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Felipe A. R. en el juicio celebrado en la Audiencia Provincial. Paloma Ucha
Juicio por el crimen de la inmobiliaria en Gijón

«Llevaba 18 años obsesionado con él, hasta que un día decidí que había llegado la hora de matarle»

Felipe A. R. relató impasible cómo en 2023 en Gijón acabó con la vida de Francisco Javier Rodríguez Tobajas, quien consideraba que le había «destrozado la vida» tras concederle un préstamo y mantener una relación con su entonces esposa

Olaya Suárez

Gijón

Lunes, 31 de marzo 2025, 14:42

«Llevaba 18 años obsesionado con este señor, me había destrozado la vida y no había día que no pensase en él. Algunos días con más intensidad que otros, pero era a diario. En 2014 ya había decidido que lo quería matar, pero era una lucha conmigo mismo para no hacerlo, hasta que al final aquel día me decidí». Felipe A. R., acusado del asesinato de Francisco Javier Rodríguez Tobajas en Gijón en septiembre de 2023 relató hoy lunes de forma serena y contundente cómo apuñaló hasta la muerte a la víctima en plena calle de El Coto. En una declaración de aproximadamente media hora en la sala de vistas de la Sección Octava de la Audiencia Provincial contó ante los miembros del jurado popular que «odiaba a esa persona», pero que «estaba arrepentido», sobre todo «por la hija del muerto, que tuvo que verlo allí».

Se refería al día en el que lo esperó «fumando detrás de una furgoneta» junto a la inmobiliaria de la víctima, con un cuchillo que llevaba dentro de una bolsa y que «había cogido el día anterior de la carnicería en la que trabajaba, porque ese día ya tenía claro que iba a ir a por él». «Vi que llegaba en coche, que se bajaba con otras dos personas y que entraban a la inmobiliaria. Cuando volvió a salir me acerqué, lo cogí por el hombro y le di dos cuchilladas en el pecho, mi propósito era matarlo», relató impasible. Solo se emocionó el acusado cuando su abogada, María Escanciano, explicó ante los miembros del jurado popular la obsesión que su cliente tenía con la víctima después de que su exesposa firmase un préstamo de 3.500 euros que le llevó a perder el piso en el que vivían, a separarse y a tener que vivir en una habitación de un piso compartido. «Ese préstamo fue de trileros y tuvimos que pagar por él 45.000 euros. Fue la primera pieza para que todo acabase por caer todo abajo», dijo luego el procesado, para quien la fiscalía solicita 18 años de cárcel por el delito de asesinato. La acusación particular eleva esa pena hasta los 20 años y la letrada de la defensa solicita 15 años de cárcel al apreciar tres circunstancias atenuantes: confesión, reparación del daño y obcecación.

«Que haya consignado 250 euros y lo considere reparación del daño es una tomadura de pelo», señaló el abogado que defiende a la familia de la víctima, que en el momento del crimen tenía 55 años y regentaba una inmobiliaria en la calle Camposagrado.

El acusado manifestó que tuvo que pedir otros dos préstamos para hacer frente al primero que su mujer suscribió con Francisco Javier Rodríguez Tobajas. Y refirió además que la víctima, de ahí su «ira», había mantenido una relación con su exesposa. «Hubo incluso abuso sexual», dijo, sin mostrar unos supuestos mensajes que la víctima le habría enviado por teléfono. «Se reía de mí e incluso me decía que no me enteraba de lo que pasaba en mi propia casa cuando yo no estaba», dijo.

Merodeaba «casi todos los días» por la agencia inmobiliaria. «Quería verle y una parte me decía que lo matase, era una lucha constante», aseguró. «Me arruinó económicamente, entraba en mi casa...», repitió varias veces durante su declaración, el primer testimonio del juicio que se prolongará hasta el jueves, cuando los miembros del jurado popular entreguen su veredicto. Una vez confesado el crimen, la deliberación se centrará en las posibles circunstancias atenuantes.

«No me di a la fuga»

Para la segunda sesión de la vista oral, que se celebrará mañana martes, se espera que declaren los familiares del acusado, los de la víctima y también los agentes de la Policía Local que lo detuvieron en las inmediaciones del escenario del asesinato. «No me di a la fuga, únicamente quería salir de aquel alboroto que se empezó a formar cuando lo maté. No sabía cómo podían reaccionar sus familiares y los empleados de la inmobiliaria...», concluyó, impávido.

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