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Amancio López, Soledad Lafuente, Manuel González-Posada, Rafael García y Jesús Suárez. J. PAÑEDA

«Dos patrullas para toda la zona rural son insuficientes»

Las asociaciones de vecinos demandan más vigilancia en horario nocturno tras las últimas oleadas de robos: «Ahora la gente vive con miedo»

ÓSCAR PANDIELLO

GIJÓN.

Sábado, 1 de septiembre 2018, 03:29

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La zona rural de Gijón vive durante las últimas semanas con preocupación. Ya sea en la zona este o a la oeste, la proliferación de robos se ha convertido en una constante en todo el concejo. Algunos de ellos, con la intimidación y la violencia como claras señas de identidad. «Estamos teniendo muchos problemas. Los últimos robos en Fano se suman a los de Veriña o Somió. Lo que era puntual ahora es habitual y la gente vive con miedo», sintetiza Manuel González-Posada, presidente de la federación de asociaciones de vecinos de la zona rural Les Caseríes.

A la hora de buscar soluciones, tanto la federación como las entidades vecinales coinciden: es necesario mejorar los dispositivos de seguridad. «No dudo de los que están vigilando, ni mucho menos. Hacen un buen trabajo. Pero yo creo que el Gobierno, o a quien le corresponda, tiene que poner recursos para mejorar la seguridad. De noche, dos o tres patrullas para toda la zona rural son insuficientes», asevera Amancio López, presidente vecinal de Veriña. En su parroquia ya se han registrado trece robos y, aunque ya se haya detenido a dos de los presuntos ladrones de la zona, los allanamientos se siguen repitiendo.

En Somió, por su parte, los asaltos han sido constantes durante los últimos meses, una circunstancia que ha obligado a la Policía Nacional a redoblar esfuerzos con numerosos controles e identificaciones. «No soy ninguna experta, pero creo que se deberían controlar más las salidas a la autovía. Muchas veces cargan las cosas robadas en los vehículos y aprovechan para perderse por ahí a toda velocidad», destaca Soledad Lafuente, presidenta de la asociación de vecinos San Julián.

Muchos de estos, según reconocen, se aprovechan de la habitual «confianza» de los residentes de la zona rural, acostumbrados a vivir con los accesos a sus propiedades abiertos. «Ahora no, porque lamentablemente la gente se está haciendo desconfiada. Pero toda la vida tenías la puerta de casa abierta y no pasaba nada», relata Jesús Suárez, representante vecinal de Fano.

Estrecho control

En parte, esta desconfianza se alimenta a través de dos factores. Primero, por la vigilancia que estas bandas organizadas ejercen a plena luz del día a sus potenciales objetivos. Es habitual, según explican, que se acerquen a los domicilios para preguntar sobre direcciones o peculiaridades de la zona. Después, realizan rutas por las parroquias para monitorizar las viviendas y fijarse en los hábitos de los vecinos. Por otra parte, cada vez que se notifica un robo las empresas de seguridad aparecen en los hogares colindantes para vender alarmas y cámaras. «Hacen el agosto a costa del miedo, es una realidad», constatan.

A raíz de esta situación de inseguridad, varios vecinos han tenido que acudir a tratamiento psicológico e incluso a dormir en otras casas por miedo a que los ladrones reincidan. «En Veriña hay gente a tratamiento a causa de los robos y de los sustos. Son cuatro o cinco personas y no solo gente mayor. Esto que estamos viviendo no es ninguna broma», concluye López.

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