«Queríamos que en la ciudad se notase un cambio y hacerlo más exclusivo»
«El lazo rojo del Antiguo Instituto es una imagen que vamos a mantener y mejorar, igual que la decoración de las calles Corrida y Los Moros»
Se sigue sorprendiendo cuando ve las reacciones de la gente al presenciar cómo se ilumina la ciudad y se descubre a sí mismo parándose en ... plena calle para grabar el encendido como si fuera un transeúnte más. Germán Vizcaíno (Oviedo, 1978), gerente de la empresa sierense Germán Vizcaíno, responsable de las luces navideñas gijonesas en los últimos seis años, reconoce haberse emocionado cuando, del brazo de su madre, vio por primera vez el lazo rojo que decora el Parchís.
–¿Está satisfecho con la acogida de la gente? ¿Cómo la valora?
–Muy positivamente. Había que realizar instalaciones que nunca habíamos hecho y en un proyecto relativamente nuevo, como era éste, nunca conoces el resultado final hasta que no lo ves todo encendido. El día de la inauguración fue una sorpresa hasta para nosotros. Y una satisfacción enorme. Las instalaciones fueron bastante más impresionantes de lo que esperábamos, la ciudad lo acogió muy bien y al Ayuntamiento también le encantó.
–Este año hay unas cuantas novedades: el lazo, el barco, el faro... ¿Cómo surgen?
–Intentamos hacer los proyectos lo más exclusivos posibles y adaptarnos a la propia ciudad, volcándonos con su cultura y las indicaciones del Ayuntamiento. En Gijón, el mar, el faro y el barco son elementos que también se utilizan durante el resto del año, como pasó en la Feria de Muestras, así que ya desde el verano surgió la idea de hacerlos con luz, con un diseño amable y colocarlos en buenas ubicaciones, que también hacen mucho. Por eso se llevaron a sitios que no tenían iluminación navideña y que son muy importantes para la ciudad como la fachada del Antiguo Instituto. Se buscaban decoraciones muy sobrias y elegantes y, a la vez, que en la ciudad se notara un cambio, así que se trató desde un punto de vista más amable, más cercano a la ciudad y más exclusivo.
–¿Cuánto tiempo lleva el diseño de la iluminación navideña?
–Es un proceso de años para llegar a encontrar el ambiente navideño en la ciudad. Este es nuestro tercer año de contrato, todavía queda otro, y eso hace que año a año vayamos detectando lugares que van cambiando, ya sea a nivel comercial, turístico o por obras que peatonalizan zonas y mejoran accesos de otras. Entre febrero y marzo es cuando empieza el diseño y fabricación de los elementos y, si el Ayuntamiento lo ve positivo, comenzamos la búsqueda de proveedores. Luego, la parte de ejecución de las instalaciones ya es en agosto.
–¿Tiene alguna favorita?
–El lazo del Antiguo Instituto. Yo ya lo había visto cientos de veces, pero el día del encendido, que venía de la plaza del Ayuntamiento, cuando entré en el Parchís me impresionó mucho. Fue un golpe de luz en un espacio que no se había decorado hasta ahora y en un edificio muy emblemático de la ciudad. Iba con mi madre y me llegó a emocionar.
–¿Por qué han optado por la elección del color dorado?
–Tenemos tendencia a buscar la armonía y la uniformidad en todo el proyecto y también se pidió desde el Ayuntamiento. Que cuando uno va paseando por la ciudad no haya ni diseños ni colores que distorsionen el conjunto. Hace años se utilizaban mucho los colores, pero ahora el dorado es de los colores mñas usados en casas, comercios y marcas. Se juega entre un color frío, que es el blanco más blanco que hay, y un color muy cálido, el dorado. A mí me gusta introducir algún elemento con color porque a los niños también les gusta ver eso, pero ahí jugamos con las figuras 3D o con algún elemento que tenga dinamismo de colores.
–¿Hay modas en las luces?
–Sí. Ahora se tiende a utilizar elementos naturales y vegetales, como el árbol natural o los ciervos suspendidos en la plaza Mayor. Se va hacia unas decoraciones sobredimensionadas, pero tradicionales y muy domésticas. También se llevan mucho los elementos vectorizados, como utilizar vértices y simbología. Es lo que llevamos viendo en las ferias en los dos últimos. También se lleva el elemento 3D y las decoraciones de arcos transversales. Todo eso va a continuar en el tiempo.
–También iluminan Oviedo. ¿Con qué ciudad se queda?
–Estamos muy satisfechos consiguiendo que en Asturias haya proyectos que, a nivel nacional, tienen mucho impacto y están muy bien considerados. No es que no me quiera mojar, es que me encantan las dos porque ambas tienen espacios increíbles.
–Se oye mucho que Gijón no tiene nada que envidiar a Vigo. ¿Cree que están al mismo nivel?
–Yo no conozco Vigo y no he ido a ver las luces, pero mucha gente me dice que no transmiten lo mismo que las de Gijón porque son proyectos que buscan más la cantidad que el trabajo de decoración o el mimo que se le pone a una ciudad al buscar espacios para conseguir una armonía. Además, el presupuesto con el que cuenta Vigo es unas tres veces el que tiene Gijón y tiene una gran campaña de comunicación, ya desde el mes de julio se empieza a escuchar hablar de las luces. Pero Gijón consigue mucha más aceptación que Vigo. Hay gente a la que no le gusta la Navidad y pasea por las calles encantada; conseguir eso es una gran satisfacción.
–¿Hay alguna luz intocable?
–Todo está sujeto a poder variar y en estas semanas nos fijamos mucho en cómo están decorados los espacios y a qué zonas se les quiere dar más protagonismo. Hay ideas para proponer otros elementos, pero el lazo es una imagen que obviamente hay que mantener y mejorar. Y también la decoración de Corrida y Los Moros.
–Mucha gente se preocupa por el gasto en iluminación. ¿Cuánto consumen realmente?
–El coste energético está en torno a 12.000 euros de presupuesto que asume la propia empresa, está dentro del contrato. Para la cantidad de instalación que hay, el porcentaje que le corresponde respecto al presupuesto total es ínfimo. Un espacio como puede ser la plaza Mayor a lo mejor consume menos que una plancha doméstica. Es más la densidad de puntos de luz que lo que es el consumo energético.
–Hay un equipo dedicado exclusivamente a las incidencias. ¿Cuántos son y cómo trabajan?
–Hay más de 60 personas para la campaña de Navidad, pero luego hay un equipo de entre 20 y 30 que estamos el año entero con los proyectos. El trabajo lleva una parte de estructura eléctrica muy potente, porque para cada elemento que la gente percibe con luz hay que llevar la energía desde un cuadro eléctrico; y una parte documental enorme, en la que cada elemento está geolocalizado con una serie de materiales codificados para que no haya mezcla de modelos y colores. A partir de ahí hay equipos de trabajo, normalmente de tres personas, casi todos en altura y muchos en turnos de noche. Son el alma de los proyectos y su labor es encomiable. Que la gente no se sorprenda cuando empezamos a montar en septiembre porque el tiempo apremia. Es mucha instalación para poder llegar a noviembre sin lo más espectacular montado y luego muy pocas semanas para llevar a cabo el resultado final.
–¿Ya está pensando en las luces de 2025?
–Sí, pero no puedo adelantar nada. Las principales ideas que hay ahora mismo son las que este año no llevamos a cabo, ya sea por falta de tiempo, por tipo de proyectos o por presupuesto.
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