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Alfonso García-Viejo, en el centro de salud La Calzada II. ARNALDO GARCÍA

Alfonso García-Viejo: «Aún hacemos pocos test. Se nos escapan los asintomáticos»

Alfonso García-Viejo Médico de familia en La Calzada II ·

«El atasco de llamadas impide a los pacientes contactar por teléfono, pero los centros de salud no pueden convertirse en focos de contagio»

E. GARCÍA / L. MAYORDOMO

GIJÓN.

Domingo, 15 de noviembre 2020, 00:21

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Asegura que todo lo que es se lo debe al Sespa. Pero lo cortés no quita lo valiente, y tras toda una vida laboral, al médico de familia en el centro de salud La Calzada II y delegado del Sindicato Médico, Alfonso García-Viejo (Quirós, 1959), no se le escapan las carencias del Servicio de Salud, que apunta «sin ánimo destructivo». Tampoco su mayor virtud: profesionales que «se están dejando la piel en el campo».

-Haga un balance de la situación actual.

-Si ahora estamos saliendo adelante es porque hay mucha gente que se está dejando la piel, tanto en el hospital como en Atención Primaria: limpiadoras, celadores, enfermeras, médicos, supervisores y directivos... Pese que hay quienes se han sentido quizás un poco engañados, decepcionados.

-¿En qué sentido?

-Tienen la sensación de que no ha habido previsión, que podíamos habernos preparado de la primera a la segunda ola y no se hizo. ¿Qué pasó en Asturias para que hasta el 4 o 5 de octubre fuéramos los mejores y ahora estemos así?

-¿Qué cree usted?

-No lo sabemos. Solo hay dos formas de parar una pandemia para la que no tenemos vacuna: o aislamos a toda la población o aislamos solo a los casos, sintomáticos o no. Y para ello hay que hacer test. Creo que aunque hagamos más que otros lugares de España siguen siendo pocos. Se nos escapan los asintomáticos y para evitarlo no nos queda otra. Y es fundamental que la gente se mentalice de que hay que colaborar, porque con que el 10% no haga lo que tiene que hacer en comidas familiares o yendo a tomar el pincho con los compañeros de trabajo, se lía la cosa.

-La saturación en los centros de salud es tan evidente que el Sespa ya ha anunciado que hará una reoganización.

-Hay un problema fundamental para la gente: contactar con su centro de salud. Siempre hemos estado abiertos y nunca hemos trabajado tanto, pero tenemos unos sistemas de informática y comunicación obsoletos -en Primaria se invierten solo 18 euros de cada 100-, con centralitas de hace treinta años que se colapsan. El 'call center' paliará en parte la situación. Seguimos atendiendo presencialmente a entre 8 y 14 pacientes, pero debemos ser muy prudentes: no podemos convertir los centros de salud en focos de contagio.

-¿En qué más se concretarán los cambios?

-En Atención Primaria está habiendo un cambio de modelo organizativo que llega 20 años tarde, pero supone cierta desburocratización de las consultas y redistribución del trabajo. En Gijón llegamos a tener 60 o 70 pacientes al día entre atención telefónica y presencial: un desquicie.

-¿Siguen así?

-Ahora estamos en una buena situación porque todos los permisos que no son vacaciones se han suspendido. Pero normalmente no es fácil, porque entre bajas, días libres y vacaciones durante gran parte del año faltan entre el 25 y el 35% de los médicos.

-El Sespa ha anunciado que fijará un techo máximo de 44 pacientes diarios por las mañanas.

-Cuando el centro esté saturado por la mañana y todos tengan más de 44 pacientes, quien pueda y quiera podrá hacer consultas telefónicas por la tarde. No se sabe cuántos voluntarios habría y esto obligaría a ajustar al máximo las consultas regladas.

-¿Y la burocracia?

-Una solución es aumentar las competencias de administrativos y enfermeros. No es fácil, porque cuando la gente viene al centro de salud siempre quiere ir al médico, pero se puede orientar mejor: que el facultativo haga lo que solo él sabe hacer. Hacemos muchos papeles que podrían hacerse en administración o por internet, como la baja o el justificante de asistencia.

