¡Fuego en Gijón!
Un incendio, que tardó en apagarse varias horas, destruyó las dependencias del archivo del Banco Español de Crédito
Se presentó el otoño, hace 50 años, de lo más triste en la ciudad. «Ya está aquí con su primer cortejo desagradable», dijimos desde EL ... COMERCIO, refiriéndonos a la estación. «Es decir, con agua y fresquillo, lo que no quiere decir que, desde ahora, todo sea malo, todo vaya a estar envuelto en ambientes meteorológicos huraños, porque, por lo general, el mes de septiembre nos suele obsequiar con sol y buena temperatura, como ha ocurrido hasta este momento». Pero arrancaba, en fin, el otoño y, con él, el tiempo marchito, como las hojas que pronto comenzarían ya a cubrir las calles de la villa de Jovellanos. Y en aquella ocasión, además, se presentó tragedia mediante.
Sin pérdidas humanas, eso sí: menos mal. Resultó que el día en que comenzaba el otoño en Gijón se desató un incendio «entre la planta superior y el desván del Banco Español de Crédito». Pronto fueron avisados los bomberos, «quienes empezaron los trabajos con toda diligencia», acabándolos casi seis horas después. Su función acabó a las dos y media de la tarde, «hora en que el fuego quedó totalmente extinguido». Pero antes de eso las llamas se cobraron lo suyo. «150 metros cuadrados, aproximadamente, que mide la superficie de la cubierta, fue lo que quedó totalmente destruido. También quemó el piso del desván y parte del techo de algunas oficinas».
Nada se pudo hacer. «Estas dependencias que fueron presa de las llamas estaban destinadas a archivo. Las pérdidas puede decirse que no son tan importantes», eso sí, «como hacía presagiar el aspecto del incendio». Aunque según cómo y quien lo mirase, porque «quemaron muchísimas toneladas de papel y ello producía una gran humareda que dificultaba los trabajos de extinción». Fue menos de lo que pintaba, sí, pero aún así se quemó el 75% de la documentación allí archivada, y el 25% restante se salvó después de varias horas, de mucho esfuerzo y de 12.000 litros de agua. El Banco, como es natural, echó el cierre, y en las inmediaciones se congregaron «infinidad de personas que presenciaron la salida de humo y llamas». Comenzaba, ya lo ven, agitadito el otoño de hace medio siglo.
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