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Miembros del servicio de urología de Cabueñes, con su jefe, Luis Rodríguez Villamil al frente (segundo por la derecha, en primer término). A. GARCÍA

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Cabueñes, el primer centro de España en implantar un esfínter urinario artificial por laparoscopia, suma seis operaciones de este tipo

LAURA MAYORDOMO

GIJÓN.

Lunes, 1 de febrero 2021, 00:58

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Siete años lleva con un esfínter urinario artificial la primera mujer que fue operada por vía laparoscópica en el Hospital de Cabueñes. Fue la primera de Asturias y de España porque, para entonces, ningún otro hospital llevaba a cabo esta técnica después de que, a principios de este siglo, la implantación de estas prótesis se dejara de realizar por cirugía abierta. Hoy en día, «solo otros dos hospitales lo están haciendo», refiere el jefe de urología de Cabueñes, Luis Rodríguez Villamil. La colocación de estas prótesis está indicada para pacientes con graves problemas de incontinencia que persisten pese a haber sido sometidas a otras técnicas, bastante más sencillas.

Pero no es algo muy frecuente. De hecho, desde aquel primer caso de 2013, en Cabueñes apenas se han implantado seis esfínteres urinarios artificiales por vía laparoscópica -dos de ellos hubo que retirarlos posteriormente porque se infectaron-; «entre veinte o veinticinco» en toda España.

El seguimiento que se hace a las cuatro mujeres que, en Asturias, continúan con él -tenían edades entre los 68 y los 76 años cuando fueron intervenidas- demuestra sus buenos resultados. «Les ha cambiado la vida», resume el jefe de urología de Cabueñes. La única contraindicación es que la mujer tenga problemas de habilidad manual porque el uso del esfínter urinario artificial requiere que, cuando se quiere orinar, haya que accionar un botón subcutáneo localizado en uno de los labios mayores de la vagina. No es nada complejo.

El mecanismo del esfínter urinario artificial funciona por un sistema de presiones de líquidos que permite retener o expulsar la orina cuando la mujer quiera. «Lleva un reservorio que se llena con suero salino y que está a una determinada presión. Se hace un circuito junto con un manguito inflable, que envuelve la uretra, y en el medio un interruptor», explica Rodríguez Villamil. Cuando el interruptor está apagado, el líquido del reservorio pasa al manguito. Y, cuando se quiere orinar, se aprieta ese botón (presionando sobre el labio mayor de la vagina), se invierten las presiones y el líquido, ese suero salino, vuelve al reservorio. El manguito pierde presión y eso facilita la salida de la orina. En menos de tres minutos, «él solo vuelve a cerrarse».

Otra técnica novedosa que ha puesto en marcha el servicio de urología de Cabueñes es la abdominopexia laparoscópica. Es una cirugía para tratar el prolapso vaginal -patología que aparece «prácticamente en el 40%» de las mujeres postmenopáusicas- mediante la colocación de una malla sintética que, y ahí radica la novedad, no tiene fijación en ningún punto pélvico. Han realizado unas setenta intervenciones de este tipo desde 2014 «con cerca de un 90% de éxito».

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