El raposu se cuela en el gallinero del parque Isabel la Católica
El Principado detecta con cámaras la incursión de un zorro en la pajarera del parque de Isabel la Católica tras la matanza de más de veinte aves
M. MORO
gijón.
Domingo, 10 de mayo 2020, 00:21
Sucedió el pasado mes de abril en el parque de Isabel la Católica en pleno confinamiento de miles de gijoneses. Un raposu se adentró en el núcleo zoológico a la vera del Piles y provocó una auténtica escabechina en el gallinero que forma parte de la pajarera municipal. Una veintena de gallinas y cuatro patos fueron devorados tras la incursión del animal. Un gallo sobrevivió a las dentelladas del voraz depredador, Lo encontraron medio moribundo, pero con un tratamiento de antiinflamatorios y corticoides pudo salir adelante.
Los daños en la colección de aves del emblemático parque gijonés llevaron al cuidador de la fauna, José Luis García, a pedir ayuda al Principado, la administración competente en la gestión de especies salvajes, para tratar de capturar al agresor e impedir nuevos ataques. Y así personal de la guardería y veterinarios acudieron prestos a la llamada y se desplazaron hasta Isabel la Católica para evaluar la situación. Se pusieron cámaras de fototrampeo en el lugar y con ellas se pudieron confirmar las sospechas. Con esta herramienta óptica, que permite la vigilancia del entorno desde un punto de instalación fijo y hacer grabaciones diurnas y sobre todo nocturnas del entorno salvaje, se detectó que era un zorro el que trepaba por el vallado del corral, donde también habita una pareja de emúes, para darse los festines de gallináceas.
También se dejaron trampas en el entorno del gallinero, pero el raposu no cayó en ellas y además dejó de volver al sitio. La explicación puede estar en que e el mismo día que se pusieron se colocó también en las vallas un pastor eléctrico. Un chispazo de corriente debió convencer al animal de que era mejor buscar alimento en otra parte.
La presencia del zorro en el parque de Isabel la Católica tiene que ver con el fenómeno que algunos expertos vienen denominando 'trampa ecológica' durante toda esta etapa de confinamiento humano por el coronavirus. Una falsa percepción por parte de la fauna salvaje de que las ciudades, aparentemente más vacías ahora, son lugares adecuados para vivir o reproducirse.