La muerte del bebé de 23 meses en Gijón, un complejo caso en manos de la ciencia

El fallecimiento, el pasado domingo, de un bebé de 23 meses por presuntos malos tratos ha conmocionado a la sociedad gijonesa y todo hace presagiar que el esclarecimiento del caso no será sencillo. Resolver cómo y cuándo se produjeron las lesiones neurológicas que terminaron con la vida del pequeño y, por tanto, averiguar qué ocurrió en los momentos previos a su muerte, ya no solo los instantes inmediatos sino incluso en las semanas anteriores, parece clave para determinar quién pudo ser el causante de su muerte, compatible con el 'síndrome del bebé zarandeado'.

La instrucción del caso obligará a tomar declaración, de nuevo, a los familiares y todos aquellas personas que pudieron estar al cargo del menor en fechas recientes. Asimismo, el Juzgado de Instrucción número 3 podrá ordenar la práctica de otras pruebas para tratar de acotar la responsabilidad sobre el autor o autores de las lesiones que presentaba el pequeño.

Tal y como explicaron a EL COMERCIO pediatras expertos en el asunto, si a un bebé se le somete a un zarandeo de forma repetida, incluso aunque este sea de baja intensidad, la aceleración y desaceleración propias de la sacudida provocan la rotura de vasos sanguíneos. Estas hemorragias cerebrales permanecen en el cerebro del pequeño y son visibles mediante un escáner aunque éste se recupere. Otro signo habitual del 'síndrome del bebé zarandeado' suele ser la rotura de los vasos sanguíneos de las retinas. Según señalaron los expertos consultados, para que el desenlace acabe provocando la muerte la víctima tendría que ser zarandeada «de forma brutal y mantenida», lo que provoca la rotura de las neuronas y una inflamación del cerebro que deriva en la inconsciencia o, directamente, la muerte. Determinar la tipología de las lesiones que causaron la muerte al niño ayudará a dirimir cuándo fueron causadas, por lo que los informes médicos serán clave en el proceso.

El pequeño gijonés se encontraba en La Calzada con sus abuelos maternos cuando sufrió un desvanecimiento. Llamaron a la ambulancia, que trasladó al pequeño al Hospital de Cabueñes, donde ingresó inconsciente. A la vista de la gravedad, los facultativos lo derivaron de urgencia a la Unidad de Cuidados Intensivos del HUCA, pero no se pudo hacer nada por salvar su vida. Los propios sanitarios detectaron que el fallecimiento apuntaba a lesiones compatibles con haber sido víctima de malos tratos -el bebé no presentaba heridas visibles ni hematomas externos- y alertaron al juzgado de guardia.

La Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Policía Nacional se hizo cargo de la investigación y sus agentes entrevistaron a los padres, que están separados, y el entorno del niño. El domingo, poco después del deceso del pequeño, la Brigada de la Policía Judicial detenía al actual compañero sentimental de la madre, que quedó el miércoles en libertad provisional después de que la jueza de guardia no apreciase pruebas incriminatorias concluyentes.

¿Qué ocurrió en las horas y días previos al deceso? Ahí parece estar la clave. El niño había pasado la noche del miércoles con su madre y su actual pareja en su domicilio. Previamente había estado con su padre, cumpiendo el régimen de visitas establecido tras la separación de los progenitores. El padre aseguró a los investigadores que, cuando esa tarde devolvió al pequeño, se encontraba en perfectas condiciones.

El novio de la madre negó haber hecho daño en algún momento al pequeño e incluso sufrió varios ataques de ansiedad mientras estuvo detenido. «Lo quería como si fuera mi hijo», aseguró. También la madre del niño le defendió en su testifical ante la Policía Nacional. El padre, que ejerce la acusación particular, llegó a tener una orden de alejamiento y comunicación hacia la madre después de que esta le denunciase por un delito de malos tratos. Los padres del niño han donado sus órganos a la ciencia.