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Juan Carlos Martínez, jardinero mayor de Gijón, pasea por el parque de Los Pericones, en El Llano. ARNALDO GARCÍA

Carlos Martínez - Jefe del Servicio de Parques y Jardines

«Los Pericones es de los proyectos de los que estoy más orgulloso»

Se jubila el 24 de junio ·

«Estamos bien considerados porque sabemos resolver. Eso fue lo que hice con todas las corporaciones y de todas tuvimos apoyo»

Viernes, 9 de junio 2023, 00:40

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El próximo 24 de junio se jubilará Juan Carlos Martínez (Gijón, 1959), jefe del Servicio de Parques y Jardines. Atrás dejará una larga carrera que supuso la transformación de las zonas verdes del municipio. Su incorporación al Ayuntamiento de Gijón en 1989 supuso, además, cambiar el viejo concepto de jardinero mayor por otro más moderno, con profesionales procedentes de la Universidad. Su mano se ha dejado notar en todo Gijón y se marcha tranquilo porque deja el servicio «en buenas manos».

-¿Cómo empezó su andadura en el Servicio de Parques y Jardines?

-Entré en 1989, con una plaza de interino, y en 1990 saqué la de funcionario. Fui jefe del servicio por la jubilación del anterior jardinero mayor. En aquella época, eran maestro de obras ilustrado y yo soy de la primera generación con formación universitaria.

-¿Cuál era su formación?

-Hice Ingeniería Técnica Agrícola, en la especialidad de hortofruticultura y jardinería, en la Universidad Politécnica de Madrid, y después ingeniería agroambiental. Tuve la suerte de que estaba en Gijón cuando se jubiló el anterior y pude acceder a esa plaza.

-¿Cómo afrontó ese reto prácticamente recién salido de la universidad?

-Lo que hicimos fue básicamente modernizar el mundo de la jardinería, con conceptos nuevos. Principios de los noventa fue un momento de grandes avances científico técnicos, sobre todo en la arboricultura urbana.

-¿Qué importancia tienen los árboles en la ciudad?

-Son uno de los elementos fundamentales, si no el más, en la jardinería urbana. Sobre todo en situaciones como la actual, de emergencia climática. El arbolado urbano va a ser fundamental para tener una calidad de vida digna en las ciudades.

-Ahora se habla mucho de ello, por las altas temperaturas que se alcanzan...

-Exactamente. Por ejemplo, en una avenida se pone un termómetro en el pavimento y otro debajo de la zona de influencia del arbolado y puede haber una diferencia de diez grados. Por una parte, existe el efecto sombra y por otro, los beneficios ecosistémicos del arbolado.

-¿En qué consiste eso?

-Los efectos de los árboles, como fijar polvo, mejorar la polución, fijar CO2 y favorecer la infiltración del agua. También hay un efecto psicológico, el bienestar que produce la visualización del arbolado.

-¿Cómo eran los parques y jardines que se encontró en 1990?

-El parque que existía como tal era el de Isabel la Católica. Había primordios con un diseño muy elemental, como el de Calixto Rato, en La Calzada, y algunas zonas pequeñas de carácter clásico, como podían ser Begoña o la Plazuela. La superficie de verde público era escasa, rondaba los 700.000 metros cuadrados. Por otra parte, el arbolado era muy escaso.

-¿Y cuál fue el primer paso?

-El gran reto fue la plantación de arbolado y que tuviese un modelo de gestión eficiente. Hay que tener en cuenta que Gijón es una ciudad muy complicada para el arbolado viario.

-¿Por qué?

-Porque, salvo excepciones, tenemos calles y aceras estrechas donde, con toda la buena intención, en su momento se plantó arbolado y es muy difícil de gestionar. Es uno de los retos que todavía quedan pendientes.

-En este tiempo, se creó Los Pericones...

-Yo ya encontré el inicio, la parte de arriba. Lo que hicimos nosotros fueron las grandes ampliaciones y para mí es uno de los proyectos de los que estoy más orgulloso. Además, ahora, doce o trece años después, el arbolado está explotando. Es el gran parque urbano de la ciudad. Pero hay otros superinteresantes, como el parque fluvial y el Lauredal, que me tocó consolidarlo y hacer alguna ampliación.

-¿Y el Jardín Botánico?

-Fue uno de los proyectos más importantes en los que trabajamos, porque estuvimos en sus orígenes y en el impulso. También hubo una colaboración posterior.

-También está el Monte Deva...

-Está englobado dentro de un proyecto muy ilusionante que es el Arco Medioambiental. Tiene un planteamiento a 30 años, para que no se piense en la inmediatez, sino en el futuro.

-Y ese futuro ¿hacia dónde se encamina?

-Hacia zonas verdes de carácter sostenible y la renaturalización. De hecho, el colofón un poco de mi carrera profesional fue la redacción del primer Plan de Naturalización Urbana que se hace en España. Se presentó en el último Congreso Nacional de Medio Ambiente y tuvo un éxito muy grande entre el personal especializado.

-¿En qué se basa?

-En optimizar los recursos económicos, medioambientales y energéticos, generar islas de biodiversidad y hacer cambios en el mantenimiento, con el objetivo de mejorar de la calidad ambiental de la ciudad.

-Ante la cercana jubilación, ¿con qué se queda?

-Que el éxito del servicio es del personal. Hay un equipo espectacular, con unos niveles de cualificación y competencia profesional altísimos, y un gran espíritu de servicio público.

-¿Qué tal fue la relación con los diferentes gobiernos locales?

-Soy funcionario y me debo al servicio público gobierne quien gobierne. Creo que estamos bien considerados porque sabemos resolver. Eso fue lo que hice con todas las corporaciones y de todas tuvimos apoyo y debate también, evidentemente. Trabajamos a gusto.

-Y a partir de ahora, ¿qué?

-No madrugar. Y después, leer, escribir, estudiar, trabajar en la huerta tranquilamente y, claro, estar con los nietos.

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