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Imágenes de la detención y los registros de la Guardia Civil en la nave de Valencia donde estuvo secuestrado el gijonés Pablo Juan Sánchez. E. C.

Los raptores del gijonés tenían ácido sulfúrico para disolver su cuerpo en una nave de Valencia

La Guardia Civil detiene a dos peligrosos criminales residentes en Madrid por el secuestro de Pablo Juan Sánchez, por quien pidieron cinco millones

OLAYA SUÁREZ

GIJÓN.

Jueves, 26 de noviembre 2020, 00:27

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La denominaron 'Operación Taynik', que en hebreo significa agujero, lugar secreto. Como ese en el que durante una semana permaneció retenido en Valencia Pablo Juan Sánchez, el gijonés de 34 años secuestrado en marzo en una nave del polígono de Pervera, en Carreño. La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil y la Comandancia de Gijón han desarticulado al peligroso grupo criminal que está detrás de la detención ilegal y cuyos integrantes utilizaban complejas técnicas para intentar evitar a las fuerzas de seguridad. No lo han conseguido.

Los agentes detuvieron a dos hombres, de 38 y 51 años, residentes en la sierra madrileña y que habrían alquilado una nave industrial en Massanassa, Valencia, para ocultar a la víctima, con cuyo hermano habrían tenido anteriormente relaciones económicas. En esa instalación, la Guardia Civil localizó 250 litros de ácido sulfúrico, grandes bidones y poleas, supuestamente, según señalan los investigadores, con el objetivo de deshacerse del cuerpo. La sustancia altamente corrosiva es empleada para eliminar cualquier rastro orgánico.

Ahora tratan de determinar si el mismo grupo criminal pudiera estar detrás de la desaparición en 2012 de otro vecino de Gijón, Cristian Cueli, a quien se le perdió la pista en el Alto de la Madera. Uno de los captores apresados tiene antecedentes por hechos similares. No era la primera vez que ejecutaba un plan de esas características.

Fue liberado en Albacete y viajó en autobús hasta Gijón. Lo amenazaron de muerte para que no dijese dónde lo habían soltado

A Pablo Juan Sánchez lo asaltaron a mano armada en el negocio de su hermano, dedicado al alquiler de furgonetas equipadas. Lo introdujeron en un vehículo que previamente habían robado con violencia en Madrid y lo trasladaron por carretera hasta Valencia. A las pocas horas telefonearon a sus familiares y pidieron por un él un rescate de cinco millones de euros. En el mismo momento en el que la Guardia Civil tuvo constancia de que se trataba de un secuestro, se pusieron en marcha todos los mecanismos para tratar de localizar con vida al rehén. Se analizaron más de 2.000 kilómetros de carreteras con cámaras de seguridad, de tráfico y con antenas de telefonía móvil. Las pesquisas permitieron determinar la presencia, en distintos puntos, de dos vehículos que circulaban a escasa distancia, en labores de apoyo.

Una semana después, debido a la presión policial y cuando el Gobierno anunciaba un confinamiento de la población, los secuestradores liberaron a Pablo Juan. Llegó a su casa y llamó al timbre, para asombro de su familia. Dijo que lo habían liberado junto a la Gota de Leche. Resultó ser mentira. Lo habían dejado en mitad de una carretera en Albacete, con dinero para un billete de autobús y la indicación de no decir dónde lo habían dejado bajo amenaza de muerte.

En sus primeras declaraciones ante la Guardia Civil, la víctima se mostró parca y evasiva. Sin embargo, a medida que fueron pasando las semanas y se supo a salvo, comenzó a relatar el calvario sufrido. Permaneció durante días atado, encapuchado y amordazado, en un colchón en la nave, vigilado constantemente por sus secuestradores, que amenazaban con acabar con su vida y la de su familia si no pagaban la estratosférica cantidad que pedían. Uno de los ahora detenidos había sido ya condenado por otro secuestro cometido en Madrid hace años. El coche que utilizaba contaba con un sofisticado sistema de dobles fondos. Llevaba teléfonos móviles, tres juegos de matrículas falsificadas, bridas, un rotativo policial, esprays antiolor, pasamontañas, cinta americana, grilletes y ropa. Los dos cabecillas se encuentran ya en prisión preventiva. La investigación continúa abierta para determinar si están detrás de otros hechos delictivos.

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