-La pandemia ha traído cambios, por ejemplo, en la receta electrónica.

-Ha sido un adelanto. Además, ahora antes de ir alguien al centro de salud habla con un profesional que apunta el motivo de la llamada, deriva a la atención presencial si es necesario... Eso ayuda.

-Ya en 2006, durante la primera huelga nacional de Atención Primaria, reclamaban, entre otras cosas, contar con diez minutos para cada paciente.

-Decíamos «diez minutos para consultas de calidad y calidez». Ahora ya casi ni lo pedimos. Hay de siete, por ejemplo, pero agendas de diez no conozco ninguna. En la nueva agenda hablan de consultas presenciales de diez minutos a doce pacientes, y telefónicas de cinco.

-¿Es realista?

-Una cosa es lo que esté pautado y otra cuánto te lleva realmente. Explicar a un paciente covid lo que debe hacer, cómo vamos a hacerle seguimiento o tranquilizarle, especialmente con las personas mayores, lleva su tiempo.

-En la primera oleada, la Atención Primaria fue muro de contención. ¿Ha superado el tsunami a los centros de salud?

-Hablamos con mucha gente, hacemos muchas llamadas y tenemos la ventaja de que ahora podemos pedir PCR. Pero igual la gente tiene menos miedo. Los resultados tardan hasta cuatro días y es difícil convencer de que se aíslen. Hay gente supuestamente confinada en su casa como contacto estrecho que sale a dar un paseo. Igual habría que recordar qué supone un contacto estrecho y qué debe hacer para aislarse. No sé por qué se ha desmadrado, pero desde luego seguimos haciendo labor de contención y además controlando a diabéticos, hipertensos y otros crónicos. Primaria está a tope.

-La pandemia también supuso la agrupación de los puntos de atención continuada (PAC), algo que el personal sanitario llevaba años intentando y los vecinos, evitando.

-Entre tener en Gijón doce puntos abiertos por la tarde con un solo médico y una enfermera, de tal forma que si el médico de Pumarín tiene un aviso deja solo el centro de salud, o tener cuatro bien equipados, creo que está claro. Si estuvieran mejor dotados igual se podría además hacer alguna prueba, pero este es el camino.

-¿Se ven ya casos de gripe u otras infecciones respiratorias?

-Ya se acabaron de vacunar los mayores de 65 años en Gijón, pero todavía no vemos patologías infecciosas tipo gripe. Algún catarro, pocos, aunque ante cualquier cuadro catarral se pide la prueba para descartar.

-¿Se vacunó usted? ¿Lo está haciendo el personal sanitario?

-En mi familia somos cuatro médicos y todos nos hemos vacunado. Creo que tanto el personal sanitario como los ciudadanos se están vacunando más. Es fundamental y se lo aconsejamos a todo el mundo, aunque sigue habiendo quien no lo entiende.

«El gerente no cala»

-Esta semana el gerente del Área V, Manuel Bayona, tuiteó: «Falta personal preparado y con ganas de trabajar». No sentó bien...

-Quiso decir que necesitábamos gente con capacidad y ganas de luchar y hubo quien lo interpretó como que decía que no había gente así. Pero hay que ser muy delicado para ser gerente. Eso no quita para que su equipo directivo esté a muerte, echando horas sin parar. Pero el gerente no acaba de calar y gran parte del revuelo que hay en Cabueñes tiene que ver con eso.

-La situación allí es crítica. ¿Cómo se ha llegado a esto?

-La pandemia ha puesto de manifiesto de manera dramática las carencias de un hospital que llevaba años al límite en equipamientos, infraestructura y personal sanitario y no sanitario. El Área V necesita 250 camas más. Pese a que Jove y Cruz Roja ayudan, ahora hay menos de 400 camas efectivas para 300.000 personas. Los 90 millones que se iban a invertir no se invirtieron y como resultado hay un déficit de esa cuantía. El Gobierno asturiano está en deuda sanitaria con el Área V. Al final, el dinero que se invierte por ciudadano en Gijón es menos que en otras áreas.

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