Muladares de la enseñanza
Suciedad generalizada, falta de mantenimiento y gallinas en su interior. Así era la situación de algunas escuelas rurales de Gijón
No iban esperando la excelencia, pero tampoco se esperaban ver lo que vieron. Contamos hace hoy un siglo que el alcalde gijonés, señor Rodríguez Blanco, ... acompañado del arquitecto municipal y de algunos concejales, habían llegado conmocionados al consistorio tras visitar las escuelas de niños y niñas de las parroquias de Jove, Cenero, Porceyo, Ruedes y La Pedrera. El motivo, calcular las obras de reparación que precisaban aquellos centros docentes para poder hacerlo de forma equitativa con arreglo «al crédito fijado en los vigentes presupuestos». Poca sorpresa: se quedaban cortos. Atención a la dureza de la crónica. Dijo EL COMERCIO que había «un gran número de maestros y maestras en las parroquias rurales que no están en condiciones de dar enseñanza, pues les falta una cualidad esencial, la de la higiene, dándose el caso repetidísimo de que los atrios de las escuelas los convierten en muladar, los roperos en pajares, los retretes en palomares, los salones en gallineros y las viviendas en cochineras». La situación era tan grave que se comentaba que, en algunas parroquias, «las familias, ante la dejadez de los maestros, envían a sus hijos a las escuelas de otros distritos, aunque tengan que recorrer largo trecho».
El problema se hacía aún más patente si se tenía en cuenta la gran inversión que se había hecho en su día para construir aquellos edificios. «En Ruedes, por ejemplo», contábamos, «la escuela allí edificada costó 15.000 duros. Hay en esa parroquia 35 vecinos, y apenas acuden a recibir enseñanza seis u ocho alumnos. Se dio el caso de que con ocasión de la visita hecha allí por un inspector de enseñanza, no había nadie en la escuela, ni maestro ni niños, pero había muchas aves de corral». Todo ello, siendo como era el consistorio gijonés, según afirmaba EL COMERCIO, uno de los que más invertía en la enseñanza, destinando 30.000 pesetas anuales para la reparación de escuelas, 33.500 en personal de instrucción y más gastos. Se construía ahora la escuela de Santurio, por un montante de 100.000 pesetas. ¿Acabaría por ocurrir allí lo mismo? Ojalá que no.
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