Joan Ramón Laporte - Catedrático emérito de Farmacología de la Universidad Autónoma de Barcelona
«Más de la mitad de los medicamentos que nos prescriben son innecesarios»·
«Con las vacunas de la covid no se hicieron todos los estudios con la eficacia necesaria. Ahora tenemos una epidemia de efectos adversos»«Estamos polimedicados», advierte Joan Ramón Laporte (Barcelona, 1948). Este médico experto en Farmacología, catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Barcelona y exjefe del ... servicio del Hospital Vall d'Hebron vuelca todo su conocimiento en el libro 'Crónica de una sociedad intoxicada', que mañana presenta en Gijón en una charla –'Hablemos de los medicamentos'– organizada por la Asociación en Defensa de la salud Pública en Asturias. Será a las 11.30 horas en la Escuela de Comercio.
–Aparece impreso en el cartel de su conferencia que 'el año pasado se prescribieron en Asturias 28 millones de recetas'. ¿En serio? ¿No es un error?
–No, serán bastantes más. En el conjunto del país, en 2022, fueron algo más de 1.100 millones.
–¿No es una barbaridad?
–Lo que sé es que más de la mitad de los medicamentos que nos prescriben no deberían haber sido prescritos por no ser necesarios y por estar contraindicados.
–¿Y por qué ocurre esto?
–Por una serie de fenómenos complejos e interrelacionados que tienen que ver con la legislación sobre medicamentos, sobre todo en los países ricos con sistemas sanitarios de cobertura universal; con la regulación para la autorización de nuevos medicamentos o para su retirada del mercado por motivos de seguridad, unas reglas del juego que ha dictado la industria farmacéutica, y porque los reguladores están secuestrados por la industria. El 84% del presupuesto de la Agencia Europea del Medicamento y de las agencias nacionales es aportado por las compañías farmacéuticas. Y se debe también a una falta de reactividad de los servicios sanitarios, que en los últimos años han cambiado mucho y se han convertido en compradores ignorantes, muchas veces de medicamentos que no aportan ningún beneficio al paciente.
–¿Qué consecuencias tiene para nuestra salud que nos estén recetando medicamentos que no son necesarios?
–En España hay como mínimo 16.000 muertes por efectos adversos de medicamentos en los hospitales, a las que hay que sumar las que ocurren fuera. En torno al 40% de los casos de fractura de fémur o pelvis en personas mayores, de los que el 30% fallece al cabo de un año, son atribuibles al consumo de medicamentos. También hay medicamentos que facilitan que cuando llega un virus, como el de la covid, este cause neumonía y que esta sea grave o incluso mortal.
–Astrazeneca retira su vacuna frente a la covid del mercado...
–Durante la pandemia nos hicieron tragar el lema 'seguro y eficaz' para todo lo que salía. Esa es la cultura de la industria farmacéutica. Cuando aparecieron los primeros signos de toxicidad relacionados con la vacuna de Astrazeneca, las autoridades lanzaban mensajes de tranquilidad y apelaban a seguir vacunándose. Ahora ya hay expertos pidiendo también la retirada de las vacunas de Pfizer y Moderna por razones de seguridad. Por lo tanto, mucho cuidado con hacer caso de lo que dice la industria. El sistema sanitario debería tener una voz independiente de los laboratorios. Lamentablemente, durante la pandemia no la tuvo. Lo dije entonces: las vacunas eran una hipótesis pero había que comprobarla y no se hicieron todos los estudios con la eficacia que era necesaria para aclarar su tiempo de duración, si eran eficaces frente a otras variantes del virus, si evitaban o no la transmisión o el contagio de la enfermedad, si había que vacunar a toda la población o no o si había que distribuirla con equidad o no. La vacuna se la quedaron los países ricos, y son los que han padecido la epidemia de los efectos adversos causados por ella.
Polimedicados
–¿Estamos polimedicados?
–Sin duda. En España de cada diez mayores de 70 años, la mitad consume cinco medicamentos o más de manera simultánea y crónica.
–¿Se está recetando sin tener en cuenta los efectos secundarios?
–Sí. La única información que se distribuye a los profesionales sanitarios es la producida por las compañías farmacéuticas. La mayoría de las sociedades científicas médicas están pringadas por el dinero de la industria y son en realidad altavoces de los intereses de estas empresas.
–¿Es la industria farmacéutica la que mueve los hilos?
–El mercado de los medicamentos es atípico. Hay un vendedor, pero tres compradores. Uno, el médico, decide el consumo, pero no va a consumir ni va a pagar. Otro, el paciente, no decide el consumo, no paga o paga muy poco y va a consumir. Y otro, el sistema sanitario, que no decide el consumo ni va a consumir, pero sí paga. Cuando el que decide el consumo no es sensible al precio ni a los riesgos tenemos montada una bomba de relojería.
–¿La salud se ha convertido en un negocio?
–La atención sanitaria es un derecho humano básico, pero, efectivamente, esta conquista social se ha convertido en un mercado.
–¿Sus consejos para un uso más racional de los fármacos?
–En el libro las explico con más detalle, pero como ideas generales: que el sistema sanitario reduzca a unos centenares los medicamentos para atender las necesidades de salud de la población; que la información sobre los medicamentos sea producida por organismos independientes de los laboratorios y dependientes de los sistemas sanitarios; que la formación continuada no esté en mano de la industria, y que se eviten los conflictos de intereses, que los médicos no puedan recibir regalos de la industria farmacéutica como ocurre en la actualidad.
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