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A. AUSÍN
GIJÓN.
Lunes, 2 de diciembre 2019, 02:19
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La fiesta de San Andrés tuvo ayer a dos protagonistas muy especiales: Fernando Fueyo, recientemente jubilado como párroco de El Coto, y Javier Vilumbrales, capellán del Hospital de Jove. Ambos recibieron la cruz en piedra de Ceares por ser «dos sacerdotes muy queridos» en el barrio con el cual han colaborado siempre que se les ha requerido. Así lo destacó el párroco José Luis Montero al inicio de la misa festiva concelebrada por Simón Cortina, el padre Faustino, ya jubliado, el diácono Alberto, de La Milagrosa, y los tres protagonistas mencionados. «Fueyo ha sido siempre un buen vecino, pues no debemos olvidar que El Coto fue una escisión de Ceares, y Javier lleva treinta años colaborando con nosotros, siempre ha estado disponible para todo», corroboró Rufino Gallego, fundador de la entidad vecinal y, en la actualidad, decisor junto al propio Montero de una distinción que ayer emocionó a sus destinatarios.
Gallego aprovechó para 'hacer patria' y recordar los tiempos en que Ceares llegaba «hasta Begoña, Pumarín, Viesques e Isabel la Católica». «Poco a poco nos fueron desemembrando», lamentó. Ayer no hubo insignia de oro. La tienen doce personas (Osoro, Pepe el Gaitero, Alicia la limpiadora, el Nene, José Manuel Quintanal, don José Luis, el propio Rufino Gallego...) y «no tiene ciencia concederla todos los años», anotó. Tampoco hubo procesión, pues la tromba de agua la hizo inviable. De la misa, los numersoso asistentes se desplazaron a la casa rectoral del cura y en un amplio garaje disfrutaron del tradicional magüestu. El Ceares menguado ayer se creció en su festejo.
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