«¡Queremos volver al cole!»
Alumnos, padres y profesores del San Vicente reclaman una pronta solución para recuperar las clases presenciales «donde sea»
«Cuando pasó todo no me lo podía creer». Julia Pérez Lucas tiene 10 años y, ayer, una semana después de que su aula, 5ºA de Primaria, desapareciera bajo los escombros, aún no se acostumbraba. «El martes les dije a mis amigas 'mañana merendamos juntas', sin darme cuenta de que no podemos hacerlo como en el cole. Y los profes saben que nos gustaría vernos, así que tratan de animarnos, pero a veces ni les va el wifi», explicaba durante un encuentro organizado por EL COMERCIO frente al colegio San Vicente de Paúl al que acudieron cerca de doscientos alumnos, familiares y profesores, que portaban carteles con el escudo del colegio, pancartas con crespones negros en recuerdo a los obreros fallecidos y el lema #TodosSomosSanvi. Más de uno lloraba al ver a sus hijos pedir, al unísono y con ahínco:«¡Queremos volver al cole!».
Una «gran familia» de más de mil miembros -680 alumnos y 40 profesores, además de madres y padres- que piden una solución lo más rápida posible. «Solo necesitamos aulas para que los niños tengan sus clases y un patio para que puedan socializar, no es mucho pedir», reclamaba Laura Acebedo Oliva, tesorera de la Ampa y madre de dos niñas del centro. «La presencialidad es muy importante, es un tormento tener a mi hija de 7 años cinco horas delante del ordenador: se cansan, no son capaces de atender», relataba. «Y si a eso le añades la cantidad de padres que no pueden conciliar, que por la covid no se atreven a dejar a los niños con sus abuelos... Esto es insostenible, necesitamos que nos realojen», insistía. Para los abuelos «también es difícil, porque los padres trabajan y con esto de las nuevas tecnologías al menos a mi me cuesta hacerme», reflexionaba Jacinto González, abuelo de Alfonso y Celia González González, mellizos de 7 años. Todo «está siendo muy complicado, también a nivel emocional, porque no sabemos qué va a ser de nosotros ni del futuro del cole. Pero es fundamental que los niños puedan estar juntos, al menos por clases», indicaba una madre y profesora del centro.
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Ellos, es evidente, se echan de menos. Gael, Carlos, Diego, Ignacio, Carlota, Valeria y el resto de sus compañeros de 4ºB de Primaria corrían a abrazarse nada más verse. «Algunos nos encontramos en el parque, pero a otros si no es en el cole no los veo», señalaba Ignacio Sariego, que también echa de menos «hablar de nuestras cosas a la hora del recreo». «Me gustaría que pudiéramos estar juntos en la misma clase», pedía Valeria Martínez. Y Carlos Blasco apuntaba: «El derrumbe ha sido una gran pérdida, pero ahora espero que nos trasladen para poder tener más actividades y ver a nuestros compañeros». «Ojalá arreglasen pronto el colegio, pero si no pueden espero que nos encuentren un sitio muy chulo», confiaba Carlota Cruces. ¿Dónde? En un colegio público o en uno privado, en un espacio municipal... «Nos da igual», coincidían casi todos. El caso, apuntaba Aitana Joglar, alumna de 3ºB de la ESO, «es tener un sitio asignado que nos dé tranquilidad, porque las clases telemáticas son un rollo». «Yo soy nueva y me parecía un buen colegio en el que estaba empezando a sentirme cómoda, en mi sitio. Estábamos recuperando el contacto tras la pandemia y de repente tenemos que volver a las clases online», lamentaba María Gasset, de 15 años. Julia Pérez solo pide «un sitio donde podamos poder estar y jugar todos juntos».
Además de esta unánime petición, coincidían los presentes en destacar el esfuerzo que dirección, docentes y personal del centro está realizando para tratar de mitigar la situación. «Los profesores se están volcando, quieren a sus alumnos como si fueran sus propios hijos», agradecía una madre. Algo que los niños, incluso los pequeños, también ven: «Se están esforzando mucho, son muy buenos profes. Hoy nos dijeron que estaban haciendo lo posible y trabajando mucho», aplaudía Diego Valle.
«Sentí un escalofrío al verlo»
Ayer fue el primer día que Leticia Mellado, exalumna, vio el estado actual del que ahora es el colegio de su hija: «Sentí un escalofrío», decía, aún sin asimilarlo y sin poder dejar de pensar «en los dos obreros fallecidos y en sus nueve hijos». «¿Qué habría pasado si esto hubiera ocurrido el lunes? No lo sé, pero lo importante ahora es que estamos todos».
Al hilo de cierta polémica surgida cuando el presidente del Principado respondió a una madre que le pedía una solución poniendo a su disposición las plazas de los centros públicos, opinaba: «No creo que este sea un tema de distinciones entre centros públicos o privados: la cuestión es que hay que pensar en los críos, son casi 700 niños que necesitan tener clases presenciales». La cuestión, insistía Santiago López-Urrutia, es que «los niños ya no aguantan más las clases online». «Estamos contentos con la disposición que han mostrado las administraciones y los partidos -ayer mismo representantes del PP visitaron el colegio-, pero una cosa es la voluntad política y otra la realidad: nos preocupa la burocracia y tener a los críos un mes en casa no es una solución rápida».