Pedrada contra el tranvía
EL COMERCIO criticó en su editorial los alborotos causados por «mozalbetes» que usaron la violencia al ser apeados por el revisor
Jueves, 2 de marzo 2023, 00:45
Ya lo decían los clásicos desde Sócrates: la juventud es maleducada, desprecia la autoridad, no respeta a sus mayores, y chismea mientras debería trabajar». El ... texto ronda los 2.500 años de antigüedad, de modo que no será de extrañar que hace 75 tampoco estuviéramos muy fetén en lo que a los buenos hábitos juveniles se refiere. «Anteayer, domingo, hacia las siete de la tarde», decía tal día como hoy EL COMERCIO, «en el tranvía de Somió a Gijón suben unos mozalbetes. Cantan, gritan y demuestran en todas las formas posibles su ineducación. El cobrador les llama la atención, y no hacen caso alguno. Repite, pero como siguen molestando al resto de los viajeros, se ve obligado a expulsarlos del tranvía, al llegar a La Guía».
La escenita se repetía día sí y día también, a tenor de las continuas quejas que en nuestros editoriales se hacían al respecto de los modales de algunos adolescentes. Pero hace tres cuartos de siglo la cosa fue a más, ya que «para vengarse aquellos 'valientes', cuando el tranvía arranca de nuevo, rompen uno de sus cristales de una pedrada y salen huyendo». Pudo haber sido grave pero, por fortuna, no hubo que lamentar desgracias, «pese a que los vidrios rotos cayeron sobre una señorita. Pero el salvajismo quedó bien patente».
Gritos
La proximidad de la primavera, que la sangre altera, y la llegada del buen tiempo no hacían sino amenazar que este tipo de desagradables noticias fueran a más. Las aglomeraciones de viajeros en los tranvías en los meses más cálidos, particularmente en los domingos, nos hicieron temer que aquellos gamberros volvieran a molestar a los turistas «gritando como energúmenos y haciendo todo lo posible para acreditar a Gijón como una de las poblaciones de más bajo nivel cultural de España.
Y esto queremos recordarlo para que las autoridades no permitan que ocurra este año». ¿Cómo hacer? Muy sencillo, en nuestra percepción: «Basta ponerse de acuerdo con la Compañía de Tranvías, apoyarla en las medidas que tome y mandar unas parejas de guardias» a cumplir su deber. Como cuando Sócrates.
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