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M. MORO
GIJÓN.
Miércoles, 30 de junio 2021, 02:38
El empresario asturmexicano Antonio Suárez tuvo una de las intervenciones más aclamadas por el aforo del Jovellanos desde que advirtió llanamente al público ... de que su discurso de 30 segundos iba a alargarse hasta el minuto. Arropado por su hija, su hermana, sobrinos y nietos españoles y nietas mexicanas, se ganó al respetable al finalizar su alocución con un «consigo hoy un logro, quizás el más grande de mi vida, ser de Gijón». También hizo otro guiño gijonesista a la ciudad en la que vivió desde los 5 a los 18 años al asegurar que «nació en Oviedo porque su madre fue a la capital a que le practicaran una cesárea». «Viví solo tres o cuatro días allí», confesó entre risas del público.
También reivindicó sus orígenes: «Provengo de la zona de Sobrescobio. Desde varias generaciones de antepasados mi familia yo venimos de la montaña de Campo de Caso y Sobrescobio». Y continuó: «Llegué a Gijón con cinco años y aquí jugué a les chapes e hice mis travesuras infantiles. Siempre llevé a Gijón en mi corazón. Luego me enamoré de una mujer mexicana y llegué a México por amor», explicó no sin antes dedicar un recuerdo a sus padres enterrados en Gijón, a los profesores que le dieron clase en el Real Instituto Jovellanos y a la familia y amigos que acudieron a verle desde lejos.
El magnate, de 80 años, aseguró que la única ideología que ha aplicado en la vida y en los negocios es «el humanismo» y se mostró muy orgulloso de sus éxitos tanto familiares como profesionales, al frente de Grupomar, desde su inicios en la selva de Oaxaca. «Es mi obra y las obras no se venden», sentenció.
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