearia, «un culto poco habitual en Hispania» y del que solo existe otro ejemplo en Segovia, fueron grabados en un monolito de arenisca de 96 centímetros de altura y 37 de ancho con un peso de 77 kilos y que antes de su exposición pública fue sometido durante dos meses a un proceso de restauración que, entre otras actuaciones, permitió retirar en torno a 400 gramos de restos de hormigón y otros elementos sobrantes. «Quitarle hormigones y cementos que le hacían mal a la pieza fue casi la actuación principal que hicimos en el taller», explica Rudy Lobosco, de la fundición avilesina Auriga, especializada en la restauración de bienes culturales y encargada de la puesta a punto del ara para su exhibición en el Museo de las Termas Romanas. «Ha sido un trabajo arduo, en el que teníamos que ir de manera muy delicada, milímetro a milímetro, para no dañar la pieza, pero que ha dado sus frutos», explica.
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Destaca la retirada de «mucho hollín y suciedad superficial» de la parte frontal en la que se encuentra la inscripción, con el que «se perdía un poco la lectura». Y también cómo la retirada de hormigón permitió sacar a la luz en la parte superior «un pequeño pilarcito circular, que ahora tendrán que estudiar los historiadores pero que podría ser donde se ponían ofrendas». Además del texto, en la pieza destacan elementos ornamentales como dos rosetones en la parte superior y tres semicírculos concéntricos decorando la banda inferior.
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