No matarás
El asesinato en Zarauz, por medio de una bomba lapa, de José Ignacio Iruretagoyena generó una protesta ciudadana en El Parchís
Un muerto más. La barbarie de ETA no descansaba ni tan siquiera a escasos días de las fiestas navideñas. El 9 de enero de 1998, ... la banda terrorista asesinó en Zarauz al edil popular José Ignacio Iruretagoyena, por medio de una bomba adherida a los bajos de su coche, y la reacción fue prácticamente inmediata en toda España. También en Gijón. Aquí fue el grupo 'Movimiento contra la intolerancia' quien organizó, en la plaza del Instituto, una concentración de repulsa en la que estuvieron presentes varios grupos políticos, aunque, eso sí, escaso público 'civil'. La causa, decían los responsables, probablemente fuera la «falta de información» producida por la celeridad de la convocatoria.
«Las convocatorias espontáneas y muchas veces apresuradas por el desarrollo de los acontecimientos no siempre logran la difusión necesaria para obtener una respuesta masiva», dijo, hace hoy 25 años, Vicente Álvarez Areces, a la sazón alcalde de Gijón, «aunque sus objetivos puedan ser compartidos por todos. Gijón es una ciudad solidaria y existe una corriente de simpatía con el pueblo vasco, que en modo alguno puede ser identificado con una minoría de violentos». Porque también eso, la generalización y el pagar justos por pecadores, ocurría, desgraciadamente, hace un cuarto de siglo.
Preocupaba a los representantes políticos, unánimemente, que ETA comenzara a variar su rumbo, cambiando como objetivos de sus acciones a los miembros de las fuerzas de seguridad del Estado por «las administraciones más próximas a los ciudadanos, como son los ayuntamientos», una dinámica que, eso sí, provocaba estupor incluso en el entorno de Herri Batasuna. Mercedes Fernández, representante del PP, el mismo grupo político al que pertenecía Iruretagoyena, abogó por la unidad. «Hace falta mucho apoyo mutuo para afrontar una guerra psicológica ante la que tenemos que sentirnos estimulados. No podemos venirnos abajo, aunque la condición humana haga imposible en ocasiones no flaquear». Las protestas podrían, en su opinión, ir minando el ánimo de los terroristas y, quizás, hacerles reflexionar. Ojalá.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión