Los jardines de la Reina cumplen 125 años
Jardines de la Reina. Una iniciativa popular clama por proteger las vetustas palmeras de este emblemático espacio creado en el año 1900 para homenajear a la reina regente María Cristina
Un siglo y cuarto ha pasado desde que el donostiarra Pedro Múgica hiciera uno de sus primeros trabajos de jardinería en Gijón, antes de llegar a ser el jardinero mayor del municipio y es que, en 1900, era también el responsable de los espacios verdes de la Autoridad Portuaria. Múgica hizo un trabajo moderno y excepcional en aquella época, con un juego de parterres orgánicos separados por una red caminera sinuosa donde se instalaron los asientos. Para que lo sitúen, en 1894 abrió un centro de horticultura en Gijón y posteriormente vinieron trabajos como la plantación de tamariscos del muro de San Lorenzo o del Club de Regatas. Dos decenios antes, estos jardincillos no existían, pues fueron unos terrenos ganados al mar en la década de 1880, cuando se decidió ampliar la vieja dársena del puerto por parte de la Sociedad de Fomento. En dicho proyecto intervino el ingeniero Javier Sanz Larumbe.
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No tuvieron acto de inauguración
Deben saber que estos jardines existieron por un motivo muy caprichoso: la visita de la reina regente María Cristina de Habsburgo-Lorena, es decir, la madre de Alfonso XIII, que visitó nuestra villa acompañada de este y sus hermanas: Mercedes, la princesa de Asturias que moriría cuatro años después, y la infanta Teresa, el sábado, 18 de agosto, a bordo del yate 'Giralda', habiendo fondeado en El Musel a las 6 de la tarde acompañadas de los ministros Francisco Silvela y Eduardo Dato, quien sería presidente del Gobierno entre 1913 y 1921. Cuando fueron avistados en lontananza se iluminó el cerro de Santa Catalina y se tiraron voladores.
El domingo 19, la ciudad se engalanó; la gente se echó a las calles y balcones, y hasta se levantaron cinco arcos monumentales, uno de ellos ante los nuevos jardines, para el deleite visual de la familia real durante su itinerario en carroza por nuestra urbe. El día antes la familia real había sido recibida por el Comandante de Marina, que era José Romero, y el conde de Revillagigedo. A las 10 de la mañana hubo una misa en San Pedro y después un ágape en el Ayuntamiento, antes de ir al acto de colocación de la primera piedra del cuartel de El Coto. Curiosamente, en esta visita no se alojaron ni en Deva (en la quinta de Peñafrancia) ni en el palacio de San Esteban, la reina y sus hijos durmieron y comieron en el 'Giralda'; sin embargo, el conde de Revillagigedo les ofreció por la tarde un té en su palacio de Bajodevilla.
Botánicamente, los jardines de la Reina son muy pobres, no tienen nada de interés ni por exotismo ni por antigüedad. Básicamente se singularizan por las esbeltas y potentes palmeras canarias cuya edad se acerca a los 140 años, y que originalmente se contaban por una decena. Mucho más tarde fueron plantados los ciruelos rojos, las dracenas cordyline, las espineras y efectuadas las formaciones de boj y evónimo. Mientras que los elementos físicos que los han venido singularizando a lo largo de estos 125 años han sido el famoso quiosco, los urinarios, el reloj de 1922 sobre una columna de fundición o las farolas hechas en la fábrica de armas de Oviedo.
Reformas
Más que en lo botánico o en el diseño, lo que más se puede destacar de esta zona verde es su implicación e imbricación urbanística, puesto que sirvió para unir la «calle de la estación», que es Marqués de San Esteban, con el nuevo centro urbano, sirviendo de rótula entre la antigua entrada de la villa por la calle Trinidad —ahí estuvo el arco del Infante en el siglo XVIII—, la espina dorsal de Corrida, el antiguo arrabal de La Rueda (barrio de El Carmen) y Bajodevilla. Notarán una ausencia, la de la calle Rodríguez San Pedro, pero es que esta calle estuvo cerrada para el desvío ferroviario por el muelle del Carbón. Con lo que: los jardines de la Reina la vieron nacer. Finalizando la década de 1920, los dos principales parterres centrales se redujeron y dividieron con otro camino y sólo quedaron en pie las palmeras. A mediados de la década de 1980 se produjo la última gran intervención, coincidiendo con el Plan Especial del Puerto, puesto que este ámbito fue peatonalizado y los jardincillos quedaron integrados en el paseo portuario.
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Jardines privados
Junto con la plazuela de San Miguel son los únicos jardines históricos públicos catalogados cuyo diseño «no ha cambiado», sin embargo, el uso público no es incompatible con que los jardines de la Reina sean de titularidad privada, puesto que son dominio de la Autoridad Portuaria, es decir, la antigua Junta de Obras del Puerto.
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A día de hoy es el único espacio de la ciudad dedicado a la monarquía sin haber cambiado de nombre. Recordemos que ha habido ejemplos como el paseo de Alfonso XII (el de Begoña), el cuartel de Alfonso XIII (el de El Coto) o la avenida Juan Carlos I recientemente transmutada.
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