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«Miedo e impotencia». Así es como se sienten los vecinos de Santa Bárbara, en Gijón, ante una situación que viven desde hace tiempo ... y que pone en riesgo la seguridad tanto de ellos como de sus mascotas. Se trata de varias agresiones causadas por dos perros que se escapan del recinto de la casa en la que viven en la calle Jorge Guillén.
«Salen descontrolados y agreden al primer perro que encuentran a su paso, incluso al dueño cuando intenta hacer algo para socorrerlo», denuncia Mayte Riera, una de las vecinas afectadas. En el último año se han producido tres agresiones. La última tuvo lugar a finales del pasado mes de enero y fue precisamente a Bamba, la mascota de Riera. «Lo vi todo desde mi casa», explica a EL COMERCIO.
Su mascota llegaba tras un paseo con el compañero de Riera cuando los perros se acercaron por detrás. «No les dio tiempo a reaccionar». Terminó con varias mordeduras en la oreja. Aunque el suceso no le provocó lesiones graves al animal, los gastos veterinarios ascendieron a 250 euros.
Otro de los afectados, Claudio Guerra, sufrió un ataque hace un año cuando paseaba con Nuka, una perra husky. Mientras daban su habitual paseo, «aparecieron dos perros de características agresivas y se abalanzaron sobre ella». Como resultado, Nuka terminó con incisiones en patas y barriga.
Cuando Guerra intentó apartar a los perros de su mascota, estos le mordieron la mano. «Varios vecinos acudieron en mi socorro y minutos más tarde llegó el cuidador de los perros que, no sin esfuerzo, pudo separarlos». En su caso, los costes veterinarios ascendieron a más de 200 euros. «El dueño de estos animales nunca se interesó por el estado de ninguno de nosotros», critica.
El problema que hay con estos cánidos es que «no se consideran perros potencialmente peligrosos porque son razas mestizas», explica Riera. En concreto, «se trata de mezclas con raza Standford», matiza. «No necesitan permisos para tenerlo porque no llega a considerarse un animal peligroso. Pero en este caso, lo son», reitera. A pesar de que no son ataques que pasen todos los días, los vecinos con hijos «han empezado a evitar la calle de Jorge Guillén. Tienen miedo a que pase algo más grave».
Aunque han intentado hablar con el dueño de los animales, «no hay con quien tratar. Es imposible», señala Riera. En dos de las ocasiones en las que sucedieron los hechos los vecinos interpusieron denuncias en la Policía Local. «Los agentes están al tanto de la situación», afirma.
Respecto a este tema, la asociación vecinal de Santa Bárbara tuvo un encuentro con la concejala de seguridad Ciudadana, Nuria Bravo, que les prometió que «se pondrá a trabajar en el tema». Dicho y hecho. Desde el ayuntamiento han anunciado que «se ha aumentado la presencia policial y se estará muy pendiente del control de mascotas».
Asimismo, la asociación vecinal encuentra a la espera de citarse con el concejal de Medioambiente, Rodrigo Pintueles, para poder tratar el tema de la tenencia de perros peligrosos y las condiciones en las que se encuentran este tipo de animales.
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